Cierran Patrón de Rueda y Carlos Osuna Festival Cultural en Mazatlán
"Reciben los mazatlecos un regalo de sonidos de alegría y esperanza en la Plazuela República"
El entusiasmo que Enrique Patrón despliega cuando dirige una sinfónica, su alegría por disfrutar la música -cualidad que quiere contagiar a todos los mazatlecos-, y el cariño que el tenor Carlos Osuna se ha ganado con su sencillez y su ser patasalada a prueba de todo, colmaron la noche del lunes de alegría y esperanza en el concierto Un regalo de Navidad, una estravaganza musical que corona los festejos culturales de este inolvidable 2017.
La plaza iluminada con miles de pequeños focos de colores configurando esferas, árboles de Navidad flores de Nochebuena y guías de pino, fueron el marco que cobijó a más de mil 500 almas que se reunieron alrededor del foro colocado en la Plazuela República para recibir a más de un centenar de artistas integrantes de La Camerata Mazatlán -reforzada para convertirse en Sinfónica- , el coro Guillermo Sarabia y el Coro de Niños del Instituto de Cultura.
Un grupo de solistas deslumbró con su voz, todos ellos salidos de las filas del Coro Guillermo Sarabia, todos guiados por la mano y el oído del maestro Enrique Patrón de Rueda; lograron convertirse en cantantes profesionales gracias a las enseñanzas que recibieron en el taller de ópera que dirige el maestro: Jessika Arévalo, Sarah Holcombe, Andrés Carrillo y Oziel Herrera.
Otro fruto para la ópera profesional del mundo, cosechado en el cultivo del director concertador mazatleco, dio la sorpresa esa noche, vino a compartir la Noche Buena con sus hijas gemelas y su esposa, llegó desde el otro lado del mundo, donde trabaja en la ópera de Viena: el tenor Carlos Osuna.
El cantante fue localizado entre el público por Enrique Patrón, quien desde el escenario lo llamó para que el querido cantante porteño le regalara a los mazatlecos la intepretación del Nessum dorma de la ópera Turandot. Carlos alcanzó el complicado agudo de está aria con el que puso la piel de gallina al público que asistió y que se le entregó en apasionado grito de admiración, al que le siguió un caluroso aplauso.
Ante la insistencia del público que le pidió que no dejara de cantar y no le permitía bajar del foro, el tenor se puso de acuerdo con Patrón de Rueda y anunció a modo de broma: “Voy a cantar un estreno mundial, pero que todo mundo la sabe cantar”. La gente rió cuando reconocieron los acordes de El Sinaloense.
El público bailó el cancán
Desde el escenario Patrón de Rueda, como es su costumbre, además de dirigir a la orquesta dirigió al público, al que le pedía que chiflara, le daba la entrada a los aplausos, los instó a bailar mambo, y consiguió que muchos movieran una imaginaria falda de olanes al modo del Cancán, también conocida como Orfeo en los infiernos de Ofenbach.
La primera parte del concierto Regalo de Navidad se dedicó a fragmentos de Carmen, que arrancaron con la obertura del toreador, el coro de niños que cantan en la plaza del pueblo frente a la fábrica de cigarros. Sarah Holcombe, con su potente y profunda voz de mezzosoprano y su talento histriónico, representó y cantó La Habanera de esa ópera, y el bajo Oziel Herrera cantó El toreador, tras de ellos en la pantalla se proyectaban escenas de toreros, de mantones bordados en perla y seda.
El tenor Andrés Carrillo literalmente llegó a partir plaza. Para mantenerse en el tenor de lo español cantó No puede ser, de la zarzuela La tabernera del puerto. El joven de Mexicali que tejió e incubó sus agudos en Mazatlán, deslumbró en varios momentos a los asistentes cuando cantó Tuyo es todo mi corazón de la opereta El país de las sonrisas de Lejar, un dulce amoroso que emocionó a los asistentes, al igual que La canción de Noel.
La soprano guatemalteca Jessika Arévalo, también educada vocalmente en Mazatlán, cantó la compleja y exultante composición barroca Rejoice, uno de los fragmentos del Mesías de Handel, que celebra con una delicada y alegre música la llegada del redentor a la tierra para que la esperanza cubra el planeta.
Arévalo también hizo gozar con la interpretación de otra pieza de Franz Lejar Mis labios besan con tanto ardor. La soprano Mariana Sofía, otra voz cautivadora, cantó Las hijas de Zebedeo de la Zarzuela Las carceleras.
Otros momentos de regocijo fueron los dedicados a los mambos de Pérez Prado, mientras en el fondo del escenario se proyectaron escenas vibrantes de las más famosas películas de rumberas; y el popurrí revolucionario con el que miles de pequeños papeles multicolores lanzados desde un enorme cañón de aire cubrieron el cielo de la plaza, revoloteando como mariposas de colores patrios que vibraron con la luz y llenaron de regocijo a los asistentes.
En la última parte del concierto, los artistas la dedicaron a rendir homenaje a la natividad con villancicos y canciones de Navidad como Catumba y el Mesías de Handel, Jingle bells , El niño y el tambor y El canto de Noé, que llenaron la plaza de espíritu navideño, a unos días de celebrar la natividad en el planeta.