¿Turistas o peregrinos?

Rodolfo Díaz Fonseca
14 julio 2022

El ejercicio de la caminata no es solamente una recomendación médica para conservar la salud, también lo es para ejercitar el pensamiento y la reflexión. Filosóficamente, el ritmo pausado alienta e incita el pensamiento crítico y el descubrimiento interior. De hecho, la filosofía debe ser un camino, una senda que nos ayude a trazar nuestra existencia.

Lo importante no es tanto el paisaje, aunque también la naturaleza nos conmina a una gozosa y azorada contemplación. Sin embargo, lo esencial es acompasar el ritmo del caminar con la ascensión del razonamiento, como dijo Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos”.

Hablando del “Jacobeo” o Camino de Santiago (porque también se le llama bíblicamente Jacobo), José María Rodríguez Olaizola hace una distinción fundamental entre turista o peregrino, para reflexionar en cómo y con qué motivación realizamos el camino de nuestra vida:

“No basta decidir echarse a andar para convertirse en peregrino. Hay muchos caminantes que tienen mentalidad de turista. El turista paga y exige, consume lugares y experiencias, hace millones de fotos con poca alma, quiere todas las seguridades, se queja, pide que todo se adapte a su gusto, difícilmente entiende el silencio”.

Y extendió el paralelismo: “También en la vida podemos vivir el día a día como turistas o como peregrinos. Podemos pasar por la historia consumiéndola sin jamás llegar a conocer o entender nada. Podemos hacer rutas sin proyecto, itinerarios sin espíritu. Podemos apresar miles de momentos sin haber llegado a vivirlos. O podemos arriesgarnos a salir a la intemperie. A gastar las fuerzas. A perseguir horizontes dignos. Y a encontrarnos de verdad con otros caminantes, allá donde la vida nos vaya llevando. La actitud vital marca una diferencia radical”.

¿Soy turista o peregrino?