Vida contaminada

Rodolfo Díaz Fonseca
03 abril 2020

""

rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

 

El tema recurrente es la pandemia universal. Se habla con profusión del virus actual que convulsiona al mundo, pero poco se reflexiona sobre los virus con que solíamos vivir.

Hoy se reaquilatan valores, sentimientos y virtudes que anteriormente se desechaban o, al menos, se soslayaban. El dinero, los bienes materiales, la fama, la moda, el glamur y todo aquello no esencial, en que muchas veces depositamos nuestra identidad y razón de ser, han quedado pulverizados.

El ser humano renacerá y se desprenderá de todas aquellas capas que endurecían la epidermis de su alma. Sí, ésta es la gran oportunidad para detenerse, contemplarse en el espejo y reemprender nuevos lazos de fraternidad, convivencia y solidaridad.

Zygmunt Bauman bautizó modernidad líquida a esta sociedad en que se disolvió el sentido de pertenencia, reforzando una pétrea individualidad. La anemia de convivencia se agudizó al extremo de vivir en una individualidad colectiva. La crisis sanitaria nos indica que es momento de romper ese caparazón.

El jesuita español Benjamín González Buelta publicó en 2010 un texto con gran contenido premonitorio que tituló Vida contaminada:

“Respiramos la cultura que nos envuelve a todos, el oxígeno que nos da vida y los virus que nos socavan. Bebemos las relaciones que llegan a nuestro rostro, la sonrisa que nos hidrata y las bacterias que nos minan. No podemos andar por la calle con una máscara en la cara que nos aparte del pueblo para filtrar los cantos y los besos. No podemos huir al vacío de la soledad y la asepsia, donde no hay vida ni muerte luchando por el futuro. Al acoger en nosotros la vida contaminada, te acogemos a ti, que estás dentro de la vida y la purificas con tu aliento en el horno ardiente de nuestra intimidad”.

¿Descontamino mi vida?