En Sinaloa, renace la esperanza de que los hombres ‘volverán a ser hermanos’
‘¡La música hará el milagro!’
Esta es la propuesta del director Artístico de la OSSLA, Alexandre Da Costa, de los músicos que la integran y de los jóvenes poetas que el jueves nos regalaron un concierto de paz inédito, único, no solo en Sinaloa, sino en el mundo.
Innecesario aclarar que el contexto de violencia que vivimos en el estado, particularmente en Culiacán, la población lo exige a gritos; lo que ocurrió el jueves en el ámbito de la cultura sinaloense es la respuesta de la sociedad a todo generador de violencia, a quienes con sus armas vomitan frases: ”abajo la inteligencia, viva la muerte”, como gritó el general español al momento de ejecutar al poeta García Lorca.
El estreno, justo aquí en Culiacán, en el Teatro Pablo de Villavicencio del Instituto Sinaloense de Cultura, de la sinfonía conocida como “Sinfonía Coral”, con la innovación del 4º. Movimiento de Beethoven (Opus 125), con los coros del ISIC y cantantes solistas sinaloenses, quienes gracias a sus reconocidas capacidades artísticas, con gran entusiasmo, creatividad y sonoridad ejecutaron magistralmente el Himno a la Alegría, con letra, no del poeta Federico Schiller, como es la tradición, sino de Wendy García, poeta culichi, con su lirismo y sensibilidad nos transmitió la esperanza de que en Sinaloa vamos a recuperar la paz, el amor y la hermandad.
El poema incorporado acertadamente a la partitura musical de la sinfonía, brilló en nuestras mentes al lado de la Oda a la Alegría de Schiller, ésta inspiró al genio musical Beethoven a innovar musicalmente; la novena fue la primera sinfonía en el mundo de la música, que innovó utilizando partes vocales para coro y solistas en el gran finale.
Hoy, como ayer, en medio de la guerra, Alexandre Da Costa utiliza la música no solo para que la disfrutemos, sino para manifestarnos por la paz y la unión fraterna, hacer conciencia de que la música es legado de nuestros antepasados, es un patrimonio vivo y vigente, no es mera nostalgia y divertimento, la música es historia, memoria viva, está presente para iluminarnos el futuro.
Beethoven compuso su novena sinfonía cuando los cañones de Napoleón rugían afuera de su casa en Viena, donde se encontraba aislado del entorno social debido a la gravedad de su sordera, en los inicios de la primera década del Siglo 19.
En la sala del teatro desde antes que se escuchara “tercera llamada”, se respiraba un ambiente de sorpresa y también de incertidumbre:
¿Qué nos va ofrecer ahora este joven y carismático director de raíces canadienses -pareciera, al ver su entusiasmo, que ya adoptó la nacionalidad culichi- anunciando un concierto memorable, inédito?
“Les pido recibamos con un fuerte aplauso a Wendy García, poeta sinaloense”, expresó el director, con su característica voz, mezcla de francés, inglés y español (de España), antes de tomar la batuta y dar inicio al concierto de temporada.
Wendy, muy segura de sí misma, ante la mirada sostenida de Alexandre, con temple, inmediatamente captó la atención del público, con voz clara y pausada inició la lectura de su poema cuyos versos ya estaban incorporados a la partitura de la obra musical que enseguida la ejecutarían los músicos de la OSSLA bajo la conducción de Alexandre.
“Hermanos, el alma calmemos, unidas nuestras voces llegaran más lejos...vuelvan la alegría y libertad a nuestras vidas”, clamó la voz de Wendy entre un público lleno de asombro. Siguió:
“Basta, basta, canten todos con fervor unidos, la paz recuperaremos, amor y esperanza en Sinaloa respiraremos.
Campos, playas, las calles vivas, todo el silencio acabará, vuelvan la alegría y libertad a nuestras vidas”.
“Despertemos, somos uno solo, hay dentro de toda la grandeza de crear;
Ésta, ésta, es nuestra tierra, reclamemos nuestro derecho a amar, libertad” ...
Ya no hay miedo ni angustia, brilla nueva realidad, templanza y serenidad, una nueva libertad.
¡Somos el pueblo, esta tierra es nuestra!”
Al final, en su poema, Wendy nos deja la savia de la esperanza, sobrevivir, labrar un futuro promisorio, heredar a nuestros hijos un lugar donde puedan vivir en paz y progresar.
El público de pie despidió con aplausos y vivas a Wendy García.
La batuta del director pone alerta a los músicos y al grupo coral que permaneció inmóvil atrás, parados; en el proscenio del escenario los y las solistas, Manuel Chu, Marco Antonio Rodríguez, Oralia Castro y Perla Orrantia, sin comparaciones, cuatro de las voces más sobresalientes del “bel canto” en Sinaloa, listos para enfrentar una prueba de fuego.
