Un baile de máscaras

Rodolfo Díaz Fonseca
23 marzo 2022

El ideal de la vida sería mostrarse y manifestarse uno tal cual es; sin embargo, se trata de una tarea muy difícil porque solemos ocultarnos tras muchas máscaras y disfraces. No queremos decir que todos seamos hipócritas, solamente afirmamos que resulta difícil encontrar una persona totalmente transparente, pues tampoco puede uno pecar de ingenuo para que lo acribillen y lapiden impunemente.

En ocasiones nos ocultaremos por prudencia, sencillez, atención y humildad; en otras, tal vez, por malicia, cobardía, falsedad o doblez (en masculino, es el pliegue de una cosa, mientras en que femenino significa hipocresía). Pero, una cosa es utilizar una máscara por protección y otra, muy diferente, circular a perpetuidad con el embozo a cuestas.

El escritor nicaragüense, Sergio Ramírez Mercado, tituló una de sus obras Un baile de máscaras, donde narró la preparación del nacimiento de un niño que tiene lugar el 5 de agosto de 1942 en el pueblo de Masatepe, pero toda la atención estaba centrada en el baile de máscaras que se celebraría ese día, aunque acontecieron infinidad de hechos en torno, como el fallecimiento de una hechicera, el suicidio de un miembro de la comunidad, riñas familiares y un torrencial aguacero, por lo que el baile se suspendió y todo se centró en el nacimiento del niño.

Giuseppe Verdi también tiene una ópera llamada Un baile de máscaras, basada en el asesinato del rey de Suecia, Gustavo III, en 1792. Sin embargo, la censura le hizo trasladar la ambientación de Escandinavia a Boston, y datarlo en la centuria anterior.

Luigi Pirandello dijo que usualmente los hombres usan muchas máscaras: “Aprenderás a costa tuya que en el largo viaje de la vida te encontrarás con muchas máscaras y pocas caras”. Todas, “máscaras podridas”, aseguró Octavio Paz.

¿Uso muchas máscaras?