Al son de los tenábaris

Yazmín Ortega
06 noviembre 2015

"Reciben tradición por herencia de sus padres"

El día inicia y los capullos de mariposa rellenos de tierra de hormiguero empiezan a sonar.
Son los judíos que inician su trajinar por los pueblos y ciudades, provenientes de Juan José Ríos, donde la celebración de El Toro, Choix, trata de sobrevivir.
"Nosotros tenemos nuestra iglesia, viene de El Toro, Choix, nuestra tradición, nuestro centro ceremonial se llama Virgen de Dolores", comenta uno de ellos.
"Andamos por todo el estado, son 40 días los que tenemos que recorrer, desde el Miércoles de Ceniza".
Con el dinero que han recabado, aseguran que ayudarán a la iglesia a comprar los castillos que quemarán el día de la ceremonia el miércoles de "tinieblas".
"Inicia el miércoles de Semana Santa y se acaba el Domingo de Gloria, es la tradición, le llamamos de tinieblas porque no se tocan tambores ni nada, nos concentramos ahí y pasamos velando los tres días", explica.
Los que acuden a los balnearios y andan por las calles esos días no son parte de la tradición, aseguran.
Desde hace 30 años este trío de matachines porta las máscaras de chivo, borrego y de perro.
Estas son para cubrirse la cara porque se encuentran en pecado, son los judíos que llevaron a Cristo a la muerte y por eso tratan de pagar el mal que han hecho a la humanidad.
Para danzar durante la Cuaresma, explican que tienen que solicitar un permiso en el centro ceremonial al que pertenecen donde la condición principal es usar máscaras de cuero.
"Las caretas tienen que ser de cuero, nosotros mismos las elaboramos, los tenábaris los recolectamos del monte, igual que las sonajas y los carrizos que van en la cintura", dice.
El movimiento de cadera debe ser acorde para provocar el sonido requerido para la danza, en conjunto con las sonajas, forman el son perfecto.
Toda su indumentaria tiene que ser quemada al fin de la temporada para que con ella se vayan los pecados.
"Tenemos que volverlas a hacer cada año, en El Toro se juntan unos 50 judíos", expone quien porta la máscara de perro.
Comentan que desde que estaban pequeños fueron formados a modo de que creciendo adquirieran la tradición y esta no se extinga.
El sacrificio de la danza obliga a tener que soportar calor, dolor de piernas, de brazos y cabeza.
"Es un sacrificio, pero así nos lo heredaron nuestros padres, a veces que la gente nos da y a veces que no. Nosotros no podemos mostrar la cara ni decir nuestros nombres", explica.
Piden la ayuda de la gente para sacar adelante sus fiestas tradicionales, para que su tradición no se pierda, para que sus raíces no mueran.

"Es un sacrificio, pero así nos lo heredaron nuestros padres, a veces que la gente nos da y a veces que no. Nosotros no podemos mostrar la cara ni decir nuestros nombres."
Judío

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Máscara
Coyol
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