El efecto multiplicador de la cultura

Paúl Chávez
30 octubre 2021

Los gobernantes sagaces saben que al detonar la educación y la cultura detonan el bienestar del estado y el del país. El fomento cultural tiene un efecto multiplicador positivo, por lo tanto no debe improvisarse y hacerse con excelencia. Aquí algunas experiencias.

La cultura es fundamental

¿Qué es más importante para ser feliz: tus conocimientos o tus emociones? ó ¿De qué sirve ser muy buen profesionista y ser un patán y tener mal gusto? Abominable. La cultura es una llave que accede a las emociones, ellas son el sustento de la felicidad, de tal manera que la cultura influye en nuestros estados de ánimo, tan importante es.

La cultura redondea a la persona puliéndola, detona el buen vivir y el convivir. La cultura se mete a nuestra casa, a nuestras costumbres, a nuestro estilo de vida, a nuestro barrio. Cuidémosla porque daña o nos eleva. El narcotráfico se sustenta en una cultura de la muerte que debe ser neutralizado con buena cultura.

Urge que recuperemos nuestra identidad ante la barbarie creciente. ¿En dónde es más probable que se geste la próxima fechoría: haciendo deporte, en clases de canto, de cocina o en una cantina? Fomentemos los valores: la gente no espera perfección, espera honestidad.

Dirigir la cultura es algo muy serio.

Veamos una serie de puntos que conviene considerar:

No se trata de abaratar la cultura para acercarla a la gente, más bien se trata de elevar a la gente para que disfrute la buena cultura, difundiéndola.

Lo aprendí bien ese domingo glorioso de 1987, la Filarmónica de Leningrado tocaba y la gente aplaudía gozosa, llenando toda la explanada del palacio de gobierno de Sinaloa, aún no existía la OSSLA ni había conciertos, además competía con Juan Gabriel en el palenque.

La música clásica nunca será popular ni es para las masas. No se compuso para eso. Se trata de que la gente empiece a disfrutarla, no lo hacen porque no la conocen. Entre más se familiaricen más la disfrutarán, Radio UAS y otras deberían difundirla más.

Hace mucho vi en Creel, Chihuahua, que los aldeanos y tarahumaras acudían todas las tardes al atrio a disfrutar la música clásica que el cura jesuita les ponía por el altavoz. Lo hacían porque descubrieron su belleza repitiendo. Eso la ha hecho clásica, su perfección y belleza la preserva del tiempo. El tiempo devora lo mediocre.

La gente la siente e intuye su grandeza por su sonoridad, melodías y variedad de estilos. Strauss es más recordado en Viena por sus valses que el todopoderoso emperador de entonces. La música clásica y la ópera no pasan de moda, la popular sí.

Abaratar los músicos con maestría en música y en sus instrumentos para tocar y cantar solo música popular es hacerle un flaco favor a la cultura, aunque la intención sea acercarla a la orquesta. La música popular abunda y se toca en todos lados y en todo momento, la clásica no. No desperdiciemos esas oportunidades y atraigamos y conservemos talentos pagándoles bien.

Los músicos se visten de etiqueta porque se ponen a la altura de la música que tocan, reverenciando obras que han salido de grandes mentes maestras; estas nunca cansan por su perfección, siempre se les descubre algo nuevo.

En los países cultos los boletos se agotan con mucha anticipación para los buenos espectáculos, museos, exposiciones, conferencias, obras de teatro, conseguir boletos para Broadway en NY es difícil; los londinenses en los veranos disfrutan las calles al salir noche de los teatros.

Sinaloa dio un salto de calidad cuando se construyó el actual teatro donde se dan los conciertos, con los festivales internacionales de clase mundial aprovechando el Cervantino de Guanajuato, con la fundación de la Banda Sinfónica, la OSSLA y las licenciaturas artísticas y los institutos culturales.

Fomentar concursos literarios de nivel en Mazatlán, escritores, colegios, exposiciones de fotografía, pintura, danza, teatro, cine, pantomima, comida regional, trajes regionales, conferencias, buenos restaurantes, demostraciones de vinos de mesa, en Santa Fé CdMx, dieron a catar un sake que todos supusieron era japonés por su alta calidad, un “culichi” se sorprendió que era hecho aquí.

Salvando vidas

Todos esos jóvenes que tocan, escriben, pintan, danzan, que van a clases, que se integran a coros, a bandas sinfónicas, a asociaciones, se salvan de la cultura de la muerte, del aburrimiento y la vagancia, haciéndose personas de bien y aprovechan sus talentos y atractivas formas de ganar dinero.

Eso favorece la paz y crea un efecto multiplicador positivo, así le ganamos a la barbarie. Sembrar en la cultura da buenos frutos, las nuevas orquestas sinfónicas, de cámara, grupos, lo muestran. La OSSLA multiplicó la cultura: la música clásica es muy poderosa.

Propiciemos la cultura en las escuelas y llevemos a los conciertos a los niños, nunca lo olvidan, me acuerdo trepado en los hombros de mi papá en los conciertos.

Einstein afirmó “aprendí más de Dostoievski que de cualquier otro pensador científico”.

paulchavz@gmail.com