Expresiones de la Ciudad: Saludos al cholo viejo

Julio Bernal
27 noviembre 2017

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La pura neta, mi compa Élmer, en estos días he andado con un rollo bien locochón, igualito como me sucedió cuando leí, en 1999, tu novela Un Asesino solitario. Con decirte que otra vez corrí al abarrote de la esquina, donde me compré una coca y un paquete de galletas pancrema, porque has de saber, mi ésele, que no me la ando acabando de puro gusto por el buen tiro que se aventaron quienes decidieron darte el Premio Sinaloa de las Artes, empezando por mi rectorazo, Juan Eulogio Guerra Liera, porque sé que fue él quien te propuso pal premio de parte de la UAS. Y pues aquí me tienes, compita, bien clavado en la Biblia. Pues sí, ni modo que qué.

 Simón, bato, traigo una vibra bien chila por el reconocimiento ese que te dieron, y también medio tronchado porque no pude estar en el acto de entrega del Premio. Te juro por la Virgen, carnal, que de haber podido, me hubiera tendido como bandido pal Museo. ¿Que me parezco a la prosa que usas en el ‘Asesino’? Pos pa qué te digo que no si sí. Pero pues no es pa tanto, fíjate, porque lo único que hice fue darle hilo a la hilacha del habladito sinaloense, pero con todo y pimienta, pa no quedarme con las ganas.

 ¿Te conté que conocí a un bato que fue alumno tuyo? Bueno, eso lo escribí en otro lado. Pero el caso es que me lo topé de un jalón en una eléctrica, y la neta del planeta fue que primero me la di de dramático pa que el batillo me hiciera un jale, uno de esos con los que no me entiendo, de clavija, cable y madres así, y pues lo logré, porque le aventé el rollo que aquí tu compa, o sea yo, nada más se entendía con las letras. Como que el ruco paró oreja cuando le dijo eso.

Muy al ratillo, cuando iba a la mitad de una extensión especial que yo ocupaba pal arbolito navideño de la casa, Don Eléctrico confesó que él, en un tiempo, también había corrido pa la esquina de las letras, quesque siguiéndole el rollo a un profe medio loquillo que había tenido en la prepa Central de la UAS, pero que muy buena onda, algo así como un cholo viejo. ¿Cómo se llamaba? Le pregunté. –Élmer Mendoza –me respondió. De aquí soy, me dije. Y pues ahí me tenías, hermanito, tirando barra frente a Don Eléctrico, presumiendo que te conocía y que además eras mi amigo.

 Uta, no puedes darte ni siquiera un quemón de lo emocionado que estaba el hombre cuando le conté de ti; como que Don Eléctrico te tenía buena ley por los años de la prepa. O te tiene. No sé. Y hasta se atrevió a confesar que lo motivaste a escribir, pero no dijo si poemas, o cuentos, o novela; y que en ese entonces hasta tenía su cuadernito con anotaciones, pero que un día su madre lo descubrió y él, avergonzado, de un manotazo acabó con el gusanito del escritor. Yo sé que te gusta que te cuente esto, pa qué te la juegas.

 Pero mira que no hay purrún, mi Élmer Mendoza. Antes al contrario, a mí me da mucho gusto que tu nombre circule hasta en el mostrador de una eléctrica. Tas bien pesado, mano. Y te lo digo yo, desde mi humilde humildad, pero sin andarme con rollos académicos ni análisis literarios. Ya me viera, carnal, aparentando ser un cochi trompudo, dando brincos cuando el suelo está tan parejo.

 No creo que te haigas agüitado porque no fui a tu evento, aunque lo más seguro es que ni en el mundo me hiciste frente a tanta celebridad que te acompañó ese día, pero de verdad, la pura neta, sin ponerle ni tan siquiera un chorrito de crema a los tacos. Y es que eres la pura reata, carnal,

 Yo por mi parte te digo presente desde aquí, con mucha enjundia. Y de paso te digo como me dijo que te dijera Don Eléctrico: “Ahi me saludas al cholo viejo”. Y punto. Comentarios: expresionesdelaciudad@hotmail.com