A Jesús su familia lo buscó por casi cinco años, pero todo ese tiempo su cuerpo estuvo en el Semefo
Desapareció en junio de 2019 y fue entregado hasta abril de 2024; su hermana Regina y sus padres hoy lo visitan en el panteón 21 de Marzo, en Culiacán
Jesús Adrián desapareció el 12 de junio de 2019. Su familia lo buscó durante cuatro años y diez meses, hasta que en abril de 2024 la Fiscalía de Sinaloa les informó que su cuerpo había estado todo ese tiempo en el Servicio Médico Forense.
Este 1 de noviembre, su familia acudió al panteón 21 de Marzo, donde Jesús fue sepultado hace un año.
“Lo que pasa que la historia de mi hermano es algo triste porque él desapareció. Tenía desaparecido cuatro años y 10 meses y él estaba en Semefo”, contó su hermana Regina.
El reporte de desaparición, cuenta, lo hizo un mes después de que desapareció y a los meses le hicieron una prueba de ADN a su mamá.
Casi cinco años después una investigadora de la Fiscalía retomó el caso y encontraron el cuerpo de Jesús.
“El detalle está en que nosotros lo buscábamos vivo, con la esperanza de que estuviera vivo, pero no”.
Jesús, amante de la pesca, tenía 37 años cuando lo mataron. Según los registros, recibió un disparo en la cabeza un día después de su desaparición.
“La noticia buena fue que el cuerpo de él estaba congelado. No le echaron a la fosa común porque la fosa común común ya estaba llena”, dijo.
Regina quien reconoció su cuerpo, a través de fotografías y de la ropa que llevaba el día que lo mataron.
“A él le gustaba mucho andar pescando para el lado de La Divisa... cuando a él lo mataron, él traía en un costal su atarraya, una mochila. Yo miré las fotos en el lugar donde lo mataron y ahí miré el costal y dije, miré el cuerpo de él... con su mochilita y una cubeta donde le echaba sus pescaditos”.
Su espacio, es apenas un montículo de tierra seca que Regina rasga con una pala, mientras sus padres observan.
“Él era muy sonriente, llegaba a mi casa, me llevaba cualquier detallito y mi esposo le regaló una tarraya porque sabíamos que le gustaba pescar y pescaba con anzuelo”, recordó Regina.
Aunque la investigación no avanzó, su familia decidió no seguir insistiendo.
“La justicia la va a hacer Dios”, dijo.
Hoy, frente a su tumba, Regina resume lo que fue casi un lustro de búsqueda.
“Nosotros lo que queríamos era su cuerpo y sepultarlo. Pero igual, yo siempre estuve con la esperanza de que estuviera vivo, pero no fue así. Tuvimos que pasar a ese dolor”.