Se despiden de Javier, pero no de su causa

Antonio Olazábal
17 mayo 2017

"'La vida comienza a los 50', es el mensaje que Javier Valdez tenía en su camisa durante su funeral, misma que tuvo desde el 14 de abril cuando llegó a la media centena de años, edad que sólo le duró un mes y un día"

"La vida comienza a los 50", es el mensaje que Javier Valdez tenía en su camisa durante su funeral, misma que tuvo desde el 14 de abril cuando llegó a la media centena de años, edad que sólo le duró un mes y un día.

 

Sólo ha pasado un día de su asesinato. Ninguno de los asistentes cae en cuenta que la vida del "Bato" fue arrebatada cobardemente cuando salía del semanario Ríodoce.

 

El lunes, su cuerpo estaba tirado en la calle, con 12 balazos. Nadie daba crédito de que le hayan dado muerte a uno de los íconos del periodismo en Sinaloa, con el reconocimiento de su trabajo en México y el extranjero,  pero cuando se veía su inconfundible sombrero tirado en el suelo, la realidad golpeaba a todo aquel que dudaba. Javier Valdez había sido asesinado.

 

Ayer en la mañana a su nombre, cientos de periodistas y ciudadanos de a pie reclamaron justicia para Javier frente a Quirino Ordaz Coppel, Gobernador del Estado.

 

Mientras su cuerpo era velado, algunos de sus colegas y amigos pedían se esclarezca su homicidio y seguridad para los sinaloenses.

 

Su velación a todas horas lució llena, le quedó chico el salón 4 de la funeraria. Llegaban amigos, no tan amigos, colegas que trabajaron con él y quienes no también. Todos sintieron el golpe del asesinato del "Bato".

 

Sus colegas veían el ataúd y se despedían de él, de su cuerpo, pero muchos de ellos se iban con la consigna por la que Javier luchó durante toda la vida, escuchar y dar voz a las víctimas de este estado azotado por la violencia y el narco.

 

El lugar se inundó de coronas. Más de 30 a su memoria adornaban el lugar, pero eso no calma la tristeza en las personas que lo conocieron;  quien llegaba al salón, llegaba incrédulo, y se iba con un dolor visible en sus caras y pupilas.

 

Desde la mañana la funeraria no dejó de estar repleta. En el momento que se entraba personas platicaban entre ellas, todas en torno a la vida Javier, algunas recordando alguna anécdota, otras aún con un dejo de incredulidad ante su muerte, y otras simplemente no decían nada, solo abrazadas llorando la muerte de un amigo, de un hermano, de un esposo, del buen Javier.

 

Estaban jóvenes a quienes les dio alguna vez un taller de periodismo. Muchos de los nuevos talentos de Sinaloa veían en él a un ejemplo de cómo hacer periodismo. Tal vez él ya no estará con ellos, pero la enseñanza que les dejó no morirá nunca.

 

A las 18:00 horas fue la misa, en la funeraria había cerca de 400 personas. Al terminar, la mayoría salió desconsolada del lugar, sabían que era la última vez que estarían en su presencia, fue un adiós.

 

Cuando retiraron el cuerpo todas las coronas fueron llevadas a la Catedral de Culiacán, como un recuerdo de justicia para Javier Valdez.