Cilicia
Enclavada en la parte sur de la península de Anatolia, Cilicia reserva en su interior una rica historia, penetrando, aún, en las páginas de la narración bíblica, uniéndose, así, a otros lugares hoy ubicados en la moderna nación de Turquía.
Conocida en la historia de la cristiandad como el lugar donde nació san Pablo, pues ahí está la ciudad de Tarso, también lo es porque es citada en la carta a los habitantes de Galacia y en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
Su historia se remonta hasta el VIII milenio a. C. según lo registra los datos arqueológicos, en la era denominada como el neolítico, cuando inicio la cultura sedentaria de la humanidad y de la construcción de las primitivas herramientas usando como material la piedra.
Cuando empezó a existir la narrativa histórica, originalmente de manera oral, se tiene conocimiento que en el Siglo 2 a. C. el lugar estuvo bajo el dominio de los hititas, una de las primeras hegemonías, la cual incluso llegó a competir, en rivalidad, con el entonces poderoso imperio egipcio.
Fueron los hititas quienes le cambiaron el nombre a la, entonces, ciudad de Tarsisi, impuesta por los acadios, por el de Tarso, en memoria al culto a uno de sus dioses que llevaba ese nombre.
El territorio de Cilicia, bajo los hititas llevaba el nombre de Hizzuwatna y era Tarso su capital. Los hititas consumaron un dominio desde Anatolia hasta Mesopotamia.
En la cima de su poderío, fue cuando, en el año 1274 a. C. los hititas enfrentaron a Ramsés II, en la batalla de Kadesh.
En el 1245 a. C. los asirios enfrentaron a los hititas, derrotándolos en la batalla de Nihik. Bajo su dominio a la región oriental se le llamaba Hilikku de este nombre se derivaría después el nombre de Cilicia.
Cuando los persas conquistaron el imperio asirio, de Cilicia se convirtió en una satrapía, es decir en un territorio independiente, perteneciente al imperio persa, regido por un gobernante, llamado sátrapa, con sede en Tarso.
En 333 aC, Alejandro Magno, al conquistar Persia, ocupó Cilicia, tomando la ciudad de Tarso bajo su propio gobierno.
Después de la muerte de Alejandro Magno, ocurrida en el año de 323. a. C. al dividirse su imperio entre sus generales, Cilicia pasó a la dinastía de los seléucidas.
En los inicios del imperio romano Cilicia había sido tomada por los piratas, que venían de los llamados pueblos del mar y asolaban la región, entonces Pompeyo los abatió, en el año 67 a. C. volviendo a Tarso a ser la capital de Cilicia.
En el imperio romano, Cilicia se convirtió en un lugar importante como centro de culto para varias religiones, tanto de religiones orientales como de los judíos y de los cristianos. Fue un lugar de donde partieron misioneros a otras tierras y el lugar donde tuvo su origen el llamado apóstol de las gentes; Pablo de Tarso.