Vivir plenamente

Rodolfo Díaz Fonseca
30 junio 2020

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rfonseca@noroeste.com
@rodolfodiazf

 

Es paradójico que la pandemia proporcione oportunidades para mejorar nuestra vida. ¿Cómo convertirla en nuestra aliada? El neurólogo y psicólogo Boris Cyrulnik, autor de “Escribí soles de noche, literatura y resiliencia”, ofrece varias pautas al respecto.

Al entrevistarlo sobre el Covid-19, expresó que el progreso es ambivalente, pues conlleva riesgos y oportunidades: “La modernidad nos hace cada vez más vulnerables. Mejora las condiciones materiales, pero crea problemas que no puede controlar. Esto es cierto, por ejemplo, para las pantallas, que mejoran increíblemente nuestra comunicación, pero que destruyen nuestras relaciones emocionales y nuestra psique. Esto es cierto para la esperanza de vida, que está aumentando gracias a nuestro progreso técnico, mientras que las enfermedades degenerativas, los cánceres y los infartos aumentan constantemente. El coronavirus es un nuevo signo de nuestra vulnerabilidad”.

Señaló que nuestra sociedad se ha vuelto muy individualista y, por eso, cuesta intimar con profundidad: “En cualquier caso, nuestras sociedades se han vuelto ansiosas porque ya no hay suficientes reglas para vivir juntas y el individualismo se ha desarrollado de manera extrema. Entonces, hemos visto reaparecer la violencia en todas sus formas, la violencia de las violaciones, la violencia entre pandillas, la violencia gratuita”.

Expresó que por la pandemia se restringió el contacto humano, pero ésto ya existía de por sí: “Por supuesto, pero ya teníamos cada vez menos contacto humano antes de la epidemia. La pantalla, que mejora la comunicación, altera las relaciones humanas. Cuando nos comunicamos por pantalla o por SMS, como lo hacen los jóvenes, la relación humana se deteriora, se daña”.

Sin embargo, se mantiene tremendamente optimista: “Voy a tener 83 años, así que la muerte, para mí, se está acercando. Solo puedo consentirlo y vivir lo mejor que pueda… Solo puedo tratar de vivir plenamente mientras espero”.

¿Vivo plenamente?