Vivir con ilusión

Rodolfo Díaz Fonseca
07 enero 2023

rfonseca@noroeste.com

rodifo54@hotmail.com

Sin ilusiones no se puede vivir; sin embargo, muchas veces se exacerban hasta convertirlas en quimeras, fantasías o engaños, como al hacer castillos en el aire con una ingenuidad extrema.

La palabra ilusión puede entrañar dos significados; el primero, al que ya nos hemos referido, es el engaño; el segundo, por el contrario, se vincula a la esperanza o a expectativas favorables (lo cual no significa que se alienten o aguarden sin trabajar para conseguirlas).

El autor español Pedro Ortega Campos, en su libro “Notas para una filosofía de la ilusión”, señaló que los medios de comunicación nos atiborran con noticias desesperantes que invitan a la depresión: “Las alarmas reiteradas de guerra nuclear, la contaminación de la tierra y de las estrellas, el reto semanal de la muerte en carretera, la irritación emocional que genera la superpolitización, el terrorismo y el golpismo... La mitad de la población sufre depresión. Si las distancias han sido acortadas, también los horizontes vitales. Las comunicaciones no solo transmiten mensajes, sino que los crean, los manipulan... Hemos pasado del optimismo al pesimismo entusiasta. El desencanto por doquier”.

Subrayó que vivimos en un mundo anémico de ilusiones y, se preguntó si no habrá manera de mantener activa alguna ilusión. “La ilusión, dijo, no es autoengaño sino depuración; no es adorno sino vital fundamento de la existencia humana. La ilusión no ruega la realidad, sino que la transfigura. El hombre de hoy debe ilusionarse sin desencializarse, sin separarse de su naturaleza”.

Precisó que la filosofía juega un importante papel para encender la ilusión: “La filosofía purifica y envalentona la ilusión cuando se expresa como un juicio firme contra la muerte, el espectáculo, la decepción... Si la ilusión se pierde, la vida se desorienta, se exprime, se deprime, se apaga”.

¿Vivo con ilusión?