REALIDADES: ¿El fin de la naturaleza humana?

Ernesto Diezmartínez Guzmán
24 julio 2020

"La evolución humana ha sido un proceso largo y lento, pero gracias, en parte, a los avances tecnológicos de los últimos siglos, el ser humano ha aprendido cada vez más acerca de lo que es, su naturaleza y qué es lo que le depara el futuro"

El posthumanismo

El hecho de crear una sociedad posthumana rompería todos los estándares actuales de sociedad, de humanidad y de naturaleza humana, pues se estaría entrando en un conflicto entre el antiguo modelo de humano biológico y el nuevo modelo de humano artificial

César Uriel Ramírez Pulido

La evolución humana ha sido un proceso largo y lento, pero gracias, en parte, a los avances tecnológicos de los últimos siglos, el ser humano ha aprendido cada vez más acerca de lo que es, su naturaleza y qué es lo que le depara el futuro.

El hecho de ser seres sociales, racionales y calculadores de consecuencias nos ha permitido a los humanos convertirnos en la especie dominante en el planeta Tierra, principalmente debido a que somos capaces de aprovechar y procesar los recursos de los que disponemos para satisfacer nuestras necesidades, aunque en este sentido podemos enfrentar problemas éticos y morales para alcanzar nuestros objetivos, lo que limita, inevitablemente, nuestro comportamiento y nuestra toma de decisiones. Tener estas dudas es propio de la naturaleza humana.

 

De la natura a la técnica

El concepto filosófico de naturaleza humana proviene del término latino natura que a su vez proviene del griego physis, que significa crear o brotar y hace alusión al nacimiento y a la creación. Independientemente del significado etimológico de la naturaleza humana, el objetivo es conocer su significado real. El término puede llegar a tener muchas interpretaciones dependiendo del contexto en el que sean abordadas. Dice Fernando Savater: “Nuestra naturaleza es la sociedad. En el bosque o entre las olas podremos llegar a sentirnos a veces (por un tiempo) a gusto; pero en la sociedad nos sentimos, a fin de cuentas, nosotros mismos”.

Savater manifiesta entonces que los seres humanos tienden a ser más sociales que apegados a su naturaleza y a la soledad que esta trae consigo. Lo anterior es cierto debido a que miles de años atrás, cuando aún se formaban los primeros asentamientos de la raza humana, ella aprendió a vivir en sociedad, lo que ha sido un factor elemental para llegar justo a donde estamos: nos ha permitido establecer leyes y reglas sociales para poder coexistir y prosperar.

Es bien sabido que los seres humanos somos seres biológicos, constituidos a base de células y como anteriormente se mencionó, podemos entablar relaciones personales con gran facilidad, además de que siempre nos encontramos en constante aprendizaje, adaptándonos tanto ante las inclemencias de la sociedad como de la naturaleza.

De igual forma, los avances científicos generados por la raza humana son una herramienta para conocer mejor lo que se entiende por ser humano. Para retomar los dichos de Marcos Alfredo, “el paso que nos falta no está en la biología de Darwin, sino en la filosofía de Nietzsche”. Y es que según la deconstrucción de la naturalización humana que propone Nietzsche, los seres humanos pueden hacer de sí mismos y como especie mejores máquinas de supervivencia, en la búsqueda del superhombre, el modelo a seguir para la raza humana.

Para llegar a este modelo hace falta de la intervención técnica, que es un tema extremadamente polémico, pues en múltiples ocasiones, a lo largo de la historia del ser humano, se ha intentado llegar a la perfección. Uno de los ejemplos más recientes y discutidos ha sido el de eugénica, o bien, la ciencia del buen nacer que, de acuerdo con sus defensores, nos puede permitir, haciendo uso de la ciencia y la tecnología, la manipulación de los genes y hacer que una persona nazca con determinadas características, con el fin, supuestamente, de mejorar su vida a largo plazo.

 

El ‘buen nacer’

Para algunos, la eugenesia puede representar un peldaño más en la escalera de la evolución de la raza humana, pues se busca, a través de la técnica, superar los límites de la vida, tales como la inmunidad a enfermedades actualmente incurables o inclusive alcanzar la inmortalidad. En un sentido muy similar, el llamado transhumanismo es otra corriente que busca mejorar a los seres humanos por medio de la tecnología; un ejemplo de ello es la impresión de órganos humanos que se logra a partir de células madre.

