¿Para qué sirven los retenes en Culiacán?
"El que toma bebidas alcohólicas y maneja de noche en Culiacán tiene pase libre"
El que toma bebidas alcohólicas y maneja de noche en Culiacán tiene pase libre.
La madrugada del domingo, alrededor de las 2:30 horas, un hombre que iba en su vehículo en el bulevar Heróico Colegio Militar se pasó un alto.
Según el reporte policiaco, tenía alta concentración de alcohol en el aliento. Ese hombre se impactó contra un vehículo donde se transportaba una familia. De todos ellos sólo el hombre al que se acusó de alcoholizado quedó vivo.
El operativo para evitar accidentes en la ciudad a causa de manejar con alto grado de alcohol en la sangre ya no está visible. Durante los fines de semana sólo hay un contingente de policías instalados en el bulevar Francisco Labastida, también llamado Malecón Nuevo.
Ese contingente funciona seis horas, restringe el tránsito y selecciona al azar a conductores para pedirles que soplen a un aparato que sirve para medir la concentración de alcohol en el aliento. No más.
En Culiacán, una ciudad de un millón de habitantes, que tiene centros nocturnos en distintos puntos, tiene sólo un retén de policías municipales enfocado a detectar a personas que, por sus condiciones, no deben estar al frente de un volante.
Noroeste montó guardias nocturnas en la ciudad, para observar los operativos policiacos que se prometieron para disminuir la incidencia de violaciones al Bando de Policía y Gobierno de Culiacán.
Dichos operativos fueron anunciados primero por la situación de violencia y después por el ataque a un bar el 24 de febrero, en una de las plazas más grandes del Desarrollo Urbano Tres Ríos.
Ese día un grupo de hombres quiso entrar a un bar llamado "El Pirata" y no los dejaron. Portaban armas y el guardia del bar se las quitó.
Esos hombres se retiraron del bar, tomaron otras armas que tenían en un vehículo estacionado en la plaza donde se ubica el lugar y dispararon sin empero. Esa noche murieron tres personas y cuatro más siguen heridas.
No se sabe si esas personas que dispararon estaban afectadas por alguna droga, si su actitud era algo normal. Lo que sí se sabe es que ninguna autoridad los detectó antes para retirarles sus armas.
El ataque pudo haber sido el motivo para incrementar la vigilancia y, con ello, también usarlo como excusa para iniciar un movimiento policiaco que buscara disminuir la incidencia delictiva.
No se puede escudar en falta de trabajos de inteligencia, porque el Ayuntamiento de Culiacán sí sabe dónde son sus puntos conflictivos.
El primer punto es el bulevar Francisco Labastida, donde instaló el alcoholímetro, aunque basta estar apenas 15 minutos acompañando a los policías para ver cómo cualquier automovilista puede burlarse con el aceleramiento de los vehículos sin que ellos puedan hacer otra cosa que no sea mirarlos.
El segundo punto es la colonia Las Quintas, donde instaló patrullas para hacer bloqueo de calles, para evitar, según los policías municipales que resguardaron el bulevar Sinaloa, arrancones y carreras de carros.
El tercer punto es el bulevar Enrique Sánchez Alonso, donde este fin de semana también se instaló un retén, pero sin alcoholímetro.
En ninguna otra vía de amplio tránsito vehicular se vio a elementos policiacos.
Por la calle Álvaro Obregón pasaban carros, motocicletas y camionetas sin placas. Se vio a vehículos pasándose semáforos en rojo, estacionándose en las orillas con líneas amarillas, dobles filas.
Esa misma serie de escenas se vio en el bulevar José Limón, en el bulevar Insurgentes, el Paseo Niños Héroes, la calle Aquiles Serdán, el bulevar Heróico Colegio Militar, en cualquiera del Centro de la Ciudad. En cualquier otra calle de Culiacán.