El Octavo Día

Juan José Rodríguez
10 noviembre 2015

"Habla Dimitri"

Con la muerte de Dimitri Nabokov, el pasado 22 de febrero, concluye una etapa en la historia de la literatura. El único hijo de Vladimir y Vera Nabokov, dueño de una vida no alejada de la polémica incluso meses antes de morir, falleció en Suiza en el mismo hospital donde lo hiciera su madre.
Dimitri nació en Berlín y vivió sus primeros años en París; su madre fue de origen judío y eso hizo que los Nabokov emigraran a Francia y luego a los Estados Unidos, cuando el avance nazi lucía irrebatible. El barco en que ellos partieron fue torpedeado por un submarino alemán en su siguiente viaje.
Hay gente que ve a Nabokov, sobre todo aquellos que no lo han leído, como un autor perverso y desquiciado por haber escrito la novela Lolita. En realidad fue un hombre tranquilo y que llevó una vida sin sobresaltos. En ninguna novela suya aparecen descripciones gráficas de las situaciones.
En Speak memory, las memorias de Vladimir Nabokov, el último capítulo está dedicado a sus primeros años de matrimonio y se recrea con suave ternura la época en que Dimitri era bebé. Describe en especial los paseos con Dimitri en su carreola por jardines y su fascinación por los trenes.
Los Nabokov subían a un puente peatonal, colocado sobre una vía en París, a esperar largo rato la llegada del tren y el bebé, antes de que se escuchara el sonido, ya se agitaba contento al sentir la vibración y se ponía de pie con alegría... Ambos tenían frío, pero llevaban a Dimitri-bebé bien abrigado y se sorprendían de la cantidad de calor que tenía en sus manos.
El libro concluye en el muelle de Saint-Nazaire, ya para dejar Europa, cuando el niño llega a los 6 años. Nabokov nos cuenta que Dimitri tenía en su casa una colección de barquitos y para ellos fue impresionante el modo en que reconoció la chimenea del trasatlántico, detrás de unas fachadas con balcones de hierro, como una réplica grande y perfecta de sus propios juguetes.
La vida de Dimitri tiene toques de aventura y jet set. Se graduó con honores en Harvard; fue alpinista y corredor de autos, dos pasatiempos que dieron toda la vida grandes sustos a sus atribulados progenitores.
En 1980, ya muerto su padre, tuvo un grave accidente a bordo de un Ferrari GTB durante una carrera en Suiza que le provocó varias quemaduras y, en palabras propias, vio una luz al final de un túnel durante la cirugía. Como alpinista, alguna vez se dio tiempo de escalar el Citlaltépetl, aquí en México.
A veces pienso que Nabokov hizo que los padres de Lolita -dentro de la trama de la historia- la concibieran en Veracruz durante una luna de miel, como un secreto deseo de que Dimitri fuese padre alguna vez, deseo que no se cumplió nunca.
También fue cantante de ópera con relativo éxito (tuvo la mala suerte de debutar en la misma obra que Luciano Pavarotti) y alternó con Montserrat Caballé. El hecho de que esta profesión le exigiera vivir en Italia hizo que los Nabokov dejaran Estados Unidos y se fuesen a Montreux, tan solo para verlo seguido.
Su último escándalo fue su negativa a quemar la última novela de su padre El original de Laura, cosa que a él le pidió en su lecho de muerte y apenas se publicó el año pasado. Declaró haberlo hecho porque no se sentía con el derecho de hacerlo, ya que su madre tampoco lo hizo. Dinero no le faltaba: nunca fue el típico heredero codicioso, aunque si peleaba con todo mundo.
Leo el prologo de El Original de Laura y siento que Dimitri, 30 años después, aun no superaba la muerte de su padre. Uno de los biógrafos dice que, ya muy enfermo Nabokov, Dimitri entró con gripa a verlo y, a las pocas horas, éste murió de neumonía… Hoy han vuelto los tres a reunirse.