Viejos los cerros… y el PRI. El feo desprecio a jóvenes

Alejandro Sicairos
21 marzo 2018

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alexsicairos@hotmail.com

 

Por lo que se ve resultará más fácil regresar a los militares a los cuarteles que retirar a los viejos priistas de la política. Si están viendo que los electores abominan encontrar los mismos nombres y ambiciones en la boletas electorales y aun así reinciden, demos por hecho entonces que el Partido Revolucionario Institucional está compitiendo para perder la elección.

El retorno del PRI al parque jurásico ha de calar hondo en su dirigente joven, Carlos Gandarilla García, y en el recién designado líder de las juventudes, Gerardo Vargas Torres, que ven cómo el sector al que ellos pertenecen y representan quedó relegado en la listas de candidatos a diputados federales por la vía plurinominal.

Los dos tienen que experimentar por lo menos tantita pena porque la promesa de oxigenar al partido cae estrepitosamente al acaparar personajes como Alfredo Villegas Arreola y Luis Vega Aguilar las postulaciones de representación proporcional, privilegiándose cuotas de poder por encima de fortalecer al tan cacareado “nuevo” PRI.

Las están perdiendo todas los “cachorros” que desde la cuna de cacicazgos políticos emergen como nuevos reyes de las hordas tricolores. Gandarilla y Vargas son de esos retoños cuyos padres se han hecho a un lado para abrirles cancha en la lid electoral, lo cual les resulta inútil por aferrarse los viejos a las candidaturas.

Suerte para la próxima porque el PRI, que se dice renovado y moderno, luce anciano en Sinaloa al discriminar a los jóvenes en la definición de candidaturas para los cargos públicos que se resolverán con el voto el primero de julio. Magistralmente, los “dinosaurios” políticos resucitan en la era en que se creían extinguidos.

Estamos ante un PRI que “chochea” pues sin que le cueste esfuerzo regresa a la costumbre de aparentar en el discurso lo que no hace en los hechos. Es algo así como el “chavorruco” del barrio que deja residuos de dentadura postiza por donde pasa mientras luce atavíos llamativos para hacer creer que es dieciochoañero.

Se han vuelto a volar la barda los estrategas del comité ejecutivo nacional que al falso resurgimiento de su partido le han invertido la escala evolutiva, a tal grado que superan el guión de Eric Roth y la dirección de David Fincher en la película “El curioso caso de Benjamin Button”. 

Hay de todo. Desde la calaña de Daniel Amador Gaxiola, que adiestra a su hijo para que prolongue el tedioso cacicazgo magisterial, hasta Heriberto Galindo Quiñónez que públicamente prometió que la frustrada aspiración al gobierno de Sinaloa en 2016 sería su adiós en la política y como consejero de José Antonio Meade alista nuevos cargos públicos bajo la sombra del PRI.

El espectáculo es deprimente, de cara a la votación en puerta. El fingimiento del PRI pareciera ser la última carta a jugar en el complicado escenario electoral y qué más tragicómico que el cónclave de ancianos escenificando la mentira del nuevo PRI, aquel que les da una patada en el trasero a los jóvenes y los regresa de nuevo al final de la fila de espera.

Fea manera de quitarle oportunidades a Sinaloa que seguirá esperando a la nueva generación de líderes que, tal vez, haya aprendido la lección de la historia y se avergüence de la herencia que reciben de los ancestros de la política.  

 

Re-verso

Debieran tirar la toalla,

Y sentarse a dar consejos,

O perderá la batalla,

El PRI con perfiles viejos.

 

Los veteranos

Audómar Ahumada en el PRD, Alejandro Higuera en el PAN y Héctor Melesio Cuén en el PAS debieran pensar en jubilarse una vez que finalice el proceso electoral en curso. La sangre joven le urge a la política, tanto como el Ensure a esta arcaica clase remisa.