Pablo conserva el tejido de escobas de palapa de coco en Escuinapa
Aprendió el oficio de su suegro hace más de 40 años y hoy mantiene viva esta artesanía, la cual complementa su sustento ante la caída de la pesca
ESCUINAPA._ Un día Pablo Ruiz Rodríguez decidió aprender la artesanía que su suegro combinaba con la pesca, sin pensar que más tarde se convertiría en quien preserva el tejido de las escobas de palapa de coco en Escuinapa.
“Estas son escobas de palapa de coco o de popote, como les llaman... se sacan de la palma de coco”, dice.
Aunque parece una artesanía fácil y simple, la realidad es que implica muchas horas de trabajo, ya que debe despertarse temprano para ir al campo donde hay cocotales y ahí estar expuesto a picaduras de animales.
Cargar la palma en la bicicleta también tiene su peso y después es llegar a quitarle el “huesito” curvo, el que está firme, para ir creando un número importante que luego se tejerá con alambres y palos.
Hacerlo lleva su tiempo, pero Pablo no solo lo hace porque le gusta, sino porque preserva con ello lo que sabiamente le enseñó su suegro José Luis Altamirano hace más de 40 años, indica.
Este oficio le ha permitido mantener a su familia desde que la pesca, que es su ocupación principal, empezó a mermar.
“Primero lo miraba (a mi suegro) y pensaba ‘no tiene chiste esto’, pero luego le ayudé a hacer, a seguir el mismo negocio, lo hago en temporada que no hay mango y ahorita que no hay camarón, con más razón”, expresa.
Con esto saca para las tortillas, precisa Pablo; la escoba se vende en 60 pesos y bien cuidada dura cuatro meses.
Para crearlas utiliza también palo reciclado, alambre y clavos.
“Esta no es como la escoba de espiga, esta es de la palapa de coco. Mi cuñado y yo seguimos haciendo, pero más yo”, señala.
Pablo señala que ha habido personas que quieren aprender, pero lo que no aguantan es ir al campo por el material; los zancudos los espantan, dice.
Solo en su caso, la semana pasada le picaron dos alacranes, pero es parte de lo que asume como gajes del oficio.
Sus escobas se han ido al norte del País, Los Cabos, La Paz, Tijuana, y más cerca Mazatlán y las comunidades de Escuinapa.