El Octavo Día: Aquella alianza cultural con Francia (y los Estados Unidos)

Juan José Rodríguez
19 julio 2020

"Fue ventana a otras dimensiones del pensamiento y un punto de encuentro de espíritus inquietos"

Nunca asistí a sus eventos -estaba en realidad muy adolescente - y a sus clases, pero una de las cosas que hicieron significativo bien y hacen falta en Mazatlan es la Alianza Francesa.

Fue ventana a otras dimensiones del pensamiento y un punto de encuentro de no pocos espíritus inquietos que no encontraban su propio burbuja.

Aunque teníamos mucho mundo, de repente algunos se asfixiaban en aquel Mazatlán, donde era complicado ser diferente y con miras a la actividad cultural.

Especialmente la Alianza Francesa destacó en teatro: con el maestro Hiram de la Fuente, se lograron cosas que fueron más allá de una simple reunión de entusiastas aficionados.

El maestro que menciono, Hiram de la Fuente, era muy respetado por Óscar Liera, incluso, la obra Las Ubarry la escribió pensada en dos actrices locales suyas, Isabel Camacho y Carmen Alicia Gastélum.

Su ubicación por el rumbo de la Calle Roosevelt generaba en los 80 un pequeño corredor cultural, correspondido en las oficinas centrales de la UAS, ubicadas en el antiguo Hotel Posada Colonial.

En esta casona, cuyo vestíbulo fue adaptado como El Cuadrito, se consolidó un espacio teatral donde fue posible ver mucho teatro de salón o, como dicen los gringos, “Around teather”.

Liera intentó repicar a su labor de Culiacán aquí, pero su único grupo se instaló en la Antigua Unión de Cargadores -Salón Orquídea- donde se inició una casa de cultura y una peña. Su salud se lo impidió y el fin de ese rectorado.

A una generación educada en el Ángela Peralta y el teatro del IMSS les parecerán muy incómodas este tipo de sesiones, pero también permitían un teatro más cercano, íntimo, que exigía más a los actores.

Desconozco exactamente el proceso como cerró la Alianza. Quizá bajaron los apoyos de la Embajada de Francia y el Centro de Idiomas de la UAS, que estaba a dos cuadras, mejoró mucho sus programas y maestros de francés.

Otro espacio privilegiado que tuvimos los porteños y que también asombra a mucha gente de fuera cuando lo menciono, fue la Biblioteca Benjamín Franklin. Su acervo es un tesoro que muchos apreciamos y del cual abrevamos con fruición.

Cuando estaba ubicada en el edificio del Ayuntamiento daba mucha presencia al acto de leer y consultar tareas por hallarse legitimada ahí, de manera oficial. Son interesantes esos simbolismos. En las fotos vemos cómo domina toda la esquina.

Más adelante, se trasladó al Parque de los Leones y creo que el edificio fue donado por el señor Ericsson, cuya casa embrujada en Gaviotas, aún sigue siendo otra de las nostalgias de aquel Mazatlán lleno de los más dispares ingredientes.

A la Biblioteca Franklin fui asistente recurrente y en aquel tiempo es justo decir lo que el patronato era presidido por el señor Francisco Madero. En algún momento estuvo en riesgo de desaparecer dicha biblioteca, pero varios mazatlecos como él, Sergio Pruneda y Raúl Rico padre, entre otros, levantaron la mano.

Peculiar tiempo: tuvimos una Alianza Francesa activa y una biblioteca que homenajeaba a Benjamín Franklin.

Actualmente se está revisando mucho la figura de George Washington y es relevante cómo la Independencia de los Estados Unidos se logró gracias a una alianza con el gobierno francés, lograda precisamente por Benjamin Franklin.

Qué significativo es que años después, ambas naciones sin proponérselo, hicieron una alianza cultural y una sinergia que benefició a varias generaciones de mazatlecos desatendidos por el soez centralismo de la cultura nacional. El INBA hizo su parte después y también desapareció.

Lo negativo de ese tiempo, no debemos permitir que vuelva.