Celebran el Carnaval de la muerte

Héctor Guardado
16 noviembre 2015

"Miles de personas se reúnen en el Centro Histórico para celebrar el Día de Muertos"

MAZATLÁN._ El Centro Histórico de Mazatlán se vistió de fiesta para recibir a todos los muertos que participan en la gran celebración a la huesuda. Los patasaladas regionalizaron el Día de Muertos y crearon lo que mejor saben hacer, un Carnaval para las calacas.
Las angostas calles y la Plazuela Machado se llenaron de altares y de un alegre contingente, mientras que en el Teatro Ángela Peralta se reunieron las artes para hacerle un divertido homenaje a la muerte.
La fiesta se consolida año con año. El viernes, a las 10:00 horas, se empezaron a repartir los boletos para entrar al Teatro Ángela Peralta y ser partícipe del recorrido por pasillos, camerinos, foros y galerías del edificio, en donde las artes se adueñan de los espacios para hacerle honores a la muerte.
Tres mil boletos fueron agotados en sólo hora y media, por lo que muchos se quedaron sin ver el espectáculo.
Mazatlán convocó a los muertos, los convidó a una gran fiesta, que no sólo se celebró en los panteones, pues el Casco Antiguo del puerto es la huella de un pasado de bonanza social, cultural y económica. Es un escenario que enorgullece a sus habitantes y en él reciben a la muerte. Los mazatlecos realizan aquí un Carnaval en su honor.
La muerte bailó, cantó, hizo teatro, se convirtió en pintura, en instalación y en altares de muertos.
La Escuela de Ballet del CMA inició el viaje al Mictlan, tema que inspiró a los artistas mazatlecos para crear una noche de amor y risas con la huesuda.
Sobre puntas de ballet, la muerte bailó con los Dioses del Mictlan, el lugar mítico de las culturas prehispánicas, a donde van todos los muertos, el lugar del descanso anhelado, el inframundo, en donde viven los Dioses de la Muerte, que esa noche bailaron para coronarla de flores, en una coreografía guiada por los sonidos que remiten a las culturas ancestrales de México.
Un pasillo de pinturas fosforescentes, todas realizadas por los pintores Perro Malo y Cusher, condujo a la multitud a través del camino al Mictlan en que se convirtió el foro del Teatro Ángela Peralta. Ahí se instaló la coreografía Dualidad, de Claudia Lavista.
Es una obra que consiguió que la noche fuera calificada como sensacional e inolvidable.
En toda la zona de luneta se instaló el mar, una gran tela lo cubría todo y de su acuosa textura surgieron sirenas interpretadas por alumnas de la Escuela Profesional de Danza Contemporánea.
La música remitió a la fluidez del agua, a lo apacible. Un estruendo cambia la atmósfera y la música de la marimba chiapaneca saca de ultratumba divertidas calaveras que bailan en tono de comedia, arrancando sonrisas de los espectadores que estaban sobre el foro.
El telón se cerró y tras de ellos se abrió otra cortina, en donde los personajes de la película de Tim Burton, El cadáver de la novia, hacen las delicias del público.
Los huesos bailan, los novios muestran su amor, mientras terroríficos y divertidos personajes se roban a la novia y desaparecen en la oscuridad.
Continúan la travesía por pasillos oscuros, llenos de gritos y de la poesía de Netzahualcóyotl, el gran poeta de los mexicas. En uno de los balcones del lobby, una orquesta de cámara de calacas y cuatro cantantes de ópera en los huesos interpretaron La llorona. Desde la otra terraza el público gritó bravos a los artistas.
En la Galería del teatro se exhibieron más de 13 grabados inspirados en los elementos que se encuentran los muertos en su camino al Mictlan. Perros, cerros, viento, flechas, corazones, definieron la estética de ese espacio. Ahí mismo se le dedicó un altar a Martha Alicia González.
En las tres pequeñas salas de exhibición, el mismo número de evocadores lugares del Mictlan fueron el motivo del mismo número de performances, en los que las figuras humanas de bailarines de la Escuela Profesional de Danza le dieron el toque profesional a la propuesta plástica.
Bajando la enorme escalera que lleva al lobby, el altar monumental que se coloca ahí estuvo dedicado al director de teatro Jorge Gorostiza. En él se encontraban sus zapatos y chanclas, los calcetines multicolores que usaba, sus antojitos y sus libros de teatro.
Un bailarín de danza aérea fue el foco visual de ese espacio, lo mismo que los bailarines de hip-hop, que rindieron homenaje a la muerte.
Antes de cruza el umbral del edificio, un pan de muerto esperaba a cada uno de los visitantes del Mictlan, que esa noche gozaron junto con la muerte un viaje al inframundo.
Una alegre cortejo de Catrinas
Una Catrina presidió la alegre caravana que se lanzó por calles y callejones del Centro Histórico para celebrar a la muerte.
Tres bandas de música regional crearon el ambiente de fiesta que definió la alegre caravana que salió de la Plazuela Machado, presidida de cohetones para recorrer la calle Constitución, hasta Venus, siguió por Sixto Osuna, dio vuelta en Venustiano Carranza, tomó por Izaguirre Rojo, para desembocar a Libertad hasta llegar al Teatro Ángela Peralta.