Una nueva primavera

Rodolfo Díaz Fonseca
12 abril 2021

La pandemia se abatió sobre toda la humanidad como terrible catástrofe, pertinaz tormenta, demoledor terremoto, descomunal tsunami y dolorosa herida en millones de familias. No es posible pensar en una nueva normalidad, pero sí hay que abrir paso al pensamiento de una nueva y esperanzadora primavera.

Este fatídico invierno debe ser superado con toneladas de fortaleza, fe, amor, trabajo, decisión, emprendimiento, entusiasmo y convicción. Una vez finalizada la tormenta es necesario abrir las cortinas y descorrer los cerrojos para contemplar el nuevo amanecer. Las heridas cicatrizarán, nacerán nuevos brotes, el sol volverá a brillar y la alegría danzará sobre el arco iris.

Este fue el mensaje que el párroco Friedrich Adolf Krummacher transmitió a una mujer atribulada, enferma, deprimida y sin esperanza, según narró el Padre Willi Hoffsummer. La enfermedad postró a esa mujer impidiéndole que llevara adelante sus planes y proyectos, sentía que la derrota había entrado en su casa clausurando cualquier rendija al futuro.

El párroco se acercó a la ventana y exclamó: “Pero, ¡qué miseria de árboles tiene usted en su jardín!... Están todos muertos y resecos. No se ve ni una miserable hoja. ¿Por qué no los manda talar?”

La enferma, estupefacta, se quedó mirando con incredulidad al párroco. “¡Pero, si estamos en invierno!... Cuando llegue la primavera seguro que vuelven a retoñar”, replicó.

Krummacher miró fijamente a la enferma y le dijo pausadamente: “De árboles sabrá usted mucho, pero en lo que a usted se refiere, no se las arregla demasiado bien. En su corazón, también ahora es invierno, pero, ¿no cree usted que el Dios fiel y compasivo puede darle una nueva primavera? La esperanza y la confianza deben brotar como el tierno verdor después de un crudo y prolongado invierno”.

¿Abro confiadamente mi corazón a una nueva primavera?