Destaca Alberto Solián el valor de la amistad en su dramaturgia

Nelly Sánchez
06 mayo 2021

El autor, actor y director de teatro presenta ‘Donde se cruzan los sueños’, en el Festival Universitario de la UAS; lo comentan Élmer Mendoza y Fernando de Ita

La infancia de Alberto Solián estuvo marcada por la música de Cornelio Reyna y Ramón Ayala y en su dramaturgia tomó a estos dos personajes para contar su historia, retratar su infancia y plasmar el significado que da a la amistad.

“Cuando hice ‘Rapsodia para un pescado zarandeado’, cuento la historia de dos amigas y tenía la necesidad urgente de contar la historia de dos amigos, para mí es muy importante la amistad, he entrado en catarsis mucho con eso, para mí los amigos son muy importantes, sería capaz de aventarme al río por ellos, quería mostrar eso en escena, dejarlo escrito”, compartió.

Al presentar la obra “Donde se cruzan los sueños”, que reúne tres obras de teatro, la primera de la que toma el título del libro, “Rapsodia para un pescado zarandeado” y “Sin norte”, Solián recordó que leyó la novela “Idos de la mente”, de Luis Humberto Croshtwaite, en la que también habla de Ramón y Cornelio.

“Leí la novela, me quedé con los personajes, pero luego conté mi historia, lo que cuento es mi infancia, la historia de mi padre, que tuve la fortuna de que estuviera en el estreno y poder homenajearlo”.

En “Sin norte”, Ramón y Cornelio son músicos de la sierra de San Ignacio y es la historia de su padre y su tío Octavio, que les gustaba la música norteña, contó.

“Yo empecé a escuchar Los Relámpagos del Norte en el vientre de mi madre, pero tengo muy presente el tiempo que viví en la sierra, mi papá tenía un tocadiscos y cobraba 50 centavos por canción y vendía cerveza”.

El libro fue editado por El Milagro, por el Isic y el Instituto Municipal de Cultura Culiacán y se presentó dentro del Festival Universitario de la Cultura.

Lo acompañaron en los comentarios: el dramaturgo Fernando de Ita y el escritor Élmer Mendoza y como moderador, el editor Adalberto García.

Fernando de Ita comentó que la dramaturgia de Solián es intrincada tanto en forma y contenido.

“Es una obra difícil, intensa, muy fuerte y no es un lenguaje automático porque se ve que elegiste cada palabra, cada coma, cada aliento y al pasarlo al escenario, pobres de tus actrices, me pregunto cómo lograste pasar el texto al cuerpo, a la voz”, dijo.

De Ita destacó que en la primera obra del libro encuentra la clara influencia de Liera.

“En ‘Donde se cruzan los sueños’, el autor sigue la tradición de los autores que dirigen la puesta en escena, con acotaciones, usan la música popular de épocas y estilos para engarzar las acciones y sintetizar los estados de ánimo individuales y colectivos. ‘Rapsodia para un pescado zarandeado’ es ya una pieza por completo de Solián y si en el texto anterior sigue la línea de Liera, aquí es el realismo psicológico”.

Mendoza provocó el diálogo con el autor, al detonar respuestas con una serie de preguntas.

Publicar un libro, dijo Mendoza, es un salto al vacío, porque solamente los que escriben best seller y cuando sale el libro, ya vendieron un millón de ejemplares y ni se preocupan, cosa que generalmente en América Latina eso no ocurre.

“Por más fe que le tenga a un libro es imposible saber qué va a pasar, hace un par de meses salió tu libro, ¿ cómo va el vuelo?”, le preguntó.

Solián comentó que el proceso de publicación ha sido de mucho ensueño.

“Publicar a los 56 años y tener a dos hombres como ustedes es una suerte... Es un libro que ha ido con mucha suerte, nomás que lo lean, que pasen sus ojos por lo que yo he escrito, es un sueño cumplido”, aseguró.

El autor recordó que la primera obra la escribió en 2010 y que fue un trabajo de dos años y que sus trabajos son de largo proceso.

“Y estoy en ese vacío, me aventé en el bungee, el teatro, en esta segunda realidad, la de la carne, nos seduce a todos, pero en esta época de mi vida me seduce mucho la idea de quedarme conmigo, de imaginar los personajes, tengo una discusión fuerte siempre con los actores, porque de entrada, que te den el crédito como escritor, no es sencillo”, apuntó.

“El teatro es un acto colectivo y los actores lo plantean así, que no está mal, qué tanto es el autor el texto y qué tanto el actor, el actor es el gran artista porque es el que da la cara”.