‘El calor extremo no es inevitable’: especialistas impulsan acciones para reducir el impacto en Culiacán

Daniela Flores
09 octubre 2025

Durante la conferencia Calor Extremo Culiacán, la directora técnica del Centro Eure, Jimena Iracheta Carroll, llamó a transformar la planeación urbana y los hábitos de consumo ante el aumento sostenido de las temperaturas

El calor extremo que enfrenta Culiacán no es un fenómeno aislado ni un destino inevitable, sino una consecuencia que puede transformarse con planeación y colaboración, coincidieron especialistas durante la conferencia Calor Extremo Culiacán.

La conferencia magistral estuvo a cargo de Jimena Iracheta Carroll, directora técnica del Centro Eure, quien presentó los resultados del estudio pionero “Calor Extremo México”, que analiza el impacto de las altas temperaturas en cinco ciudades mexicanas, entre ellas la capital sinaloense.

El estudio fue impulsado por Centro Eure, con el apoyo del IMPLAN Culiacán, la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa y la Fundación Coppel.

“El calor extremo no es inevitable y juntos podemos lograr disminuirlo”, resaltó América Dávalos Galindo, gerenta nacional de Educación y Filantropía Familiar de Fundación Coppel.

Iracheta Carroll expuso que Culiacán podría registrar un incremento promedio de 1.76 grados para el año 2040.

“Se observa que el aumento de temperatura proyectado para Culiacán... al 2040 es de 1.76 grados, lo cual es mucho y por lo tanto es un asunto muy importante a considerar”, resaltó.

Además, señaló que desde 2003 la ciudad ha registrado algún tipo de sequía cada año, y que ha perdido 145 kilómetros cuadrados de bosque en las últimas dos décadas, lo que equivale a 6.28 kilómetros cuadrados deforestados anualmente.

La expansión urbana, advirtió, está desplazando vegetación y suelos agrícolas para dar paso a superficies impermeables, lo que eleva las temperaturas locales y agrava la sequía.

Entre las zonas con mayor concentración de calor se identificó los alrededores de Central de Abastos, Heroico Colegio Militar, el Parque Culiacán 87 y la colonia Díaz Ordaz, donde el aumento de construcciones y la pérdida de árboles han disparado los niveles térmicos, esto durante los años del 2001 al 2023.

Iracheta Carroll también destacó que la tasa de motorización de Culiacán, 607 vehículos por cada mil habitantes, es muy superior al promedio nacional y contribuye a la formación de islas de calor urbano.

“Esas tasas de motorización, pues también se está incrementando las islas de calor y las temperaturas en la ciudad”.

“Está habiendo un deterioro de la calidad del suelo en cuanto a vegetación para pasar a superficie agrícola. Entonces donde se pierde bosque, se gana superficie agrícola, donde se pierde superficie agrícola, pues se pasa pastizal o a zona de arbustos o zonas sin vegetación o se convierte en mancha urbana... todo esto tiene consecuencias, no nada más ambientales, sino también sociales y económicas muy importantes”, manifestó.

“Aunque la mancha urbana ocupa un porcentaje muy pequeño, 3.4 por ciento de la superficie municipal, bueno, es un impacto en este fenómeno es muy importante. Además, hay una red vial de casi 3 mil kilómetros y gran parte de ella, una parte importante se encuentra sin pavimentar, lo cual también genera efectos sobre el ambiente”.

Entre las estrategias propuestas destacó la recuperación de áreas verdes, el rediseño de espacios urbanos con materiales térmicos, la regulación del crecimiento desmedido y una movilidad más sustentable.

Iracheta Carroll también subrayó la urgencia de cambiar los hábitos de consumo y los modelos de producción, pues la tecnología por sí sola “no resolverá la crisis ambiental”.

En sus conclusiones, Iracheta insistió en que el cambio climático y el desarrollo urbano deben abordarse como una sola política.

“Estamos viviendo ahorita el año más frío de todo el futuro, del resto de nuestra vida. Entonces hay que prepararnos para eso”, sostuvo.

La investigadora reconoció que aunque Culiacán cuenta con un importante potencial natural para mitigar el calor, gracias a su red de ríos y zonas verdes, su expansión urbana sin control podría anular esas ventajas si no se toman decisiones firmes orientadas al desarrollo sustentable.