El Octavo Día: Roberto Pérez Rubio viene volando

Juan José Rodríguez
18 febrero 2018

"Este sábado falleció el artista visual, Juan José Rodríguez lo recuerda en su colaboración semanal"

Roberto Pérez Rubio, el artista mochiteco, mazatleco por elección y ciudadano del mundo, ha salido del plano temporal y la materia para volverse uno solo con su arte. Descansa en paz ya este artista que siempre templó la lanza de los colores con el ejemplo.

Temperamento y templanza, creativa fuerza de la naturaleza y encendida humanidad artística, Roberto representó para muchos de nosotros el papel de “el viejo de la tribu”, el amigo que compartía su magia secreta, su mundo rebelde y también su actitud del último ladrón del fuego.

Su diálogo incendiante, cáustico y lleno de citas y referencias, era una brisa refrescante y corrosiva en el ambiente de entonces que se negaba a despertar de un marasmo de décadas.

Buena parte del movimiento plástico visual creciente de Mazatlán provino de la boca profética de este ser telúrico, cuyo voz aún parece retumbar en su lienzos.

Uno de los grandes méritos de Roberto Pérez Rubio fue la creación de la Galería Arte Activo, espacio de libertad y punto de reunión a varias expresiones, no solo pictóricas.

Entre 1986 e inicios de los 90, la esquina de Heriberto Frías y Sixto Osuna se volvió punto de encuentro. Paralela a esta Galería Arte Activo crecía de sus ruinas el Teatro Angela Peralta, almácigo de la actual vida cultura… Sí, fue uno de los pioneros de la iniciativa privada en el arte y en vitalizar la plaza Machado.

A su galería Arte Activo vino el artista José Luis Cuevas a una exposición que fue hito en su tiempo. También logró hacer importantes enlaces con galerías de Jalisco que enviaban obra de sus artistas y las desaparecidas galerías Vértice y Matisse de Culiacán. Creadores sinaloenses de valía como Juan Almada, José Guadalupe Castro, José Kan Guerrero, Hermilo Soto Müller, Rubén Gallardo y Carlos Bueno colgaron su obra en esos muros, además de continuas muestras colectivas locales.

También lo hicieron varias mujeres como Liliana Bandín, María Valencia, Victoria Loto, Liliana Molins, Nancy Ocrant, Marie Therese Rossen y Haidy Arreola.

Fue un eslabón importante en la creación de uno de los primeros premios de pintura regionales, allá por 1987, con la complicidad de Raúl Rico González, galardón que lamentablemente no pudo tener continuidad por situaciones ajenas a ambos.

Se volvió una referencia de Mazatlán, incluso en alguna ocasión el periodista Ulises Cisneros comentó en su columna de Culiacán “Las alas del caballo” de por qué no nos agrupábamos todos, artistas visuales, escritores y cineastas, bajo el nombre Grupo Arte Activo.

Su casa en el Centro Histórico, llena de objetos extraños, muros de adobe y hasta una chimenea con un eterno olor a noble madera, era un refugio para lo contracultural y lo posmoderno, sahumado de citas de Henry Miller, Jack Kerouac, Matisse, música de Philliph Glass u óperas medievales, el arte por todas partes. Eran tan intensas la visitas que, si me prestaba alguna novela, al leerla posteriormente mi imaginación de manera inconsciente hacía que la trama ocurriese dentro de la casa del “Pito Pérez”.

Ojalá sea posible que se mantenga ese sitio, ese santuario-atelier, como es intención de su familia y no sucumba a la invasión antrológica del Centro Histórico. Hay lugares que son como capillas laicas del espíritu, a manera de la que hizo Henri Matisse en el sur de Francia.

Hace unos 20 años, me invitó a presentar una exposición en el Museo de Arte y utilicé el título que hoy vuelve a estar en estas páginas: Roberto Pérez Rubio viene volando.

Si, volando como un viento de Bob Rauschenberg o una partitura stravinskiana que deseamos su hálito se mantenga en ascenso en esos muros. Facta non verba! Es mejor hacer que decir.