Disertan sobre la herencia prehispánica, en Mazatlán
"Ofrecen conferencia en el Centro Cultural Multiversidad los maestros Irasema Orona y Gualberto Castro"
MAZATLÁN._ Irasema Orona, dedicada a las ciencias sociales, ofreció la conferencia “Muerte, la divina palabra”, en la que abundó sobre la cosmovisión de las culturas prehispánicas sobre la muerte, especialmente la Náhuatl y su particular forma de relacionarse con la muerte.
En el Centro Cultural Multiversidad la acompañó en el estrado el profesor de danza folclórica Gualberto Castro, quien mencionó la importancia que tenía para la cultura prehispánica de Mesoamérica el ritual y la danza, la música y el canto eran elementos primordiales para las ceremonias que regían la existencia de todas las personas desde su nacimiento hasta su muerte.
Orona mencionó que la actual celebración de Día de Muertos es un sincretismo, la unión de dos formas de conmemorar a la muerte, que surgió del mestizaje que fue el resultado de la violenta conquista de los españoles sobre los pueblos originarios del territorio mexicano.
Dijo que para las culturas de la lengua náhuatl la forma en que morían las personas determinaba el lugar a donde irían.
“Al Tlalocan iban los que habían muerto por situaciones relacionadas con el agua, a esos muertos no se les incineraba como se hacía comúnmente, sino que se les enterraba para que germinaran como las semillas.
Al Omeyoacán, el paraíso del sol, llegaban los caídos en combates defendiendo a su pueblo, los cautivos que se sacrificaban en los ritos y las madres, muertas durante el parto”, comentó.
“Al Mictlán iban los que morían por muerte natural, para llegar a ese lugar mitológico se llegaba después de cruzar nueve planos guiado por un perro, tenía que cruzar ríos, montañas, un campo de obsidianas que cortan como navajas, un lugar gélido, un desierto en donde no existía la gravedad, un lugar lleno de flechas, en otro descorazonan al muerto, en el octavo plano se podía descansar y el noveno era un lugar lleno de niebla , el camino hacia el Mictlán duraba cuatro años, que es el tiempo en el que se descarna completamente un cuerpo y queda solamente el esqueleto”.
Después de la charla se ofreció, en la terraza del Centro Cultural Multiversidad, a todos los asistentes un pan de muerto con un vaso de chocolate.