Un 19 de octubre de 1915
Primero que nada, hay que recordar que la fecha más importante que debemos mencionar hoy es el Día Internacional de la Lucha del Cáncer de Mama. Estamos en octubre rosa.
Pero un 19 de octubre de hace 110 años, el gobierno estadounidense reconoció al gobierno de Venustiano Carranza, dejando fuera de la jugada a Pancho Villa, Zapata y otros grupos y caudillos en guerra civil... Desde entonces, Estados Unidos fincó su posición de aprobar o intervenir en la vida política y social de México.
¿Quién era ese hacendado llamado Venustiano Carranza? El 26 marzo de 1913, en su calidad de ex gobernador de Coahuila, lanza el Plan de Guadalupe, desconociendo a Huerta, llamando al país a las armas y asumiendo el cargo de Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
Su propuesta destaca sobre las demás porque insiste en mantener el alzamiento en los marcos de la legalidad de una defensa de la democracia ante el golpe de estado.
Ya derrotado Huerta, se da una Convención en Aguascalientes de las diversas fuerzas en pugna a la que se niega a asistir Carranza.
Más que una “convención” o “asamblea política” fue un juramento de paz forzado, similar a los que se hacían en la antigua Roma y en especial en la Revolución Francesa, hoy recordado como “el juramento del juego de pelota”, ya que se realizó en un salón cerrado donde se practicaba dicho deporte en París.
Ahí acuerdan cesar a Carranza como Primer Jefe y a Villa como jefe de la División del Norte. Nombran al general Eulalio Gutiérrez presidente provisional. Los villistas y zapatistas, quienes representan a los mayores grupos campesinos populares y controlan la mayor parte del territorio, encuentran notables puntos en común.
Aislado en Veracruz, no hay que dejar de fijarnos en las leyes de Carranza sobre el municipio libre y el divorcio. En 1915, hay más leyes suyas y novedosas sobre repartición de tierras, devolución de ejidos, explotación petrolera y la cuestión obrera.
Es el 19 de octubre de ese año cuando el Presidente Woodrow Wilson reconoce su presidencia y decreta el embargo de armas a México, con excepción de las destinadas al gobierno de Carranza. La revolución se hizo en un país sin fábricas de armas de calidad. Eso principalmente permite la derrota de la rebelión de Villa y Zapata.
Ya en 1916, el 19 septiembre, don Venustiano convoca a elecciones de diputados al Congreso Constituyente, que se reunirá en Querétaro el 20 de noviembre. Poco después se da el novedoso decreto que prohíbe la reelección del presidente, se fija en cuatro años periodo presidencial y suprime la vicepresidencia.
Carranza vive su presidencia y se empecina en no aceptar a Obregon como sucesor, mientras enfrenta presiones una vez más de los Estados Unidos, multiplicadas por encontrarse el mundo inmerso en la Primera Guerra Mundial y la posición de México y su petróleo vueltos, repentinamente, recursos estratégicos.
Éramos un Golfo Pérsico antes de que se descubrieran los grandes hallazgos en Arabia. Las guerras del siglo naciente serían por petróleo y se ganarían con más petroleo. Estados Unidos nacía como una gran nación hambrienta de gasolina, carburantes y demás materias oscuras que abriría sus tentáculos, asegurando primero a su vecino más explosivo.
No de balde Carranza pensaba en su sucesor como Ignacio Bonillas, un civil sin ímpetus militares que recordaba demasiado los defectos de Madero, pero que tenía el poco preciado plus de haber sido embajador en Estados Unidos y conocer muy bien al nuevo enemigo a vencer o, al menos, de apaciguar.
El Gran Garrote creado por Teddy Roosevelt seguía dando molinetes en el brazo del Presidente Wilson, quien no se animaba a entrar a la guerra europea consciente de que la vasta ciudadanía de origen aleman podria provocarle conflictos, básicamente electorales.
Aquí, en el valle del Anahuac, el simple hecho de que Bonillas hablara inglés fluidamente lo ponía en una posición mejor que los otros jefes revolucionarios, montados en cananas, batallones e ignorancia, a la hora de salir a de negociar hacia fuera del país.
Desde ahí, siguiendo el ideal maderista, Carranza aspiraba a dejar a alguien con cierta formación, educación civil y ajeno a la cultura militarista... cosa que solo ocurrió en Mexico cuando llegó a Presidente Ruiz Cortines en los 50: el primer Presidente que no fue llamado “general”.
Muchos estados siguieron siendo gobernados por o ex combatientes: en Sinaloa el último general en el poder fue Gabriel Leyva Velázquez.
Carranza llegó con el apoyo de los gringos, a fin de cuentas, o al menos con su anuencia. No dejemos de pensar que, de haber sido Bonillas presidente, a lo mejor hubiera sido demasiado plegado a los intereses yanquis, a los cuales más adelante Obregón supo oponerse y llegar a mejores acuerdos.
Carranza convocó a elecciones totales para el 11 de marzo de 1920. No intento reelegirse. Pero es ahí cuando todo se le derrumba.
El 13 enero se da a conocer el Manifiesto del corrupto general Pablo González aceptando su candidatura a la presidencia de la República y ese mismo mes, Carranza concede permisos para perforar pozos de petróleo, mientras se expide la ley orgánica del artículo 27 de la Constitución.
Para marzo, su ex embajador en Estado Unidos, Ignacio Bonillas, acepta su candidatura de Presidente de la República. Esa candidatura no es aceptada por los militares, encabezados por Álvaro Obregón.
Carranza envía tropas al estado de Sonora; el gobierno de éste, considerando atacada su soberanía, rompe con el gobierno federal y nombra al general Plutarco Elías Calles, futuro fundador del PRI, jefe de las fuerzas del Estado. Invaden Sinaloa y se apoderan de Culiacán el día 17.
Surge el Plan de Agua Prieta, desconociendo a Carranza como presidente. Entre los generales sublevados figuran Álvaro Obregón y Pablo González. Ante la rebelión que avanza, Carranza, acompañado de sus ministros, sale de la Ciudad de México por el ferrocarril de Veracruz.
Ese 9 mayo, entran en la Ciudad de México las fuerzas revolucionarias al mando de los generales Álvaro Obregón y Benjamín Hill.
Las fuerzas revolucionarias y la comitiva de Carranza combatieron en la estación de Rinconada y ahí fue derrotado, luego de que su tren es inutilizado al ser impactado por una locomotora sin maquinista cargada de explosivos.
Técnicamente eso fue un crimen de guerra.
Ese 21 mayo, Carranza, que había huido a caballo con algunas personas a la sierra de Puebla, es asesinado mientras dormía en el pueblo indígena de Tlaxcalantongo.
Sí, cometió grandes errores y aciertos, pero su civilismo fue un glorioso intento de hacer un país dirigido por el voto directo. Y, sobre todo, supo plantarle cara tanto al poderoso Victoriano Huerta y la eterna política intervencionista del gobierno de aquellos Estados Unidos, que se formalizó un 19 de octubre como hoy.