Conocen Julio e Itzel el sacrificio de ser bomberos

05 junio 2019

"Era 1971, su madre al enterarse que quería trabajar con ellos, de inmediato se opuso, ante los riesgos que esto significaba."

Gabriel Mercado

Julio Nájar tenía apenas 17 años, le llevaba comida a sus vecinos, ahí en la colonia Centro por la Paliza y Buelna en Culiacán, veía cómo trabajaban y a veces se iba con ellos a ver la acción de cerca, y le gustó.

 

Era 1971, su madre al enterarse que quería trabajar con ellos, de inmediato se opuso, ante los riesgos que esto significaba. A él eso no le importó tanto así que fue y habló con su padre, requería el permiso por ser menor de edad, él le firmó de inmediato la autorización, sin mucho chistar.

"Le llevé la solicitud y la firmó, no batallé con él. 'Si te gustó de corazón pues adelante, yo te apoyo', me dijo", recuerda el hoy bombero retirado de 65 años.

Admite que fueron tiempos duros, tenían un solo vehículo, una International con un motor de arranque, hoy extintos, y contaban con equipo insuficiente, al grado de verse en la necesidad de prestárselo unos a otros.

"Nos prestábamos el equipo, nos turnábamos los servicios porque no teníamos equipo para todos", reconoce.

 

Así se inició como voluntario en el cuerpo de bomberos, llevó así su vida, entre las llamas, el agua, y la muerte, mientras trabajaba en la industria de la construcción para sostener a su familia. Tuvieron que pasar 30 años para que fuera formalmente contratado como empleado con los "tragahumos".

Su hijo también ingresó, Ismael Nájar, el mismo Julio presume ser quien le inculcó sumarse a los bomberos, "para servir a la sociedad y a la comunidad", pese a haber vivido momentos difíciles.

"Una vez cayó un tren en San Rafael, que está antes de llegar a Guasave, ahí se cayó el tren, llevaba pasajeros y hubo muchos muertos, es lo que más me ha impactado", comenta.

 

'Y resultó que sí me gustó'

 

Itzel Márquez es más joven. Tiene 34 años de edad, y hace seis ingresó como voluntaria, ya con dos años como personal de planta. Es parte de las 15 mujeres que colaboran con el Heroico Cuerpo de Bomberos.

"Siempre quise saber a ciencia cierta qué se sentía porque tengo familiares que son bomberos, entonces, no sé, me dio la curiosidad a ver de qué se trata, a ver si me gusta, pero resulta que sí me gustó", menciona.

Itzel es parte de las 15 mujeres que colaboran con el Heroico Cuerpo de Bomberos.

Ella reconoce los sacrificios. Los primeros años sobrellevaba el voluntariado con un empleo aparte. Hoy día aún no tiene tiempo para celebraciones de días festivos, ni siquiera cumpleaños. Pero lo más difícil, reconoce, al igual que Julio, son las muertes.

"No he asistido a servicios tan trágicos como algunos de mis compañeros, pero sí he asistido a servicios en los que yo creo no marcan más a todos, es donde las víctimas sean menores de edad, donde hay niños pequeños, me tocó un accidente que estuvo muy fuerte, donde había víctimas menores de edad, llevamos todo el equipo porque había una persona atrapada", recordó.

Pero los dos afirman que no lamentan su decisión, y estos casos, lamentables, no los hacen cejar, por el contrario, los motivan a seguir luchando por salvar vidas.

"Es parte de la labor de nosotros, mucha gente piensa que nada más estamos para atender el incidente, nosotros también estamos para prevenir, es la idea, proteger y prevenir", destaca Itzel.

"Lo que más me impresiona son los niños, es lo que más le duele a uno, ver muerto a un niño, pero hay que seguir para adelante, a sobresalir para el bien de la misma ciudadanía", concluye Julio.