Brenda, la maestra de Culiacán que da un extra en la educación
"En la primaria Álvaro Obregón, la docente no se limita a dar clases, concreta proyectos, busca en los niños crear conciencia y generar cambios en su entorno"
En la sierra, un fierro y una lámina hacen la función de una campana. Con el fierro pegan a la lámina y el ruido se propaga por todo el rancho anunciando que la hora a clases se aproxima.
Tres toques en diferentes tiempos son suficientes. El primer contacto del fierro con la lámina, tiene como finalidad despertar al pueblo y en el segundo, es para que los niños se alisten.
Con el tercer toque, los niños deben suspender todo, coger su mochila, salir de casa y trasladarse a la escuela donde los maestros los esperan para empezar a trabajar con ellos.
Los tres toques con un fierro, parte de la memoria profesional de la maestra Brenda Ornelas Velázquez, quien antes de tener una plaza en Culiacán, recorrió varias comunidades de la sierra.
LA MAESTRA
Brenda es una maestra, en la Escuela Primaria Álvaro Obregón, como pocas, no se limita únicamente a impartir clases en aula, sino que va más allá, por convicción, le gusta dar el "plus".
Después de la secundaria que estudió en la Técnica Número 1 del Infonavit Humaya, de 1990 a 1993 cursó el Bachillerato Pedagógico donde llevó materias básicas para ingresar a la Normal.
Filosofía, historia, pegadogía, teatro, danza, estadística, sociología, investigación educativa y psicología, parte de las asignaturas que enfrentó en el Pedagógico.
Antes de ingresar a la Escuela Normal de Sinaloa buscó un espacio en la Escuela de Medicina, donde no lo consiguió; cree que no le ayudó el perfil de bachillerato.
El tiempo le confirmó que la Medicina no era lo de ella, sino la docencia. La invitación a quirófano a presenciar tres partos fue suficiente para poner las cosas en su lugar.
En 1993 ingresó a la Escuela Normal y en 1997 concluyó sus estudios. Ese mismo año le dieron una plaza en el municipio de Choix, trabajando específicamente en San Javier.
Dio clases en un punto donde no había señal de televisión, había un teléfono en un abarrote que a veces no servía, el celular todavía no llegaba, vivían incomunicados.
Compartió sus conocimientos a los niños en un lugar fuera de civilización. En San Javier la costumbre era dar los tres toques con un fierro para llamarlos a la escuela.
“A pesar de ser un pueblo muy alejado, la gente era muy respetuosa con los maestros y nos pedían hasta recetas de comida”, añadió Brenda Ornelas.
En ese pueblo se hizo amiga de una doctora que le dio asilo en el Centro de Salud donde aprovechó para tomar un curso de primeros auxilios y participó en una campaña de vacunación.
Llevó a los niños información de salud a través del teatro guiñol.
“Realizamos campañas de salud con las obras guiñolescas”, recuerda la maestra.
EL PRIMER BRINCO
De San Javier brincó a la ciudad de Guasave. La maestra lo considera como el mejor lugar que marcó su profesión. Era la más joven de la planta docente y sus compañeros eran muy agradables.
Las actividades socioculturales ella las hacía y sin temor tomaba el micrófono para sacar adelante los eventos que le asignaban.
Hubo uno, recuerda, que se llamó Fiesta de Colores, convocado por el programa Escuela Solidaridad. Escuela de varias regiones concursaban y se culminaba con un campamento.
“Fue una de las mejores escuelas en las que todo el personal parecía estar conectado con el compromiso de servir, ser los mejores”, manifestó Ornelas Velázquez.
Terminó el ciclo escolar en Guasave y llegó a Los Norotos, Sinaloa de Leyva, donde duró tres meses, ya que se cayó del techo de la escuela por estarlo limpiando, lastimándose dos costillas.
Después llegó a Rosamorada, Mocorito; posteriormente a un ejido de Guamúchil donde la política sindical estaba muy fuerte y el maestro sólo daba clases y se iba a su casa.
Llegó a Jesús María y más tarde al Limón de los Ramos, Culiacán, donde duró cinco años. Con ayuda de sus compañeros y del director trabajó en un proyecto convocado por el Ayuntamiento.
El acuerdo fue hacer un diplomado y después una evaluación y si lo aprobaban, la escuela sería equipada con computadoras. La tarea fue lograda.
En cada una de las comunidades aprendió que hay diferentes necesidades. Se da cuenta que el plan de estudios de la SEPyC es sólo una guía. Como maestros tienen libertad de enseñar más.
Hay maestros, considera, que cumplen horario, como pasa también en las empresas, mientras otros rompen esquemas y diseñan cambios, no por obligación, sino convicción.
PREPARACIÓN SIN DESCANSO
A la par de su carrera como maestra, en vacaciones de verano, lejos de descansar, se iba al estado de Nayarit a continuar estudiando. Estudiaba la Licenciatura en Español.
De cinco años, pudo cursar cuatro, los problemas económicos le impidieron continuar. La licenciatura se la financiaba con sus sueldos y otros préstamos personales.
“Aprendí que educar es un arte, el por qué diseñar, moldear y buscar tus propias técnicas, eso es lo que hace al maestro, no todos somos iguales”.
Manifiesta que cuando un maestro se mueve, genera un mover a los demás y eso se puede volver un obstáculo.
“No sólo se trata de tiza y pizarrón, también es generar cambios”.
Para trabajar con los alumnos, primero investiga quiénes son y sus necesidades. Establece reglas dentro y fuera del aula. Se convierte en autoridad y amiga. Genera confianza y respeto.
“Un maestro es una especie de investigador y los años de experiencia te dan la pauta para saber a qué tipo de personalidades nos enfrentamos, no se trata de llegar y dar clases como comúnmente la gente cree”.
Considera que su trabajo es de conciencia, labor social, una mezcla de todo que genere solución.
Enfatiza que un niño con problemas lo manifiesta con actitudes diversas. Cuando es demasiado callado, indica algo fuerte.
“Es muy importante que papá y mamá creen un buen ambiente en casa, eso es la base para que su hijo o hija sean personas exitosas, lo demás viene por sí solo”.
Cuando ve que un niño no está dentro de los estándares de uno sano psicológica y emocionalmente, se busca apoyo profesional, narra.
El medio ambiente, es otro de los temas que le agrada trabajar con los niños. Cree que parte de la misión en esta vida, es cuidar el lugar donde se vive.
Está convencida que cuidar el medio ambiente, va más allá de discursos y cartulinas, sino de acción.
En diciembre pasado realizó una exposición sobre ecología y reciclaje, teniendo como personaje al "Ecoloco", personaje antagónico del programa Odisea Burbujas, a quienes los niños rechazaron.
La maestra estableció contacto con los productores de esta serie de televisión de los años 80.
Como parte del "plus" en este proyecto de ecología, Ornelas Velázquez dirige a un grupo de alumnos que producen un video que sube en la plataforma de youtube.
De los proyectos que ha trabajado, varios son personales.
“Me quedan ocho años para jubilarme y siento que apenas estoy aprendiendo”.
¿Quién es?
Brenda Ornelas Velázquez, es una maestra de la Escuela Álvaro Obregón.
Con licenciatura, egresada de la Escuela Normal de Sinaloa.
Cuatro años en la especialidad de español.
Diplomado en Tecnologías.
En carrera magisterial primer nivel.
Proyectos de trabajo:
Reforestación
Aulas audiovisuales
Biblioteca
Juegos recreativos
Teatro Guiñol
Bullying
Fuente Ecológica
Conciencia ecológica y cuidado de los patios de la escuela.
Campaña de Salud.