El Octavo Día: El viejo mundo que se muere
"El escritor en su columna habla sobre la intuición de los humanos"
A veces me asusta pensar que la conciencia humana sea solo una anomalía dentro de la evolución, un mecanismo de sobrevivencia creado por una especie de mamíferos, destinada a extinguirse hace 150 mil años y que al final no haya nada, que todo sea una metáfora interior creada para mantener encendida la vida y la necesaria calma.
Freud se preguntaba si la religión no será una búsqueda de encontrar consuelo a los males del presente con la ilusión de la recompensa futura.
La intuición fue la que hizo a Kepler vislumbrar matemáticamente la mecánica de los planetas, pero la intuición también hizo a los hombres primitivos “adivinar” la existencia de Dios y los dioses.
No hay método científico en la fe, ni tampoco en los orígenes del psicoanálisis, pero las religiones llevan siglos y siglos y Habermass pronostica que la humanidad no será totalmente atea en cinco siglos más. No recuerdo si Einstein dijo que Dios aparecía detrás de cada puerta que abría la ciencia.
La política actual confirma que la humanidad no desciende de pacíficos simios arbóreos, sino de una especie más primitiva, la cual atacaba en manada y rompía los cráneos de sus enemigos con garrotes, armando escándalo, caos y de paso, estableciendo un nuevo orden temporal entre el resto de las bestias
Los que tenemos más de 40 años vivimos entre el fuego cruzado de una generación que está dejando de saber todo sobre un mundo que ya no comprende y otra que empieza a saberlo sobre un mundo que aún no comprende.
Antonio Gramsci, en sus Cuadernos de la Cárcel de 1930, decía que El viejo mundo se muere, el nuevo tarda en aparecer y en ese claroscuro surgen los monstruos.
Vivimos en estado laico, pero tampoco queremos vivir sin catedrales.
Ya se olvidado poco a poco el incendio de Notre Dame de Paris. ¿Había pensado usted hoy en la luz de sus llamas o el resplandor de la llamarada que vimos hipnotizados?
Una vez vi un documental de arquitectura y decía que si los constructores medievales de catedrales hubieran tenido acceso los materiales de hoy, la habrían hecho de puro vidrio y acero.
Ésa búsqueda de la claridad y la luz del gótico es la explicación de tantos vitrales, medios puntos y puntos buscados.
Pero hay algo más y cito a Heine: “Los hombres de aquellos tiempos tenían convicciones; nosotros, los modernos, no tenemos más que opiniones y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión”.
Las redes sociales son el nuevo Muro de los Lamentos y la primera plataforma del linchamiento. No volvamos a ser monos.