Don Toño deja huella en Escuinapa con un parque que lleva su nombre

Carolina Tiznado
12 abril 2023

Don Toño, como le dicen cariñosamente, nunca imaginó que su nombre quedaría para la historia de la colonia que vio nacer a sus hijos y nietos, la Francisco I. Madero

ESCUINAPA. _ Cuando Antonio Salas Camacho llegó a la Colonia Francisco I. Madero, lo hizo acompañado de una familia numerosa, con su esposa y 13 hijos a cargo.

Con poco más de 20 años, no imaginó que en algún momento su nombre y su persona dejaría huella en diversos espacios de la colonia de la que se convirtió en benefactor, pues solo era un ejidatario, un hombre de campo.

Don Toño tiene hoy 87 años, 13 hijos, 27 nietos, 42 bisnietos y 4 tataranietos, ya necesita ayuda para movilizarse debido a un problema de salud, pero esta ahí en un parque nuevo en su colonia que aglomera a jornaleros y lo que nunca pensó ver pues él solo dono el terreno, precisa.

“Me siento feliz, cuando llegué aquí venía con muchos hijos, pensé que las escuelas quedaban lejos, gracias a Dios hubo quién me apoyó y tenemos escuela”, explica Don Toño.

No presume que los edificios que albergan la escuela Ignacio Ramírez, la Iglesia San Antonio, la Guardería Insurgentes para hijos de jornaleros ni el parque eran terrenos de su propiedad.

Cuando se le pregunta sobre la razón de donar esos terrenos que formaban parte de su propiedad, no titubea en señalar, lo que se necesitaba era una escuela para que los niños no se fueran tan lejos a estudiar, hasta el Centro o las afueras de la ciudad.

Una cosa fue llevando a otra, pero todo para responder a una necesidad, una espiritual o de fe, otra en servicio a las mujeres de su colonia que salen temprano a laborar al campo, al corte de hortalizas y regresan cuando la oscuridad ya está presente.

Y donde se ubica el parque, era necesario hacer una alcantarilla con tubo grandes para que el agua de la laguna desembocara en el arroyo y no dejara a las casas de sus vecinos como en una Isla o perdiendo todo cada temporada de lluvias.

No siente que su aportación haya sido mucho, solo lo hizo porque lo consideró era su deber, y a sus 87 años se siente feliz. La colonia a la que llegó con su esposa y 13 hijos, sin calles trazadas y que parece lejana a la ciudad, se encuentra creciendo cada vez más.

En esta colonia ahora viven también sus hijos, algunos nietos, su legado ahí esta y permanecerá aun cuando haya partido, reconoce.