Una sacral alondra

Rodolfo Díaz Fonseca
25 febrero 2023

Siguiendo con el tema del oculto amor de los enamorados de Verona, que inmortalizó Shakespeare en su inmortal relato, debemos recordar que después de casarse en secreto y pasar la noche juntos en la alcoba de Julieta, Romeo escuchó el canto de la alondra que anunciaba el amanecer y le dijo a su amada que debía partir para no ser descubierto. Sin embargo, Julieta, sumergida en el lecho, trató de retenerlo y convencerlo de que era el ruiseñor, ave que canta al iniciar la noche.

El nombre de alondra deriva del latín “alauda”, que parece ser un préstamo celta. El ave se conocía también con el nombre de “galerita”, porque el galerus era un casco con penacho popular entre los galos (Gallia se llamaba a Francia), lo que semejaba al pájaro. De hecho, Julio César llamó a una legión, “Gallica alaudae” (Gálica Las Alondras).

Pues bien, esta ave que anuncia el amanecer prefirió cantar al anochecer el jueves en la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, de Pericos, en las virtuosas manos del cuarteto “Marketo String Quartet”, integrado por músicos de la OSSLA, ejecutando dos violines, viola y violoncello.

El cuarteto La alondra recibe su nombre de la melodía alada que se escucha en el primer movimiento (tiene cuatro movimientos) y del virtuosismo y velocidad del último. Además, conviene tener presente que es más fácil recordar un sobrenombre que el número correspondiente: Op. 64, No. 5. Haydn compuso 68 cuartetos para instrumentos de cuerda y 104 sinfonías.

Titulamos “Una sacral alondra” a esta obra, porque fue interpretada en la iglesia construida casi a la par del cuarteto (el templo se construyó entre 1800 y 1802, y el cuarteto fue compuesto en 1790), por voluntad de Francisco Peiro y Josefa Pérez.

¿Me interioriza la música?