Cuenta Benny Ibarra la historia de ‘Novecento’

Nelly Sánchez
08 junio 2022

El actor, ex integrante de Timbiriche, cerró la Temporada SAS-Isic en Culiacán, con el monólogo inspirado en la novela de Alessandro Baricco

La historia de ese gran pianista que nació en un barco y vivió en él toda su vida, la contó Benny Ibarra en escena, en el cierre de la Temporada de Primavera de la Sociedad Artística Sinaloense e Instituto Sinaloense de Cultura.

Se trata del espectáculo unipersonal, Novecento, dirigido por Mauricio García Lozano, basado en la novela homónima del escritor italiano Alessandro Baricco, que cuenta la leyenda de pianista cuya grandeza iba más allá de las 88 teclas del piano.

Sin demasiados recursos, más allá de la iluminación y un banco que representa las veces que Novecento se sentó frente al piano, la carga dramática de la obra recae en la actuación de Benny Ibarra, al dar vida a Novecento y todos los personajes que giran alrededor de él.

El monólogo comienza con Tim Toney, un trompetista que fue el mejor amigo de Novecento y recurre a sus memorias para ir narrando la extraordinaria historia de su mejor amigo: un pianista excepcional, de los más grandes del mundo, a pesar de nunca haber tocado tierra firme.

Novecento nació dentro del barco, fue abandonado y un trabajador del cuarto de máquinas lo adopta y el mundo se queda dentro de los límites físicos del barco y de los de las 88 teclas de un piano.

Le pusieron así, casi como decir el número novecientos, pero que ahora sería un nombre, sin acta, sin registro, pero con más de 50 vueltas de América a Europa, arriba del barco.

El Virginian era uno de esos barcos que atravesaba el Atlántico cargado de inmigrantes y turistas adinerados a principios del Siglo 20.

Y ahí hizo su vida, al lado de grandes figuras del jazz: Danny Boodman, TD Lemon Novecento, mencionados constantemente durante la obra.

Creció en ese barco y nunca bajó de él, cuando era niño querían evitar problemas por no tener documentos, visas, pasaportes y luego porque su vida ya la había hecho ahí.

Hizo del mar su casa, la tierra, dijo en uno de los pasajes, era demasiado grande para él.

Y es que, solo una vez se atrevió a pisar unos escalones para tocar tierra, la tocó solo por un momento y para poder ver desde esa otra perspectiva el mar.

Una obra entrañable y profunda, en la que el jazz, el talento y la amistad, van tejiendo durante una hora y media, la leyenda que el público reconoció de pie con prolongados aplausos.

“Estoy muy feliz de estar aquí, luego haberlo planeado hace dos años”, dijo el actor y cantante, al final de la obra.

‘El teatro es mi primer amor’

Para Benny Ibarra el teatro fue su primer amor y como actor lo que busca es ser muy transparente para que el público no vea al cantante sino a los personajes.

“Cuando era niño lo que hacía era acompañar a mi mamá y papá acompañar al teatro viendo cómo hacían las obras, con tramoyas, peluqueras, todo esto fue mi primer amor, lo abandoné mucho tiempo, pero ya no”

Novecento, aseguró, es una de las obras más divertidas, donde más se aprende y entra en un intenso viaje.

“Hacer monólogos no te deja distraerte mucho, es de esos ejercicios que te permite estar en el presente y no salirte de ahí. El barco encalló durante un rato por la pandemia, pero lo logramos rescatar y la verdad es que hace como 10 días estaba con el director, nos vimos para darle un llegue y a raíz de esa distancia que nos regaló la pandemia, luego de 150 representaciones, al monólogo le vino muy bien”.

El también cantante comentó que para él es muy importante que en la obra el público deje de verlo como el Timbiriche que conocieron de niño para ver a los personajes que aparecen en escena.

Novecento es un viaje muy bien trazado de principio a fin, desde la primera frase, se siente como la montaña rusa, que te subes y no puedes detenerte, y lo que busco es ser transparente para no estorbarle como Benny el cantante”, comentó.

“Es muy retador hacerlo en lugares distintos, aquí trabajé mucho la distancia, hacer todo más grande, jugar con el cuerpo, el sonido, fueron ocho meses de trabajo, afinando detalles”.