Factor Humano: Los fantasmas sí existen

Paúl Chávez
17 abril 2021

Los ves más seguido de lo que supones

¡Qué poderosa es la interpretación! de ella dependen más cosas de lo que nos imaginamos. Y justo este es el problema con ella: no nos damos cuenta como nos afecta; es decir, creemos que lo que interpretamos es lo real y así lo tratamos sin cuestionarlo y sobre ello reaccionamos, sentimos y actuamos. Entre lo real, el suceso y lo dicho hay un abismo: lo que interpretamos. Ganas objetividad cuando eres más consciente de tu subjetividad.

¿Maande?

La interpretación es afectada por varias cosas, empecemos por la atención que ponemos a lo que sucede o alguien nos dice. Hay un serio y creciente déficit de atención, más entre los jóvenes, si cuando pides o preguntas algo a un empleado y este responde con una cantaleta automática: ¿Maande? Guarda silencio.

Esa persona necesita como los antiguos radios, sintonizar sus orejas con su entendimiento; ellos insistirán en que les vuelvas a decir. Mantente en silencio mirándolo. Si tienes paciencia lo más probable es que repitan exactamente lo que les dijiste dudándolo... les llega la señal retrasada.

¿Pero qué pasa si les repites? Seguirán en su estado de inconsciencia, con tu silencio paciente los obligas a subir su frecuencia cerebral, de otra manera seguirán preguntándote otras cosas. Lo mejor es llamar su atención antes, entonces, en tono claro y audible exprésales lo que deseas. Pero esta treta no funciona siempre, hay una arraigada costumbre. Los celulares contribuyen mucho a este déficit de atención, la gente al trabajar anda en otros mundos... una auténtica enajenación mental.

¿Crees en los fantasmas?

Si no crees en ellos a continuación ellos solos se te aparecerán. Tranquilo no se trata de espantarte. Pon mucha atención a esta historia: una persona antes de entrar observa a los que están dentro del establecimiento, ve a unas personas atendiendo en las cajas y a otras haciendo fila, ve a una persona de seguridad dentro, se decide y entra.

Ahora responde estas preguntas ¿Qué tipo de negocio era? ¿Viste un banco? ¿Cuál era, viste su logo y colores? ¿Las personas dentro de las cajas eran mujeres? ¿Calculaste sus edades? ¿Cuántos esperan en la cola? ¿El guardia de seguridad era hombre? ¿Quién entra era dama o caballero?

Para cerciorarte, dale a leer la historia otros y pregúntales, verás que no coinciden y que lo más probable que se sostengan creyendo estar seguros. ¿Por qué?

De manera inmediata y sin darte cuenta tu mente mientras leías atentamente la escena empezó a fabricar imágenes... a estas se les llama fantasmas. Estos existen en tu mente, aunque las imágenes sean muy patentes y lógicas. ¿Es lógico que sea hombre el de seguridad? Si, puede ser lógico... pero NO verdadero, puede ser un restaurant. La lógica está en la mente: la realidad afuera.

Puedes argumentar con firmeza que tus respuestas son ciertas por dos razones: te resultan obvias y son muy lógicas. Más bien te lo parecen. Por eso las discusiones, la gente confunde las evidencias con sus fantasmas. Es cierto que las vieron “así” pero solo en su imaginación. Una señora de rancho al describirme algo decía “es muy así, muy quien sabe qué modo”.

La evidencia

Reflexionando sobre la percepción me di cuenta que uno de los problemas de fondo es como tratamos a las evidencias. Suele haber tres problemas con ella: 1. Darlas por ciertas, 2. No cuestionarlas e 3. Imponerlas a los demás.

Aclaremos. La evidencia es el criterio último de verdad, lo evidente por serlo no necesita demostración. Pero no todo lo evidente lo es realmente, es decir confundimos los fantasmas con lo evidente. Imposible que el otro “vea” lo que tú imaginas, sobre todo cuando explicas un domicilio.

Sucede a veces en el mundo femenino y se podría resumir en esta frase: “me tienes que entender” o sea, estás obligado a ver lo que yo veo, y por si fuera poco “si no, no te importo”, “no me pones atención” y cosas por el estilo. ¿Para qué inventar novelas innecesarias?

La certeza

Ahora supongamos que lo que argumentas es cierto, esto no es suficiente para que el otro o los demás lo vean así de claro, incluso pueden estar en desacuerdo con otras evidencias también ciertas y contrarias. ¿Entonces? La certeza por sí sola no explica la realidad del todo: es parte de él. América “no existía en el mapa” antes de Colón y Vespucio, pero aquí estaba.

Descubrir la realidad implica una seria educación de la atención, de apertura de mente, cuestionarnos lo que creemos saber, sobre todo que descubras cuantos fantasmas ves diarios y cómo afectan tus relaciones contigo y los demás. Pero si ves otro tipo de fantasmas, eso es otro asunto.

paulchavz@gmail.com