Heredan Ramón Santiago y Julio César el oficio artesanal de la pirotecnia en Rosario

Hugo Gómez
04 octubre 2025

Ambos hombres continúan el legado familiar en la fabricación de cohetes artesanales que aprendieron de don ‘Chago’, Santiago Cañedo, fallecido hace cinco años

EL ROSARIO._ Conscientes del oficio que les fue legado, Ramón Santiago Cañedo y Julio César Cañedo, tercera y cuarta generación respectivamente, preservan la creación de cohetes o pirotecnia de manera artesanal.

Ambos dan continuidad al oficio que por décadas realizó y cuidó celosamente el ahora finado Santiago Cañedo Valdespino, quien aprendió a su vez de su padrastro Salvador Medina, originario de El Limoncito, Jalisco.

El hijo y el nieto de quien fuera mejor conocido como “Chago” reconocen que mantienen la manufactura tal como se las enseñó de manera artesanal, ya que se encargan no solo del proceso de la pólvora, sino también de la estructura, revestido, de colores y mechas, principalmente.

Ramón Santiago afirma que son ya 50 años en los que ha desempeñado la actividad, por lo que tras la muerte de su papá se ha mantenido al pie del cañón esperando que haya otros miembros de la familia, como Julio César, que quieran darle continuidad.

“Durante toda mi vida he elaborado cohetes, a la edad de 10, 12 años yo ya trabajaba en esto. Toda mi vida he trabajo gracias a Dios y nos hemos conservado aquí, mira”, expuso.

Seguir los pasos de su progenitor, dijo, ha sido principalmente por el gusto de realizar el oficio en cada cohete de uno o tres truenos, de luz, castillos o toritos que elaboran.

“Aunque la gente lo tome por otro lado, pero las fiestas toman un colorido muy bonito, porque dicen que una fiesta sin cohetes es como una mujer sin aretes”, sostuvo.

Sobre sus inicios, Ramón Santiago explicó que fue elaborando cohetes chicos de varilla y mecha de clorato que vendían en las tiendas para diversión de los niños, y conforme crecía fue aprendiendo hacer todos los tipos.

Por su parte, Julio César Cañedo refirió que es un orgullo para él formar parte de la cuarta generación y darle seguimiento al oficio que le enseñó su abuelo.

“Es un orgullo de la familia seguir la tradición que mi padre realizaba en los eventos religiosos de la patria”, dijo.

Sus inicios, indicó, fueron quemando los cohetes en fiestas y eventos donde eran requeridos los servicios, pero tras la muerte de don “Chago”, hace cinco años, decidió entrar de lleno al trabajo.

“Tenía 13, 14 años cuando empecé a quemar cohetes, me mandaba a las peregrinaciones y ya después nos metimos a hacer cohetes”, comentó.

Su conocimiento lo obtuvo de su abuelo, pues siempre tras las clases le gustaba ayudar en el taller que mantienen en el patio.

Una de las fiestas que los hace fuertes es la solemnidad de Nuestra Señora del Rosario. Aunque desde el año 2019 ya no les fue requerido el castillo principal, las familias por donde pasa la venerada imagen les requieren la pirotecnia, desde cascadas hasta pequeños castillos.

Julio César Detalló que en el recorrido se instalan el día principal alrededor de 50 cascadas, 15 castillos, ristras además de crisantemos; mientras que en el novenario se queman alrededor de 30 docenas de cohetes.

“Nos sentimos contentos porque, dijera mi tío, es un trabajo bonito y que estamos en la religión, se siente bonito cuando vas caminando ahí con la virgen quemando cohetes”.

Ante la demanda, expuso que se involucran tres primos más, por lo que esperan sigan pronto los pasos que aprendieron de su abuelo.

Entre las anécdotas recordó que hace un par de años había llovido antes de que saliera la imagen a recorrer las calles, y al ver las mechas estilando agua creyeron que no prenderían los cohetes, pero para su sorpresa lo hicieron como si no estuvieran mojados.

Su principal clientela en la actualidad, precisaron, son para los festejos religiosos, la agricultura para espantar pájaros y más recientemente se ha puesto de moda en celebraciones como cumpleaños, quinceaños, bodas y hasta revelaciones de género.

Ramón Santiago y Julio César destacaron que no hacen mercancía para mantenerla guardada pues les gusta elaborar conforme van surgiendo los pedidos, pero por semana realizan lo que llaman de dos a tres gruesas, donde cada una se conforma de 12 docenas.

Sobre sus precios, afirmaron que no han sido elevados, pues el cohete de trueno, de 50 pesos la docena, ahorita su precio es de 150 pesos, o los castillos para una festividad ascienden a los 14 mil pesos.

De sus mayores satisfacciones, aseguraron están el poder sostener a sus familias por medio de un trabajo honrado y digno.

Lamentaron que tal como ocurre con muchos artesanos, se da mucho el fenómeno del regateo, así como aquellos a que se oponen a que se dé la quema de pirotecnia por las mascotas, pero sostuvieron que si se les quita este oficio sería como enviarlos a delinquir, al ser el trabajo con el que han crecido.