DÍA DE LAS MADRES / Surasí Lavalle habla de su devoción por la danza y la maternidad

Héctor Guardado
10 mayo 2020

"La bailarina se desenvuelve entre el arte del movimiento corporal y la formación de una familia"

Surasí Lavalle fue una de las más destacadas bailarinas de la cuarta generación que egresó de la Escuela Profesional de danza contemporánea dirigida por Delfos, su tesón por ser una buena intérprete y dar el ancho para cualquier proyecto que le pusieran enfrente, la colocó en las grandes ligas de la danza contemporánea de México.

Su exitosa carrera en la danza y la evidencia de que el ser humano trabaja arduamente para destruir el planeta la llevaron a tener una convicción: no traer niños a un mundo lleno de incertidumbres y amenazas.

 Ser madre estuvo fuera de su horizonte de aspiraciones por mucho tiempo, aun después de haberse casado, pero un día, vio un video que le mostró cómo vive un cosmonauta en una estación espacial, le mostró la belleza de una gota que flota en gravedad cero, esa imagen la llevó a crear conciencia de la belleza que se puede encontrar en cualquier lugar y que esas experiencias con la inconmensurable estética que habita en las cosas más sencillas, la hicieron ver con otros ojos la posibilidad de ser madre.

 Cuando ella y su pareja estuvieron dispuestos a ser padres, tuvieron tiempo de repensarlo porque pasó un año sin que se unieran un espermatozoide y el óvulo en su vientre, en ese tiempo leyó sobre el embarazo, la crianza y la educación lo que le permitió visualizar lo que junto con la danza, han sido las experiencias maravillosas que han iluminado su vida, la maternidad.

 Surasí fue una niña hiperactiva, inteligentemente su madre aprovechó esa energía para que aprendiera muchas cosas, después de las clases de la escuela primaria, el ballet fue uno de los mejores aliados de su mamá, y la niña se enamoró de la danza en una academia de su natal Uruapan, Michoacán.

 Cuando se mudó a Ocosingo, Chiapas no había ballet pero sí academias de jazz y folclor e incursionó en ambos géneros.

 “Para mí lo importante era bailar y a la menor provocación yo ya estaba danzando, el periplo familiar después me llevó a Cuernavaca, ahí descubrí una academia de danza contemporánea, ingresé al Centro de Formación Coreográfica de Morelos que dirigía Silvia Unzueta, al mismo tiempo estudiaba la prepa y trabajaba porque mi familia no me podía apoyar económicamente”, compartió.

 “Me tocó ver una función en donde se presentó Delfos con una de sus coreografías emblemáticas Trío y cordón, me impresionó su técnica y su estética, cuando vi un cartel que promocionaba su escuela no dude en viajar a Mazatlán para audicionar y conseguir un lugar” .

 Surasí Lavalle sabía de la importancia de formarse académicamente como bailarina y se dio cuenta en su visita a Mazatlán de que la oferta educativa en danza que ofrecía Delfos era integral, que formaban cuerpos para bailar, pero también a seres humanos para la vida.

 “Me vine a estudiar a Mazatlán me encantaron mis maestros, mis clases, el movimiento artístico en Mazatlán era muy diferente al ambiente de la danza en la Ciudad de México porque allá, domina el panorama la competencia permanente entre todos, en cambio el ambiente de la danza en este puerto es de colaboración es más amigable, todos tienen proyectos y te invitan; aquí no pierdes el tiempo en estar contendiendo con otros bailarines sino que te dedicas a crear, no pierdes el tiempo en cosas banales como el estarse midiendo con tus compañeros, confrontando tus proyectos con los de otros, aquí colaboras con los otros no compites con ellos”, mencionó.

 “El estudiar con Delfos reafirmó mi vocación y me quedó claro que ser bailarín es una profesión de la que podía vivir, porque durante mucho tiempo antes de llegar a la Escuela de Delfos siempre nos cuestionamos mi familia y yo, teníamos miedo de que no podría sobrevivir siendo bailarina , aquí me quedó claro que eso era algo seguro”.

 Ser mamá

 “Me conflictuaba la idea de ser mamá cuando era muy joven, de hecho en aquel momento decidí no tener hijos, no fue nada sencillo cambiar de opinión, me preocupaba mucho la situación del planeta, la contaminación, la violencia, todo lo que está sucediendo, pensaba en las pocas garantías de que un niño pueda ser feliz con todo eso alrededor”, señaló.

“Me puse a leer mucho para aprender a ser mamá, tenía una conciencia clara de que serlo era un gran compromiso, tardé un año en embarazarme y ese tiempo me permitió prepararme, leí mucho sobre cómo quería educarlos, cómo quería que se formaran".

La bailarina confesó que su objetivo era conseguir que fueran felices a través de su responsabilidad y el compromiso, que fueran seres pensantes, apasionados por la vida y con herramientas sólidas para sobrevivir.

 “Sebastián tiene 4 años, Ian tiene 2. Cuando llegaron todo cambió, mi plan era que a los tres meses los llevaría a una guardería para poder seguir bailando, me di cuenta que no era posible ni emocionalmente ni físicamente, necesitaba estar con el bebé, me di la oportunidad de dedicarme exclusivamente a la crianza un año entero, lo necesitaba y quería que así fuera”.

 Compaginar roles

 “Ser mamá y tener una actividad laboral son trabajos muy duros, ser bailarina y ser mamá son formas de vida que ejerces 24 horas al día durante siete días a la semana. El desgaste físico y emocional en ambas actividades es muy duro físicamente, las dos cosas son agotadoras”, dijo.

 “Las recompensas son muchas: verlos crecer, verlos hablar y comunicarse contigo; cuando sabes que son parte del público se genera emociones maravillosas. Algunas veces estoy bailando y escucho a Sebastián y a Ian gritar 'mamá', ellos han crecido yendo a clases conmigo, ensayando en el escenario, no es raro para ellos ese ambiente”.

 Los miedos que sentía Surasí Lavalle antes de ser mamá han regresado, sobre todo en medio de esta pandemia.

“Mi actitud es positiva, seguir adelante, pensar que hay un buen futuro y trabajar, poner mi granito de arena para que el planeta esté mejor y el futuro sea más prometedor para ellos. En este momento solo veo en televisión el informe del Subsecretario de Salud, esa información me permite tomar decisiones prácticas, estoy disfrutándolos mucho todo el día, ha sido un momento muy padre, creo que necesitaba estar todo este tiempo con ellos y sigo entrenando”.

 ¿Cómo imaginas el mundo para tus hijos?

 “Siento que va a estar muy divertido a nivel de tecnología, eso me emociona mucho, me encantaría que cuando ellos ya sean adultos que haya viajes a la Luna o por el Espacio, me gustaría que encontraran algo que los apasione y que se agarren de ahí para que su vida sea maravillosa”.

SURASÍ LAVALLE

 Se graduó de bailarina profesional en la cuarta generación de la Escuela Profesional Danza Contemporánea de Mazatlán.

Fue integrante de las compañías de danza Contemporánea profesionales Camerino cuatro de Magdalena Breso y Kiatora Monorriel de Evoe Sotelo.

Estudió en Nueva York durante un año en la Escuela José Limón gracias a la beca de apoyos para estudios en el extranjero del Fonca.

Es integrante de la Compañía Delfos Danza contemporánea desde el 2009.

Las obras que la han marcado son Sidereus nuncius, Cuando los disfraces se cuelgan y Es medianoche...variedades nocturnas.

Está casada con Ernesto Escobar y sus hijos son Sebastián e Ian.