Una mujer a la labor de limpieza del PAN. Misoginia domada o mea culpa masculina

Alejandro Sicairos
26 octubre 2021

Después de casi dos décadas de que Alma Alcaraz Hernández dio importantes golpes de timón al ocupar la Secretaría General del Partido Acción Nacional en Sinaloa, el “Club de Toby” albiazul por fin le apuesta a que otra mujer lo rescate del naufragio político que no ocurrió el 6 de junio de 2021 sino mucho antes, cuando en 2010 el PAN le sirvió de acomedido puente ideológico a Mario López Valdez para que transitara en aquel sexenio de la deshonra donde corrupción, crímenes e impunidad bailaron la danza de los impúdicos.

Ahora sí, con las aguas negras del descrédito hasta el cuello, que vengan las damas y limpien las cloacas. Que traigan suficientes escobetas y jabón para borrar las inmundicias de tantos años de convivencias con las peores prácticas de la política y la narcopolítica. Que les pongan perfume de mujer a los pasillos nauseabundos de las siglas donde anidaron las peores prácticas del poder, desde la curul concedida a la “chapodiputada” hasta el matrimonio por conveniencia con la marca del corazón ferretero.

Es que en una versión adaptada de “Los Miserables”, la obra de Víctor Hugo que narra la saña de la justicia contra el hombre que robó un pan, en el partido homónimo ninguno quiere hacerse responsable de las migajas que quedan de aquella organización que en dos ocasiones obtuvo la Presidencia de la República y en 2010 pudo ser gobierno en Sinaloa a no ser por el ardid de un priista que usó las siglas blanquiazules para tomar el mando, realizar la gran estafa y en el camino le restableció la tonalidad tricolor a su mandato.

Se trataría de la primera mujer en asumir la presidencia del Comité Directivo Estatal, dato que por sí mismo es una afrenta para el PAN eternamente sostenido en Sinaloa como bastión antifeminista que bien pudo salvarse a tiempo con trayectorias destacables como las de María Serrano, Alma Alcaraz, Luisa Urrecha, Minerva Salomón, Tania Morgan, Catalina Frank y Judith Del Rincón entre muchas más, que con pertinencia histórica habrían hecho la contribución a encauzar al partido por la doctrina y divisas fundacionales, salvándolo de la actual catástrofe política o al menos haciendo menos traumáticas las derrotas política y moral.

Por una parte, está bien que el PAN acuda en Sinaloa a una mujer, así se trate del simulado respeto a la equidad de género, como última posibilidad de recuperar la credibilidad que alguna vez tuvo y la echó por negligente a la alcantarilla de la ignominia. Sí, qué bueno, aunque la táctica es hipócrita con el único fin de ocultar bajo enaguas los fallidos liderazgos que desde 2015, con Edgardo Burgos Marentes a cargo, malbarataron la ideología gomezmorinista en los bazares de las componendas.

Sin embargo, con todo y los fingimientos de inclusión, nada hay más allá de la única apuesta que queda para que el empuje femenino saque al PAN del atolladero en que está en Sinaloa luego de quedar reducido a cuarta fuerza política estatal y con evidente debilidad operativa para incidir en decisiones desde el Gobierno del Estado, Poder Legislativo, Presidencias Municipales e inclusive en la participación cívica. Esto significa la urgencia de ir por redefiniciones profundas y la reconquista desde cero de la militancia y adherentes que ahuyentó el panismo depravado. Reinstalar en la fe social la esperanza azul hoy perdida será una obra limítrofe con lo imposible.

Una vez que el Movimiento Regeneración Nacional pague el costo de ser gobierno, poder avasallante cuya prolongación se torna inviable por estar a expensas de una sola figura, la de López Obrador, habrá la acostumbrada reconfiguración mental del electorado que volverá la mirada a los alrededores buscando en qué o en quién depositar de nuevo la confianza. Solamente en la eventual circunstancia de que el PAN entienda que debe renovarse, desposeyéndose de los harapos de partido ruin, en la misma proporción volverá a cotizarse bien en la oferta comicial y nadie mejor que una mujer para regenerarlo como opción fiable para sufragantes de inacabada expectativa de cambio.

Y en caso de resultar auténtica la voluntad por desechar los modelos inoperantes e intentarlo con mecanismos reformistas, el camino por poner a una mujer frente a la dirigencia estatal es el correcto en el PAN. La clave está en encontrarla con los requerimientos que plantea la coyuntura interna complicada, arroparla con la unidad institucional, hacerla honesta y que además lo parezca, dejando atrás actitudes misóginas y machistas que en los hechos han fracasado estrepitosamente.

¿Quién será esa mujer? Que lo digan los consensos sin que la resolución del liderazgo meta al PAN a una nueva crisis doméstica. De que las hay las hay con los necesarios arrestos que exige la labor titánica de reposicionar al partido electoralmente con la vuelta a los principios y cumpliendo la faena de la sanitización de intenciones y personajes como condición indispensable para retomar la era de la confianza ciudadana y la autenticidad de propósitos.

Ahora que es pan de muertos,

Por sus reyertas intensas;

Quieren endulzar los entuertos,

Haciéndolo pan de trenzas.

Después del fracaso de Carol Arriaga García que resultó un “fantasma” liderando al Movimiento Regeneración Nacional en Sinaloa, la efímera representación de Américo Villarreal, la nómada dirigencia de Raúl Elenes y la labor de bateadora emergente que ha realizado María Inés Pérez Corral, la gente está preguntando quién lleva el timón local de este partido, a qué hora funcionan las oficinas estatales y cuándo y cómo localizar a quien resulte dirigente en estos momentos. Se le agradecerá a quien pueda proporcionar información.