Expresiones de la ciudad
08 noviembre 2015
"Cirugía estética"
Pues eso. Que le doy vueltas al asunto y no me lo explico como yo quisiera. Lo único claro es que en febrero de 2011 estaré cumpliendo 50 años de edad y desde hacía ya buen rato que no me gustaba cuando me miraba al espejo. Tomé una decisión y de repente no me cabe la idea de haber caído en el sueño de la eterna juventud. No me la creo. En todo caso, voy a suponer que por actitud estoy en demasía lejos de tabús y prejuicios a los que muchos se encuentran atados, lo que me ha dado la liberad de decir sí, cómo no, claro que no le temo al bisturí y paso, no trago, reniego totalmente de aquel refrán que dice que el hombre debe ser como el oso: entre más feo, más hermoso.A mí, oiga, me gusta verme y sentirme lo mejor posible.
Creo que todo depende de cómo cada quien se perciba. A mí me gusta sentirme bien y si la cirugía estética es una opción y tengo los medios, con permiso, nos vemos al rato: estoy en convalecencia luego del ¡lejos de mí, cuero arrugado! ¡Y córrele porque te pego!
Dicho esto, tengo la sensación de estar rodeado por la sombra de la frivolidad, algo así como si fuera el actor contratado para renovar en televisión el comercial de aquel que paga con tarjeta de crédito y termina diciendo, con arrogancia y vanidad: "Es un pequeño lujo, pero creo que lo valgo".
Parece además que soy víctima de mi propia debilidad, totalmente sorprendido por el mercado de la imagen, tan de moda en los tiempos que corren.
Pero, mire, yo todo aquello me lo como con sopa de letras y al final, en la última cucharada, habré dado forma a una frase simple, llana, sin rebuscamientos: cuidado personal.
Eso lo vengo haciendo desde hace muchos años. Y no hablo, caramba, de peinaditos para atrás, por el medio, o de ladito; del cosmético y de la madre que lo parió; del espejito, espejito, ¿quién es el más bonito? El cuidado personal al que me refiero tiene que ver casi totalmente con el ejercicio, con alimentos saludables, con chequeos periódicos del estado de salud, sobre dentadura decente. Y cosas así.
Lo único pernicioso que reconozco y que me ha sido difícil erradicar, es el tabaco. Ahora mismo, justo en este instante en que le pego a la tecla, muero por un cigarro. Pero también he decidido, si no dejarlo al cien, sí bajar en algún 90 su consumo. Hasta no verte, Jesús mío.
En suma, cada quien tiene el derecho de buscarse la vida que se acomode a sus deseos. Y pues, bueno, acepto que soy un privilegiado. Y no porque a estas alturas del partido ya tenga todos los sueños materializados, sino porque cuento con la contingencia de perseguir cierto estándar de calidad de vida, como por ejemplo alcanzar los 50 años de un modo que me permitan inclinarme como cualquier hijo de vecino, esto es, para hacerme el nudo de las agujetas de los zapatos sin que se me tuerza la cintura, o que la columna me haga clac-clac cual anciano osteoporósico.
Pero, uta, cómo cuesta esfuerzo, cuán difícil va resultando mantenerse más o menos saludable. A como uno se va haciendo ruco, empiezan a fallar las partes. Y mire que no existe una refaccionaria a donde uno llegue y al del mostrador le pregunte si tiene el fémur de la pierna izquierda, más o menos como de 13 centímetros. O la clavícula tal. O el huesito rotador del hombro derecho.
Pues qué a gusto, qué maravilla presentarse a la tienda a comprar un corazón menos amoroso, o tres metros de vísceras porque a las mías se les está comiendo el cáncer. Y así como se adquieren bistecs en la carnicería, además, ¿por qué no?, agrégueme un medio kilo de médula ósea. E igual como también se compran rajas de canela, pedirle al del estanquillo unos cuatro sobres de neuronas.
Claro que la biotecnología viene dando brincos desde hace rato y el día menos pensado quizá podamos cambiar ciertas partes del cuerpo, igual como uno se cambia de calcetines. O que la vejez se detenga; o que incluso retroceda. Y que la artritis sea asunto del pasado. Y cosas así. Pero las uvas no están ahora para dar vino y hay que buscarle por otro lado. Tan verdes están las dichosas uvillas, que aún el cáncer, y la tuberculosis, y la influenza, y lo que usted guste anotar, pues como que no las vemos claras.
A como se mira el paisaje, pues dependiendo de las posibilidades de cada quien es que se hace el intento de lograr un mejor nivel de calidad de vida en términos de salud. En lo que toca, yo hago el esfuerzo. Y en ese intento es que voy conociendo asuntos y problemas del físico y otras cosas, de acuerdo a como se presentan. Y en términos generales aparecen con la edad. Eso lo sabe usted.
Hace años, qué esperancitas que yo supiera de colesterol o de triglicéridos, a que los hombros tenían huesito rotador y que de repente te fallan. Y mire que yo creía que los ultrasonidos nada más se habían inventado para las embarazadas. Y lo triste es cuando percibes que como que la memoria te traiciona, que no recuerdas si las llaves aquí, o las llaves allá, que si de verdad apagué la luz antes de salir de casa, que si las ventanas se quedaron abiertas. Babosadas, si le da la gana, pero al fin detalles que tienen que ver con neuronas que seguro se hicieron polvo.
Y allá va uno con el neurólogo. Y luego el nutriólogo te marca hasta el vaso de agua que te vas a tomar, y aparte decides entrar a un gimnasio donde el instructor te trae pintando rayas. Y que pescado hoy y pollo mañana, que si aceite extra virgen y azúcar dietética, y café sin cafeína, y cigarros sin nicotina, y bistecs sin grasa, y cerveza sin alcohol. Uta.
Para qué le digo de las cremitas nocturnas y la operación de la vista. Y todo para estar mejor, o bien. No tanto con menos años de forma real, que eso ni a golpes. Sino sano, con fuerza y flexibilidad, como ya dije: hasta para amarrarse las agujetas sin ningún problema. Y un poco más estético. ¿Por qué no?
Con todo y las rutinas diarias en el sentido que le digo, la vida en general me va bien, pues me siento más sano y con muchas ganas de alcanzar los 50 sin impedimentos para subir las escaleras de La Lomita cada vez que se me pegue la gana.
Ese es mi reto, mi derecho y, vale reconocer: también mi privilegio. Incluida la cirugía estética que justo el pasado viernes 15 de octubre de 2010 se me practicó por allí. No somos nada. Y punto.
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