Y mientras...

Guillermo Osuna Hi
15 julio 2017

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Inicio el tema de hoy, evocando un fragmento de una canción infantil de la autoría del maestro Mario Rojas: “Señor, señora, muchacha, recojamos la basura, que mueran las cucarachas, que enferman a sus criaturas...”
A lo largo de la historia de la humanidad, conforme vamos avanzando social e industrialmente, cada paso dado, por el que se supone es el ser racional del planeta, ha sido acompañado por una y mil agresiones a la naturaleza, a nuestro medio ambiente.
Una de ellas es la basura, alentada por el consumismo, por la vana percepción de poder que nos da el tener, conducta que al final se convierte en un costosa generadora de desechos; en desperdicio de cosas  y alimentos.
La basura, nuestra basura, es como esas enfermedades que no se ven, pero que avanzan lentamente por los andurriales internos del organismo, hasta que vencen la salud del distraído afectado, conduciéndolo   a un estado de crisis que puede ser fatal.
Las cifras que a nivel mundial contabilizan organismos como Global Waste, patrocinados por la Organización de Naciones Unidas, nos hablan de cifras terroríficas de basura, indicando que en el mundo,  diariamente se producen cerca de 4 mil millones de toneladas, de las cuales, muy pocas van a parar a centros de reciclaje.
En ese sentido, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Alemania se destaca en reciclado, ya que el 65 por ciento de sus desperdicios se someten a procesos para su reutilización bajo diversas formas, mientras que en México, solo se recicla el cinco por ciento de las 100 mil toneladas diarias que se producen a lo largo y ancho del País.
En Sinaloa rascamos los tres millones de toneladas diarias, de las cuales, 600 corresponden a Mazatlán, cuya media por habitante rebasa el parámetro nacional al llegar a 1.19 kilos por cabeza contra 860 gramos promedio por persona.
Vale aclarar que estamos hablando solamente de basura en la tierra, ya que las aguas de los mares y los ríos también están saturados por objetos de todo tipo, principalmente de plástico.
En nuestro País, en la mayoría de los estados, el acopio de basura se realiza al aire libre, de manera muy primitiva, sin ninguna medida para mitigar la contaminación que de los acumulamientos se desprenden.
Adentrarse en cualquier vertedero de basura al aire libre, como el de Mazatlán, por ejemplo, es descubrir un mundo que parece irreal, en el que decenas de personas de todas las edades, nadan en un mar de desperdicios, procurando recoger los desechos que les representan el ingreso familiar y, otros más, tratando de sacar sobrantes alimenticios para hacer la comida del día, haciéndole frente a perros y ratas hambrientas.
Entre olores nauseabundos y bichos de toda clase, algunos de los llamados pepenadores establecen sus viviendas en las orillas de las montañas de basura; es un ambiente que aparenta ser inviable para la vida humana, sin embargo, las personas que ahí habitan, coterráneos nuestros, que están fuera del foco de la atención social; gente que es una muestra palpable de los extremos hacia los que puede conducir la pobreza.
Si bien es cierto que la basura representa para algunos su hábitat, su fuente de ingresos y su despensa, la realidad es que también significa una verdadera amenaza para el medio ambiente, sobre todo en países como el nuestro, en los que los desperdicios son concentrados en tiraderos al aire libre, sin ningún control sanitario y de los cuales se desprenden elementos contaminantes para los mantos freáticos y gases que envenenan la atmósfera.
Por otro lado, los vertederos de desechos, ofrecen posibilidades extraordinarias de conversión para generar energía limpia, y para ello, hay dineros ofertados por el Banco Mundial; lo que falta es gestión de los tres niveles de Gobierno.
Regularmente los denominados basurones, están alejados de la vista de los moradores  de los centros urbanos. No los vemos ni los sentimos de manera directa, pero por más alejados que estén de nosotros, a todos nos toca una cuota de la contaminación que de ellos se desprende.
El tema de la forma en la que disponemos de la basura, no entra en los planes de los distintos niveles de Gobierno, ya que los depósitos no son palpables para la mayoría de la población, y tal circunstancia, provoca que electoralmente no tenga mucha rentabilidad pensar en medidas de solución para tan grave problema, pues deja más la forma que el fondo. Como el adoquín y la piedra pórfida, por ejemplo.
Y mientras que la basura representa toda una amenaza, nosotros, con fervor cantinero seguimos exclamando ¡Puro Sinaloa! ¡Buen día!

 

osunahi@hotmail.com