Dámaso Murúa: el narrador único
"Juan José Rodríguez recuerda que el escritor hizo del ingenio su mejor herramienta y garantía de una audaz inteligencia"
La partida física de don Dámaso Murúa nos recuerda la importancia que tienen para las letras la tradición oral y el sentido de una gran anécdota como base de un escrito literario.
Alguna vez dijo Dámaso en una entrevista en los años 70, cuando la literatura experimental y desafiante a los paradigmas narrativos estaban en boga, que él desconocía cómo hacer “esa literatura sin puntos ni comas”.
Como parte del movimiento renovador de los años 60, tiempo en que se buscaba romper las formas narrativas y escribir usando el flujo de la conciencia, las editoriales y agentes preferían escritos donde lo original estuviese en el manejo de la prosa y el rompimiento con el canon tradicional, situación que el propio Gabriel García Marquez tuvo que violentar con su regreso al realismo y una aparente forma convencional de narrar.
A esa secreta revolución de contar historias por gusto -y con gusto- perteneció el sinaloense Damaso Murúa y alcanzó un reconocimiento internacional por esa apuesta que sigue vigente.
Narrar lo que sucedía en nuestro entorno volvía a ser tan desafiante como recrear los laberintos mentales del alma humana y los innovadores andamios técnicos del arte narrativo posmoderno.
Fallece el escritor Dámaso Murúa, originario de Escuinapa, en la Ciudad de México
Fue un escritor que le dio una voz firme a Sinaloa con una cuña firme en el sur del estado y el habla de su habitante.
Solitario narrador en su género, El Güilo Mentiras es un volumen donde la recreación de un personaje, digno de la mejor picaresca española, nos acerca a las marismas y llanuras donde nuestra gente alza su voz y testimonio con fuerza de golpe de atarraya.
El humor cáustico, corrosivo en su crítica social, es otro elemento que nuestro gran escritor esparció con maestría en ese libro fundacional para las letras sinaloenses. No pocas escritores logran crear un personaje tan consistente que trascienda a las placas de imprenta.
Conocí a Dámaso como un caballero de voz firme que opinaba con gran seguridad. Yo era muy joven, con dos libros publicados, y me trató con respeto de colegas y con el tiempo supe que era generoso con sus comentarios, a pesar de que tuvimos poco trato durante el tiempo que radicó en la Ciudad de México.
Quiero añadir que Dámaso Murúa pudo haber sido un gran capo literario, el amo de las políticas culturales y establishment de las letras y no lo hizo, en un tiempo donde las dictaduras regionales ahogaban las capillas literarias.
Tuvo modestia y conciencia equilibrada de su propia grandeza. Era tan sencillo que las personas sencillas que se acercaban a él encontraban un amigo, un gran conversador y un guía. Pero también alzaba la voz y denunciaba cuando sentía que había desaciertos en la política cultural estatal y nacional.
Un hombre de una época que supo hacerla suya y que hizo del ingenio su mejor herramienta y garantía de una audaz inteligencia.
