ConCiencia

María Julia Hidalgo
07 noviembre 2015

"La muerte y su festividad"

Ante la falta de signos vitales, los humanos no entramos en un estado de tanatosis (hacerse el muerto), como lo hacen algunos animales. Cuando un humano carece de tales signos no es que se haga el muerto, respondiendo a una situación que amenace su vida, pasa que las personas se mueren y no hay vuelta de hoja, se acaba su vida y no vuelven a despertar.
¿Acaso los mexicanos nos reímos de la muerte como se piensa? ¿Por qué si sabemos que el término de la vida es un proceso natural es algo que no terminamos de aceptar? Reírnos de la muerte es un mito tan fantástico que sólo lo podemos apreciar en las películas de la Época de Oro del cine mexicano.
"Siempre que me preguntan si puedo explicar por qué los mexicanos se ríen de la muerte, mi respuesta es que cuando se muera su padre o su madre, me invite a ver cómo se muere de risa. No es cierto. En el mundo prehispánico se le temía a la muerte, y en el mundo católico también", respondió el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, en una entrevista que le hiciera la Jornada.
El especialista menciona que en todas las culturas existe el deseo de trascendencia, pues el hombre se niega a morir. La prueba está en que el hombre ha creado sitios para tratar de evitar la muerte; así los infiernos y los cielos, lugares a donde ir después de la vida, puede ser una forma que tenemos para mitigar el dolor. El hecho es que cada día, en todos los lugares del mundo, se llora el fin de la vida, la muerte de los seres queridos.
Según el pensamiento católico, el 2 de noviembre es el día para conmemorar a los Fieles Difuntos. Es el Día de Muertos, para los mexicanos, donde se preserva la costumbre de acudir a los panteones para acompañar y compartir, con los que ya no están, el rezo, las flores, la comida, la bebida y sobre todo el recuerdo de lo que se compartió en la tierra. Una tradición ancestral muy arraigada en nuestro país que nada tiene que ver con reírnos de las ausencias.
Pero viendo la muerte como un suceso natural y cotidiano, y pensando en toda su tramitología son muchas las personas que se encargan cada día de darle seguimiento y fin a los que nos van dejando.
Según la circunstancia están los que pueden ser vestidos y maquillados o los que son cremados, un trabajo que no cualquiera se atreve a realizar. También están los que reciben los cuerpos que llegan a las morgues para ser identificados, y aquellos que los trasladan a su lugar de sepulcro.
Por el lado de la medicina existe una especialidad llamada tanatología encargada de estudiar el fenómeno de la muerte y todas sus implicaciones; proporcionando además cuidados paliativos a enfermos terminales. Se busca con ello ofrecer una vida sin dolor durante el proceso de la muerte. Igualmente su enfoque sicológico está encaminado a ayudar a los familiares a sobrellevar la pérdida del ser querido.
Pese a que sabemos que la muerte es el ciclo natural de la vida, ningún mexicano está preparado eficientemente para aceptar la pérdida de un ser querido, y pese a que el 95 por ciento de las personas son católicas y que se les enseña que luego de la muerte llegará el descanso eterno, ni aún así se acepta la muerte, menciona Teresita Tinajero, presidenta del Instituto Mexicano de Tanatología, en entrevista para Día Siete.
Preparados o no, la muerte es un suceso inminente y celebrar el Día de Muertos en nuestro país es un valioso ritual de origen prehispánico. Una costumbre y festividad llena de historia que le ha valido el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Altares que muestran objetos artesanales y colores muy mexicanos que nos recuerdan, desde nuestros ancestros, la importancia de retornar a la tierra y volver a ser parte de ella.

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