Organillero, identidad y tradición mexicana de más de 100 años

Manuela Bustamante
23 enero 2022

Se trata de un oficio que se ha ido perdiendo, al grado de que en México solo quedan 80 personas dedicadas a esta labor: ocho en Guadalajara, dos en Durango y uno en Tijuana, el resto permanece en el centro del País

Bernardo Trejo es uno de los pocos organilleros que quedan en México, oficio que por más de 111 años se ha transmitido de generación en generación en su familia.

De pequeño aprendió el arte del organillo y fue a los 18 años que decidió dedicarse de lleno al oficio, tocando en las calles, avenidas principales y plazas cívicas de la Alcaldía Coyoacán en la Ciudad de México.

Actualmente ya acumula más de tres décadas de experiencia.

Si bien el organillo forma parte de la identidad de los mexicanos y sigue siendo pieza esencial de la imagen del México moderno, la verdad es su origen no es nacional, sino alemán.

Fue durante la Revolución Mexicana que algunos organillos llegaron a México, fue tanto el gusto de Pancho Villa por el sonido y melodías que el instrumento emitía que se arraigaron en la cultura mexicana.

Pancho Villa portaba su ejército con uniformes color beige o caqui, de ahí que los organilleros se vistan igual, es por ello que se les conoce como “Dorados de Villa”.

“A Vila le gustaba mucho esta música, él usaba a su caballería de caqui, por eso utilizamos este color, porque es cultura, tradición, somos los ‘Dorados de Villa’, y a don Porfirio Díaz también le gustó mucho la música y fue como llegaron a la ciudad”, dijo don Bernardo.

Su instrumento de trabajo, el organillo, es uno de los originales, dice, de los que hacía la fábrica alemana “Franklin da li” hace más de 200 años, y es una de las 500 piezas que se elaboraron con música mexicana.

“Este organillo tiene 250 años, es de los últimos que hicieron porque tiene 200 años que los dejaron de hacer y éste fue uno de los últimos, hay réplicas, pero no son iguales”, explicó el organillero.

Cada organillo cuenta con ocho melodías que se interpretan al ritmo en que gira la manivela, y a petición de don Bernardo su organillo cuenta con Las mañanitas, El barrilito, El Noa Noa, Amor perdido, No vale la pena, La del moño colorado, Juan charrasqueado y El amigo.

“La canción de ‘Amor perdido’ tiene como unos 300 años y el corrido de Juan Charrasqueado tiene como 200 años”, explicó.

Para incluir las canciones más recientes tuvo que buscar a un especialista en la fabricación de pianos y encomendarle la tarea de plasmar en un rodillo las nuevas canciones.

“Hay un señor en Guatemala que hace pianos, él me ha grabado las canciones recientes como ‘El Noa Noa’ y ‘El amigo’, la que le compuso Roberto Carlos al Papa”, añadió.

Contrario de lo que se puede pensar, el organillero es un oficio que requiere de esfuerzo físico, ya que el instrumento llega a pesar hasta 60 kilos y debe transportarse con cuidado, además de pasar varias horas parado bajo el sol.

“Es muy bonito este trabajo, pero es muy pesado, en primera porque el instrumento pesa 50 kilos, en segunda lo tengo que andar cargando todo el tiempo, no lo puedo traer en carretilla porque se me desafina, no lo debo mojar o golpearlo, lo tengo que cargar y estar parado 7 u 8 horas en el rayo del sol, pero la necesidad es más grande”, afirma.

El organillero es un oficio que poco a poco se ha ido perdiendo. Actualmente en México solo hay 80 organilleros, de los cuales ocho se encuentran en Guadalajara, dos en Durango y uno en Tijuana, el resto permanece en el centro del País y en algunas temporadas del año visitan otras ciudades.

Es el caso de Bernardo Trejo y su compañero Alfredo Martines, a quien enseñó el oficio hace dos años, juntos realizan un recorrido por Baja California, Sonora y Sinaloa, llevando alegría y melodías al norte del País.

“Desde San Quintín, Tecate, Tijuana, Mexicali, San Luis Río Colorado, Hermosillo, Los Mochis, Culiacán, Mazatlán, todo eso recorremos, de Mazatlán ya nos regresamos a México”, dijo don Bernardo.

Actualmente se encuentran en Culiacán, después de dos años de no salir del centro del País por la pandemia de Covid-19, se animaron a realizar el recorrido ya establecido.

Se encuentran en el Centro de la ciudad, en avenidas y cruceros principales, se cambian constantemente de lugar, pues buscan que su melodía llegue a más personas.

“Me cambio de lugar, me voy a los cruceros, a la central de autobuses”, dijo.

Don Bernardo relata que siempre que llegan a Culiacán reciben comentarios muy bonitos y positivos de la gente, mayoritariamente le dicen sentirse en la Ciudad de México al escuchar las melodías del organillo.

Don Bernardo agradece a los culiacanenses que siempre lo apoyan y reciben tan calurosamente.

“La gente nos ve, nos escucha y nos dicen ´ay que bonito, yo nomás los he visto en películas, por la televisión en reportajes, ahora que los veo aquí siento como si estuviera en la Ciudad de México”, comentó.

“Yo me siento orgulloso, halagado de estar aquí con ustedes, son una gente muy linda muy amable, yo vengo a trabajar y con lo que me quieran socorrer”, dijo don Bernardo.