Etéreo como un espíritu

Héctor Guardado
10 noviembre 2015

"Danza Ballet de Mazatlán y los bailarines cubanos cautivan al público mazatleco en "Giselle""

Los bailarines cubanos que tuvieron a su cargo los papeles principales del ballet Giselle, Daynelis Muñoz y Jonhal Fernández, dejaron sin aliento al público mazatleco con su actuación en el complejo montaje que la Compañía Danza Ballet de Mazatlán estrenó el viernes en el Teatro Ángela Peralta.
El cuerpo de baile, integrado en su mayoría por alumnos y egresados de la Escuela Municipal de Ballet, respondió con un alto nivel de calidad, consiguiendo redondear la puesta en escena que cautivó a los espectadores.
En la parte terrena del ballet se ve a una ilusionada muchacha enamorarse de un campesino que en realidad es el Príncipe Albrech, heredero de la familia que domina la región en donde vive la humilde adolescente, que contagia su alegría por vivir con el talento que tiene para bailar.
Esta primera parte sucede frente a las casas de la comunidad, los bailes celebran a la tierra, la cosecha, la alegría, los cuerpos se tocan, están sobre el suelo, lo golpean con los pies y en todos ellos la belleza y la gracia de Giselle está presente, hasta que descubre que la causa de su ilusión es el Príncipe heredero.
No soporta la realidad y su débil corazón deja de latir. La leyenda, transmitida de generación en generación, dice que las jóvenes que mueren vírgenes se convierten en Willis, espíritus del bosque que hacen que los varones que se internen en la foresta bailen hasta morir.
La segunda parte de Giselle es conocido como Ballet Blanco, porque las bailarinas utilizan el tutú romántico que es largo y de tela vaporosa transparente y blanca, ideal para representar a los seres irreales, fantasmas, espíritus y ánimas que habitan los mundos irreales de los ballets románticos; y Giselle es uno de los más logrados del repertorio de ese periodo.
Al fondo del escenario, en medio de la bruma nocturna y entre árboles, cruzó etérea Giselle en tutú blanco, cubierta con un velo del mismo color, deslizándose en puntas de ballet con pequeños pasos (pa de bure). Esa imagen espectral impactó al público y definió la atmósfera del espléndido segundo acto de la puesta en escena de la Giselle mazatleca.
El desempeño del cuerpo de ballet en esta obra es determinante para mantener esa atmósfera fantasmagórica, su presencia debe ser sutil, y lo logró.
Sus pasos suaves y delicados, brazos y manos se mueven lentamente, acarician el aire, lo tocan y juegan con él; se sostienen en puntas durante gran parte del su presencia en el escenario, manteniendo una imagen etérea que no puede perderse con una actitud o un movimiento rudo.
Hilarión, aldeano enamorado de Giselle, es la primera víctima del ejército de Willis. En su desesperada danza cae muerto, en una escena en que las doncellas implacables, pero etéreas, se imponen con indiferencia y elegancia flotando por el escenario.
Cuando Albrech llega a la tumba de Giselle, arrepentido, a pedir perdón para sanar su alma adolorida, se aparece Giselle en toda su impalpable belleza. Durante largos minutos salta sobre un pie en punta recorriendo la diagonal del foro, con eso arrancó suspiros de asombro.
Fue la fuerza de los saltos de Jonhal Fernández la que impactó con mayor ímpetu al público, un spleet en el aire con el que cruzó el escenario fue una de sus más sorprendente ejecuciones. Los triples giros impresionaron, pero su capacidad de plantarse en el suelo sin titubeos, después de volar por los aires, fue lo que consolidó la percepción de su incuestionable virtuosismo.
La aurora asomó sus destellos entre las montañas, Giselle se muestra aliviada, las Willis preparan su retirada mientras Albrech exhausto en el suelo cae de una de sus grandes elevaciones para terminar su mortal danza y así acabar con el suplicio de bailar hasta morir.
El amanecer lo salva gracias a que Giselle retrasó el momento, distrayendo con sus súplicas de piedad a la Reina de los espíritus de jóvenes que murieron doncellas antes de su boda.

Reconocimientos

Luis Ramírez, representante consular de Estados Unidos en Mazatlán, entregó un reconocimiento a la labor de formación que ha desarrollado la maestra Zoila Fernández y por la contribución de Guillermo Carrillo, ambos son los directores artísticos de Danza Ballet de Mazatlán.
También entregó un reconocimiento a Raúl Rico, director del Instituto de Cultura, por la gran labor educativa y de difusión en las artes que ha desarrollado en Mazatlán.

BALLET MAZATLECO
Junto a las brillantes interpretaciones de los bailarines cubanos, el cuerpo de baile de "Giselle" estuvo conformado por alumnos de la Escuela Municipal de Ballet.