Medicina del Deporte

Dr. Epifanio Castañeda Labra
27 febrero 2019

"Fisioterapia deportiva (4 de 5)"

Amigo lector de Noroeste, el tener “ayudas”, en el funcionamiento del músculo esquelético mediante las diferentes terapias, ya sean con medicina alternativa, “de la abuelita”, uso de actividad física, electroterapia, crioterapia, calor, etc; es recomendada, claro, siempre que haya un diagnóstico de certeza y dicha aplicación esté indicada, y ésta no provoque daño o complicaciones en la buena evolución de la lesión.

Dentro de la electroterapia está el láser, esta palabra (láser) proviene de las iniciales Light Ampliation by Simultated Emision of Radiation, lo que viene a traducirse como Luz Amplificada Mediante Emisión Estimulada de Radiación. Es una de las últimas incorporaciones dentro de amplio aspecto de tratamiento a realizar por el fisioterapeuta y es de gran utilidad dentro del tratamiento de diversas patologías en la fisioterapia deportiva. La historia del origen del láser se puede remontar a investigaciones sobre la luz realizadas durante el siglo XIX, pero fue en el siglo XX, cuando empezó su verdadera aplicación médica. Teoría que inicia en 1900 por Planck y complementada por Albert Einstein en su teoría cuántica donde llama fotones a los paquetes de luz.

El láser no es una terapia que actúe a gran profundidad, aunque está demostrando importantes efectos biológicos por la reacción en cadena que se produce en las células, a mayor profundidad tras una aplicación de láser. El poder de penetración de un láser convencional no suele superar un centímetro. Y es sobre esta zona sobre la que se realizarán los efectos directos o primarios, mientras la reacción en cascada provocada no dará los efectos indirectos o secundarios a la aplicación del láser, sobre el paciente.

Estos efectos secundarios pueden alcanzar una profundidad incluso de cinco centímetros, de ahí la importancia de los mismos.

El láser se usa como analgésico, antiinflamatorio, normalizador circulatorio. Como analgésico (para el dolor), en un principio de duración no sobrepasa las pocas horas, pero posee un efecto acumulativo durante las siguientes aplicaciones. Como antiinflamatorio, éste mejora de manera importante la absorción de líquido interstical lo que facilita la eliminación de la inflamación o la retención de líquido. Como normalizador circulatorio, provoca una vasodilatación capilar y alveolar que favorecen la renovación de la sangre, por lo tanto se puede usar traumatología, dermatología, neurología, cicatrización de heridas, herpes, etc.