Apofisitis y actividad física

Dr. Epifanio Castañeda Labra
21 noviembre 2016

"Amigo lector de Noroeste, cuando usted realiza actividad física, en la modalidad que usted guste, estará haciendo mucho por su salud, siempre y cuando respete sus condiciones actuales de salud y condición física. En muchas ocasiones el individuo dice “es que hacía mucho ejercicio”, pero eso fue en el pasado y lo que cuenta es lo que hace actualmente, para de ahí partir a su nueva faceta de actividad física."

Amigo lector de Noroeste, cuando usted realiza actividad física, en la modalidad que usted guste, estará haciendo mucho por su salud, siempre y cuando respete sus condiciones actuales de salud y condición física. En muchas ocasiones el individuo dice “es que hacía mucho ejercicio”, pero eso fue en el pasado y lo que cuenta es lo que hace actualmente, para de ahí partir a su nueva faceta de actividad física.

Si usted está en la “pre” o ya es adolescente, también debe tener cuidado, por que el exceso de actividad, al igual que en las personas de la tercera edad, trae consecuencias, En el joven puede afectar el funcionamiento fisiológico del músculo esquelético, mientras que en el adulto mayor pueden poner en riesgo su vida.

No quiere decir que el adulto joven escape a esta condicionante, pero es menos frecuente desde el punto de vista de daño orgánico. En el joven menor de 18 años una de las alteraciones más frecuentes es la apofisitis y necrosis de algunos sitios como es la tuberosidad anterior de la tibia y el polo inferior de la rótula.

En la rodilla se presentan dos tipos frecuentes de lesiones debido a la tracción repetitiva. Cuando se lesiona la tuberosidad tibial, se le denomina Osgood Schlatter. Si la zona afectada es el polo inferior de la rótula o patela, se le denomina Sinding Larsen Johansson. Estas alteraciones se deben principalmente a la falta de un entrenamiento acorde al entrenado, aquí se debe tomar en cuenta la maduración del individuo y será este el factor que nos dará la pauta para la carga de entrenamiento.

La sintomatología es de dolo focal (localizado), edema e hipersensibilidad. Puede presentarse la osificación fragmentada e irregularidad de la tuberosidad o desprendimiento del polo inferior de la patela. Se presenta con mayor frecuencia entre los 9 y 16 años en una proporción de 5 a 1 entre las personas que hacen actividad física y los sedentarios, aunque en la actualidad con el aumento de la obesidad en los niños y jóvenes, ésta alteración se está haciendo más frecuente en este grupo de individuos.

Diagnóstico. Este se realiza por la clínica y la historia del individuo, aunque son necesarios estudios de gabinete, por lo que se indican radiografías, tomografía, resonancia magnética y gammagrama óseo. Todos estos estudios son para descartar complicaciones y que el diagnóstico sea de certeza.

Tratamiento. Este debe conservador (reposo, hielo, compresión y elevación), con medicamentos analgésicos y rehabilitación.

La rehabilitación se basa en el fortalecimiento muscular del muslo y la pierna, así como el restablecimiento de la marcha y ejercicios para restaurar la función normal. Pueden utilizarse órtesis como el vendaje adhesivo o bandas infrapatelares.

 

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