El primer movimiento (allegro, ma non troppo) inició con un murmullo velado de las cuerdas como si fuera un rumor de palabras entremezcladas entre la Oda a la Alegría de Schiller y los primeros versos del poema de Wendy, así empezamos a darnos cuenta de lo que estaba sucediendo en términos de innovación musical.
Al término de cada uno de los dos primeros movimientos de la sinfonía, después de los aplausos indebidos, según la tradición, del “respetable” (término beisbolero), seguro no incomodan a Alexandre, pasaron al escenario dos jóvenes, dos géneros, cada uno dio lectura a un poema, quizá esa novedad sorprendió a la audiencia.
En lo personal asaltó mi memoria y llenó de recuerdos, la lectura del poema de Rosa María Peraza, “Malos Tiempos”. Rosy de cariño, amiga muy querida, recordada en el tiempo que fuimos compañeros de trabajo en el entonces Difocur; poeta sinaloense de gran prestigio, su impronta poética se hizo presente con cierto dramatismo, pero con pertinencia:
“Déjame que cante para ti, ahora que los días se han puesto rojos, densos, duros de dolor.
Déjame entonar un Salmo que se eleve al firmamento y que se escuche en el oído indicado.
Tal vez el ruego nos de un alto al fuego cruzado, o un respiro al miedo cotidiano”.
El poema dio pie, no al ruego, sino a la esperanza que nos dejaron las voces del coro y los solistas cantando los versos del poema de Wendy en la gran finale de la Novena Sinfonía.
Sin duda, todos los que “casi” llenamos el Teatro Pablo de Villavicencio, espero que el domingo se abarrote, pasamos gratos momentos. Un concierto memorable, realización de un experimentado equipo de trabajo que integra la Compañía Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes (OSSLA) bajo la dirección artística de Alexandre Da Costa, quien con profesionalismo ha hecho suya la causa por la paz y el destierro de la violencia, por genuino amor a nuestra tierra y su gente.
Es significativo que el director de la OSSLA, los músicos y el equipo técnico, innoven interviniendo una magna obra universal, utilicen los poemas de creadores sinaloenses, abriendo caminos de luz contribuyendo a la eventual solución de graves conflictos sociales, como el que hoy vivimos en Sinaloa, es un acto, no de activismo, es un acto de fe y expresión de la alegría de una perspectiva posible, plasmada con elegancia en los versos finales del poema:
“Esperanza, tengan fe, la gracia nos cubre;
Brilla nueva libertad, brilla nueva realidad;
Bendiciones compartidas”
Como suele suceder entre quienes conocen al poema “Oda a la Alegría” de Schiller en el que se inspiró Beethoven, seguramente no dejaron de pensar en sus estrofas:
“¡Alegría, hermosa chispa de los dioses, hija del Eliseo!
Tu hechizo vuelve a unir lo que el mundo había separado, todos los hombres se vuelven hermanos, allá donde se posa tu ala suave”.
Finalmente, quiero aprovechar para recordarle al público de la OSSLA, que el martes 16 de diciembre próximo, el Maestro, primer director y fundador de la OSSLA, Gordon Campbell, será reconocido por el gobierno de Sinaloa, a través del Instituto Sinaloense de Cultura, otorgándole el Premio Sinaloa de las Artes 2025, máximo galardón a quienes han contribuido al desarrollo cultural de Sinaloa.
Cabe aclarar, lo digo por convicción y tengo suficientes motivos que sustentan mi dicho, Gordon Campbell y sus sucesores son el cimiento de este gran edificio que concreta la OSSLA y su impacto social, cultural y artístico, a lo largo de 25 años, desde la fundación en el año 2001, con el esfuerzo y participación de la comunidad cultural sinaloense, auspiciado por las autoridades del ISIC y del sector cultura en lo general.
La OSSLA es un motor cultural, su transversalidad ha impactado las manifestaciones culturales más identitarias de Sinaloa, la música tradicional, popular, el canto, la danza, el teatro, gracias a que se cuenta con una orquesta sinfónica, en Sinaloa se montan óperas sin necesidad de acudir a Bellas Artes en la CDMX; igual, fue posible ejecutar este concierto: la 9ª Sinfonía, de Ludwig Van Beethoven, obra cumbre de la música sinfónica universal, imprimiéndole una causa y como medio que contribuye a la paz en nuestra tierra e interpretada por artistas sinaloenses formados aquí, más los que vinieron de fuera y la han adoptado como propia, solo por amor y admiración.