En este contexto, el problema principal, por supuesto, es ético: determinar cuándo un ser humano deja de ser, precisamente eso, humano. Todo depende de qué tanto se realicen modificaciones a la naturaleza humana por medio de las técnicas anteriormente establecidas; será difícil determinar lo que es mejor o peor, lo cual nos lleva a otra paradoja: ¿qué tanto es natural y que tanto es artificial? ¿O hasta qué punto podemos decir que el posthumanismo es en realidad una modificación de los humanos y no una modificación robótica? Algo similar ocurre en la paradoja del barco de Teseo, que a grandes rasgos expresa que si después de haber reemplazado todas las piezas de un objeto este puede seguir siendo el mismo como lo era antes de ser reemplazado, o pasaría a ser un objeto completamente diferente aun siendo exactamente igual al original.

Si bien el posthumanismo es una corriente ideológica que se basa en especulaciones, pues se hacen suposiciones meramente utópicas pues muchos factores, como los fenómenos que día con día amenazan a la vida humana, son dejados fuera de la ecuación, de todas formas, bajo el supuesto de que esto es posible, existirían implicaciones éticas y sociales que pondrían en desventaja a aquellas personas que por diversas razones no pueden ser modificadas, como sería, la más obvia, la falta de recursos económicos.

La sociedad estaría más dividida de lo que ya está y, por ende, también lo estaría su naturaleza. Habermas ha argumentado, con mucha razón, que crear seres humanos por otros seres humanos comprometería la autonomía de los seres creados como productos de las preferencias de otros y se pondrían en peligro los derechos de futuras generaciones.

 

Posthumanismo

El hecho de crear una sociedad posthumana rompería todos los estándares actuales de sociedad, de humanidad y de naturaleza humana, pues se estaría entrando en un conflicto entre el antiguo modelo de humano biológico y el nuevo modelo de humano artificial. Se iniciarían disputas por la validación de derechos, lo cual sería difícil de lograr de manera justa, pues aquellos que fuesen posthumanos serían superiores a los demás en todos los sentidos, por ende, sería necesario de que existieran derechos exclusivos de estos nuevos humanos robóticos, lo que podría crear, una nueva especie por completo.

La WTA (World Transhumanist Association) definió en 2019 al posthumanismo como “un movimiento cultural, intelectual y científico que afirma el deber moral de mejorar las capacidades físicas y cognitivas de la especie humana, y de aplicar al hombre las nuevas tecnologías, para que se puedan eliminar aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana, como son: el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento y hasta la condición mortal”. En la definición se sigue entendiendo que la mejora humana será conseguida a base de la voluntad que se tenga de superar las limitaciones.

Es evidente que las implicaciones de la evolución humana están llevando a la humanidad a enfrentar un dilema ético sin precedentes en el que estarán en juego las definiciones de humano y de naturaleza pues el termino posthumanismo no entiende ninguna de las dos como propias, pues las modifica y cambia por completo su significado. Esto es un problema pues se necesita definir lo que somos antes de entender lo que seremos.

 

¿Hacia una distopia tecnológica?

Las ideas más radicales propuestas por el posthumanismo es que tarde o temprano aquellos seres que no sean posthumanos dejarán de existir, dando paso a lo que ellos llaman el progreso de la especie para poder continuar con la evolución de esta.

Algunos afirman, incluso, que la definición de naturaleza humana, en la que todos somos seres sociables, podría dejar de serlo en el futuro, pues tal vez sería más aceptable convertirnos en seres aún más individualistas y competitivos.

Al escribir esto me vino a la mente un capítulo de una serie televisiva llamada Love, Death and Robots, en donde, en uno de los episodios, existe un hombre completamente modificado por partes robóticas que se dedica a viajar por el universo buscando sitios que pintar. Este hombre se encuentra en un dilema y, para su última obra, llega a la conclusión de que todas estas partes que construyen su cuerpo son solo eso, partes, y su verdadera naturaleza reside en lo que originalmente era.

Este ejemplo podría no estar muy alejado de la realidad, pues existe la posibilidad de que logremos ser seres posthumanos y lleguemos a colonizar otros planetas e incluso otras galaxias pero, al mismo tiempo, nos perdamos en un amplio y profundo vacío existencial donde ya no tendría sentido seguir mejorándonos, pues nuestro nuevo objetivo podría ser, ahora, recuperar nuestra antigua humanidad.

Suponiendo que en este momento se me invitara a mí a formar parte de esto y pudiera disponer de una vida eterna lo haría sin dudarlo un segundo, pues buscaría la respuesta a todas las preguntas, pero una vez que lo haya hecho, ¿qué sería de mí? Bajo este supuesto ¿aún seguiría existiendo la posibilidad de poder ser llamado ser humano?, ¿habrán valido la pena tantos milenios de evolución para ese momento? El solo hecho de poder hacer estas preguntas significaría que seguiría siendo un ser humano.

 

El autor es estudiante del Tecnológico de Monterrey

 

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Ernesto DiezMartínez Guzmán

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