El Octavo Día

Juan José Rodríguez
14 noviembre 2015

"La visión moderna"

La designación del nuevo Papa me tomó en una temporada de intenso trabajo donde, por obvia necesidad, me mantuve lejos del estruendo, la descalificación y la pontificación laica de las redes sociales y demás telarañas actuales de la conciencia.
Así que la tomé como una noticia más, relevante por sí misma, y la procesé sólo con la información dura, sin enterarme de los matices aparecidos.
Cuando volví a la rutina, no puedo decir el azoro que me dejaron las opiniones, imprecaciones y reacciones de la mass media que tengo de amigos en la red.
Los foros virtuales son una conquista de la vida moderna: hoy se pueden compartir y repartir ideas... lo peligroso es que muchos no reflexionan y se dejan llevar por la marea, el streaming, las fotos trucadas o la simple frase ingeniosa.
El ingenio no siempre es la sabiduría o la verdad moralmente aceptable.
Un día por la tarde encendí una radio local y ahí sí me asusté de la cauda de frases propinadas por una joven dama en contra del catolicismo actual y el de hace 500 años. De tanto que ven la fotografía en la que Benedicto XVI se parece al Emperador Palpatine de Star Wars, muchos jóvenes hoy creen que ambos personajes son igual de maléficos.
En su largo discurso, reconocí muchos de los "memes" (así se les llama a las unidades teóricas de información cultural con gráficas) que circulan en Facebook, Twitter, Youtube y demás herramientas de comunicación actual.
Se vale criticar a la Iglesia. A fin de cuentas, es una institución humana. Se nos olvida que las personas que la dirigen no son dioses ni ángeles, aunque esperamos de ellos la mejor conducta: no olvidemos que están hecho del mismo barro que nosotros.
Pero otra cosa es el linchamiento persistente, ante la falta de otros enemigos. Una cosa es compartir información acreditada y lo otro transmitir y dar por hechos los mensajes de odio.
Las iglesias -todas- son como las universidades públicas, los sindicatos o el Seguro Social: tienen defectos internos, manejan el poder y se critica su manejo de recursos y las personas pero, al mismo tiempo, han construido una sociedad moderna, hacen milagros y, literalmente, salvan y defienden la vida de mucha gente. Fueron la primer ONG del mundo.
Más allá de los defectos del cristianismo que vemos a ojos modernos, no podemos olvidar que fue la primera religión en donde se le dio un lugar a la mujer. Véase en los Evangelios cómo Cristo siempre está con ellas, las menciona en su prédica e, incluso, su primera aparición fue ante una, la más criticada de todas. (El Código Da Vinci es sólo una novela).
Previo al cristianismo, el papel de la mujer en las religiones era el de sacerdotisas ligadas a la prostitución. Es el caso de las otras religiones que se condenan en el Antiguo Testamento, la historia del Imperio Romana o cualquier otra tribu del pasado.
La otra gran aportación que nos dieron el judaísmo y el cristianismo fue el sentido de individualidad, similar al de los griegos clásicos. La noción de un solo Dios con el que se puede tener comunicación directa a través de ciertos procesos o la simple oración es un mecanismo que ayudó a perfilar la actual conciencia del hombre, incluso aquella que condena esa otra parte de su vida e historia.
Vean cómo en las naciones orientales con religiones de otro tipo ha sido más difícil el despertar de la conciencia del individuo. A un hindú, un chino o un japonés le resulta más duro romper el cerco con su entorno, mientras que a nosotros, desde hace 200 años, hemos gozado de una libertad más laxa preconizada por obispos franceses, al ver que el exceso de religión y antireligión en la vida diaria solo provocaba más guerras y conflictos. En fin, esta es mi reflexión.