¿Un coronel para pacificar a Culiacán? El modelo militar en seguridad pública

Alejandro Sicairos
07 julio 2021

El desempeño del capitán Óscar Guinto Marmolejo como Secretario de Seguridad Pública y Tránsito Municipal de Culiacán transcurrió igual que sucede con el resto de los mandos militares asignados a la protección de los sinaloenses. Asumen los cargos como estímulo a sus carreras castrenses, una especie de año sabático, que pretende sobre todo el impacto de la presencia castrense más que la huella de buenos resultados que pudieran dejar, no se diga de la pacificación que pasa a ser la última de las prioridades.

La hoja de servicios en el Ejército Mexicano los convierte en prácticamente intocables por los gobernadores o alcaldes a los que sirven, aunque no se subordinan a ellos. Guinto Marmolejo nunca obedeció ni tomó en serio al Presidente Municipal Jesús Estrada Ferreiro y privilegió la obediencia al Secretario de Seguridad Pública del Gobierno del Estado, teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo. Designado en la SSPyTM cuando era Alcalde el priista Jesús Valdés Palazuelos, el edil morenista lo tomó como un estorbo en lugar de coadyuvante.

Sin embargo, diferencias y rangos aparte, las cuentas que rinde Guinto Marmolejo no son buenas. No lo son porque Culiacán prosiguió como foco rojo en delitos de alto impacto, principalmente homicidios con 255 colonias que al menos registran cada una la privación violenta de una vida humana; el municipio está dentro de los primeros 10 que más feminicidios reportan en todo el País y también posee el récord oprobioso en desapariciones forzadas.

Primero a cargo de la seguridad pública en Navolato (marzo y abril de 2017) y luego al mando de la Policía de Culiacán (abril de 2017 a julio de 2021) acabó siendo un operador impávido del control policial. Nada debería agregarse después de evaluar el comportamiento imperturbable que registró durante el “Culiacanazo” del 17 de octubre de 2019, o la actitud grosera que ofreció a madres de desaparecidos que le exigían investigar la presunta participación de agentes preventivos en “levantones”.

El recuento de daños que le corresponde al ahora ex Secretario de Seguridad Pública de Culiacán es el mismo que les atañe a los hombres de verde olivo que fueron comisionados para imponer la ley restablecer la tranquilidad. De igual manera la presencia de la Guardia Nacional, la última carta del Estado contra la gran delincuencia, adolece de señales alentadoras ya que desde su llegada a Sinaloa en julio de 2019 ilícitos como las desapariciones forzadas se han disparado.

No se les pide a los militares encargados de la seguridad pública algo más allá que el peso de la insignia. La sola presencia de ellos al frente de las policías, así se supone, inhibe a la delincuencia y el delito consuetudinario baja de intensidad mientras que al crimen organizado acostumbrado a corromper a mandos civiles se le dificulta llegar a arreglos con los asignados por el Ejército Mexicano. Al menos eso dice la teoría.

Por tales razones los cambios que se realizan, como el implementado ayer en la capital de Sinaloa al tomar el coronel Mauricio García Rodríguez la estafeta de la SSPyTM, se ajustan al modelo de desplazamiento de tropas y poco o nada tiene que ver con el balance de cómo desempeñan los militares las funciones asignadas. En la jerarquía que ocupen en los gobiernos estatal y municipales dejan mucho que desear y no están obligados a rendir cuentas.

Pero todo relevo en las cúpulas de la seguridad pública sustituye también las decepciones y le abre espacio a la esperanza. La llegada del coronel García Rodríguez a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal presupone un acuerdo con el Gobernador electo, Rubén Rocha Moya, para que la renovación de mandos en dicha área comience como parte del proceso de entrega-recepción que está en marcha. Hay que recordar que el Mandatario estatal en turno lleva mano al designar al jefe de la fuerza policial de la capital.

Con 30 años al servicio del Ejército Mexicano, Mauricio García se caracteriza por promover la empatía ciudadana con la causa militar. Es de acendrada disciplina marcial y en realidad viene a Culiacán a calarse en el servicio público sin deberle su nombramiento a ningún funcionario local. ¿Su llegada al mando policial culichi es un premio a su trayectoria en la Secretaría de la Defensa Nacional? Muchos creen que por más día de campo que sea, tal cargo representa ganar la rifa del tigre y sin comprar boleto.

Nótese el respaldo federal que trae ya que al tomar posesión fue acompañado de la élite política y militar: Jaime Montes Salas, representante del Presidente Andrés Manuel López Obrador; Cristóbal Castañeda Camarillo, Secretario de Seguridad Pública del Gobierno del Estado; el teniente Jesús Alberto Martínez Mendoza, por la Novena Zona Militar; el General Isaac Bravo López, comandante de la Guardia Nacional en Sinaloa y Juan Osuna González, comandante de la Base Aérea Número 10.

El coronel García llega muy bien respaldado. Lo que falta por ver es si viene a Culiacán en un esquema de vacaciones con todo pagado o trae la instrucción de poner orden y dar seguridad.

Pues tráiganos más generales,

A luchar contra la violencia,

Antes que los mandos reales,

Aniquilen nuestra paciencia.

Son de esperarse durante las próximas semanas renuncias y nombramientos en la estructura sinaloense de seguridad pública. Ya se habla de la posibilidad de que Marco Antonio Almanza Avilés, el actual jefe de la Policía de Investigación, asuma como Secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Rocha Moya, ascenso que deberá ser evaluado y autorizado por el alto mando del Ejército. ¿Qué tantos civiles y cuántos soldados caben en la estrategia del próximo Gobernador para pacificar a Sinaloa? El Gobernador electo tiene la palabra.