Del rancho al estrellato Óscar Villarreal

15 noviembre 2015

"Desaprovechó una beca en el Tec de Monterrey y decidió jugar al beisbol profesional, de lo cual no se arrepiente"

CULIACÀN._ Su infancia la dividió entre el rancho de sus papás y un campo de beisbol, es la historia del pítcher Óscar Villarreal, quien a sus 33 años de edad, está convertido en uno de los mejores relevistas mexicanos de todos los tiempos. 

Su temple es sereno, la tranquilidad se le nota a distancia, viste la playera de práctica en color blanco y se dice listo para la entrevista. 

El nativo de Monterrey Nuevo, León, habla de su infancia y cómo es que se fue metiendo al mundo del beisbol. 

"Somos cuatro hombres y una mujer en la casa, son mis hermanos, soy el más chico, el que me sigue a mi es ocho años mayor, entonces imagínate ellos ya jugaban beisbol en la Liga Pequeña de San Nicolás y haz de cuenta que ahí andaba en pañales con mi papá y mi mamá, a los 3-4 años empecé a jugar", comentó. 

Sintiéndose más seguro y con confianza, Villarreal explicó a quién siguió dentro del beisbol y porque decidió jugar este deporte. 

"Mi hermano el que me sigue, Jaime (Villarreal), alcanzó a firmar con Torreón (Vaqueros), vino a Guasave a los entrenamientos, en esos años era diferente el beisbol, uno más apegado a la casa y en esos momentos se regresó y se quedó; pero él sigue tirando, corriendo todos los días y siempre fue un ejemplo para mí", confesó. 

Uno de los momentos complicados para los padres de familia, es cuando su hijo tiene interés en dedicarse a alguna disciplina deportiva, la cual lo sacará de los estudios, para Villarreal no fue la excepción, tuvo la oportunidad de dedicarse a la escuela con una oportunidad muy grande, pero su pasión por el beisbol lo llevó a dirigirse a otro camino. 

"Terminé la prepa y antes de terminar me ofrecían 100 por ciento de beca en el Tecnológico de Monterrey, pero era cuando estaba el ofrecimiento de firmarme para Sultanes y ellos me querían vender a Diamantes de Arizona, entonces me dí la oportunidad para ver como pintaba la cosa y gracias a dios pintó bien y aquí andamos ahora". 

"Hubiera estudiado ingeniero en sistemas, me gustaban mucho las computadoras, ahí me la llevo metido", confesó.


Su llegada a Estados Unidos
Podría pensarse que el simple hecho de llegar a Estados Unidos y ser parte de una organización de Grandes Ligas, te hará la vida más fácil en ese país, pero para la mayoría es otra cultura, otro ambiente, mismo que no están adaptados, así es como se sienten muchos latinos que van con el sueño de poder convertirse en estrellas del mejor beisbol del mundo. 

Para los mexicanos, es más complicado, la mayoría siente mucho apego a la familia y eso dificulta mucho las cosas, esa causa ha hecho que muchos se regresen a pesar de sus grandes facultades; este no fue el caso para el "Potro", quien decidió emprender ese camino, intentar cambiar la historia y llegar a las Grandes Ligas. 

"Claro que me costó, al principio era complicado, todos los que han jugado Ligas Menores lo saben, es un poco difícil la vida cuando recién llegas, vivías en departamentos con 6-8 dominicanos, para comer comprabas lo más barato que había, íbamos al supermercado a hacer la despensa; pero gracias a Dios logré superar eso y salimos adelante", recordó. 

Su llegada fue en 2009, a pesar de haber tenido récord de 1-5, la temporada no fue mala tomando en cuenta el 3.78 que tuvo de efectividad en la Liga de Novatos; pasó 4 temporadas en Ligas Menores a la espera de una oportunidad que lo dejara mostrarse en el mejor escenario. 

Fueron muchos compañeros los que iban y venían, los que ascendían y descendían, mientras Villarreal seguía ahí, paciente, esperando el momento, no dejaba de alentar a sus compañeros, aunque en cierto momento había esa cosquillita en la que pensaba en por qué no lo subían a él. 

"A veces uno se sentía mal, pero son personas que están ahí contigo y no puedes ser envidioso para nada y más si estamos en el mismo equipo, no le puedes desear mal a nadie; cuando se iban (a Grandes Ligas), les decía que allá los alcanzaba, en dos semanas nos vemos hasta que se nos cumplió", indicó.


Lo asciende Arizona
El año 2003 es una fecha que jamás olvidará Óscar Villarreal, fue el momento cumbre, por el cual había luchado durante 4 años, ese con el que soñó desde que jugaba en las Ligas Infantiles de San Nicolás, ahí empezó la historia del "Potro", ese mismo que hoy se ubica en cuarto lugar de salvamentos en la historia de la Liga Mexicana del Pacífico. 

"Me quedé desde el spring training, hice toda la pretemporada y uno o dos días antes estaba peleando el puesto con una de sus mejores promesas, y fue un sábado cuando hablaron conmigo, me dijeron Óscar estamos muy contentos y satisfechos con el trabajo que has hecho, en ese momento pensé dentro de mí que me iban a bajar, pero me dijeron felicidades hiciste el equipo; en ese momento no sabía si reír o llorar, saliendo de ahí les hablé a mis papás, la segunda llamada fue para la que hoy es mi esposa", expresó. 

Tras haber sido notificado que quedaba en el equipo, Óscar Villarreal sabía que en cualquier momento podría darse su debut, pero nunca le pasó por su mente, debutar en el juego inaugural, en ese mismo que se encontraban los mejores jugadores de Diamantes y Dodgers de Los Ángeles, así de grande fue el escenario y la cereza al pastel, vendría horas más tarde. 

"Estaba en el bullpen, sonó el teléfono y dije ojalá no sea yo (ríe), sentía muchos nervios, era el día de inauguración, ese juego lo abrió Randy Johnson contra Kevin Brown, de los Dodgers de Los Ángeles, en Arizona el 31 de marzo de 2003. 

"Todo nervioso imagínate, estaba calentando uno, luego el otro, después dijeron Villarreal párate, me paré a calentar y terminó la entrada, entonces entró a lanzar el otro chavo que estaba calentando, pero se lastimó cuando tenía la cuenta en una bola y dos strike, el bateador era Hideo Nomo, Villarreal estaba calentando y Villarreal va pa' adentro", mencionó el lanzador. 

"Desde que venía corriendo del bullpen no podía respirar, entré y le tiré un slider y lo ponché, hasta ahí fue que pude respirar bien, incluso el mánager ya no me dejó regresar, me dijo no vas a volver la próxima entrada, fue como un ya viste lo que se siente, relájate y ponte listo para mañana". 

En su año de debut en Grandes Ligas, Villarreal impuso récord para novatos en juegos lanzados con 86, su efectividad fue de 2.57 y el récord en ganados y perdidos de 10-7. 

"Mi primer año me gustó mucho ahí con los Diamantes de Arizona, fue una gran experiencia lograr lo que desde niño anhelas que es llegar a Grandes Ligas, estoy contento que se me haya cumplido".