El Canto Gregoriano

Presbítero Amador Campos Serrano
25 julio 2023

Emitir sonidos, para convertirlos en la belleza de un arte, fue un proceso en el tiempo, iniciando desde las formas más sencillas en la transmisión del sonido de la voz.

Trasladar los sonidos en las variantes de su intensidad, tanto ascendente como descendente, en su gravedad como en su agudeza, a fin de alcanzar, por su sonoridad, una armonía combinada, que impulsa al espíritu hacia los dinteles celestiales, es lo que recibimos en una obra musical

El canto, expresión humana para manifestar la belleza por medio de la sonoridad de la voz humana, adquiriendo armonía y expresividad, fue un proceso a través del tiempo, iniciando por formas sencillas, en la transmisión de sonidos.

El ser humano dio inicio a este recorrido, captando y trasmitiendo la misma sonoridad impresa en el mundo de la creación, desde el susurro del viento, el cantar de las aves o el pausado ritmo de las olas del mar, queriendo descubrir en ello el melódico canto de las musas, es decir convirtiéndolos en música.

Elevar el espíritu al encuentro con su mismo creador, hasta entrar en diálogo permanente con Él, es el objetivo del especifico campo de la oración, en donde las horas, los tiempos y los lugares se convierten en entes sagrados, cargados con la fuerza de la divinidad y el diálogo con el supremo ser es comunicación permanente, en un ritmo paralelo al deambular del ritmo de la creación.

La voz humana al entonar las melodías con espontaneidad, hacia resonar su voz con uniforme cadencia, la cual fue recogida por la trasmisión oral para llevarlas, en el pueblo elegido, a la sacralidad de una liturgia que expresión de su piedad.

Durante un largo tiempo, cuando ocurrió la diáspora judía, los cantos de esta piadosa tradición fueron llevados a lugares muy diversos, dando origen a iniciativas que pudieran contener la sonoridad expresiva por medio de signos gráficos, tal como había ocurrido en la escritura, así aparecen las primeras notas musicales escritas, a la manera de un alfabeto, con un intento de expresar la altura y movilidad, aunque no el ritmo. Empieza a ser posible la trasmisión musical a través del tiempo y la distancia.

Aparecieron las líneas o renglones musicales, originalmente solo eran una o dos para hacer posible intercambios y perfeccionamientos en la monofonía o en la polifonía o en las dos combinadas, después aparecerá el tetragrama. Sería Atenas la cuna de la cultura occidental donde se recogerán los textos procedentes de la liturgia judía para trasmitirlos, convertidos ya en cantos de la liturgia cristiana, con sus variantes locales, como la de los ambrosianos, los visigodos, los coptos los galicanos o la de los siriacos entre otros.

Fue con el establecimiento del imperio carolingio, tras el colapso del Imperio Romano cuando, con el ascenso de Carlomagno el canto establecido en Roma entrara en escena en la cultura gala, fusionándose con el canto galiciano y en un intento de reconocer la autoridad papal y frente al islam que amenazaba a toda Europa, al restaurar el ahora Sacro Imperio Romano, Francia se deslinda del canto galiciano para establecer como oficial el canto litúrgico romano.

Establecida la liturgia romana de manera oficial para todo el imperio, el canto litúrgico cristiano se convierte en el Canto Gregoriano, en honor al papa Gregorio, que como Carlomagno ostentaba el título de Magno.

Este canto es establecido como oficial para las grandes celebraciones litúrgicas de la iglesia, como lo son la celebración eucarística y el rezo del santo oficio, hoy conocido como la liturgia de las horas.

El canto gregoriano ha sido fuente de piedad y de inspiración espiritual para la vida de la iglesia, expresando desde su sobriedad la profundidad de la fe en un Dios que vive y convive entre nosotros a través de los tiempos y de los lugares convirtiendo el sentimiento cristiano lo convierte en presencia divina a través del canto.