Festejan Seminario de Culiacán 170 años de historia

Nelly Sánchez
06 noviembre 2015

"Los obispos Benjamín Jiménez y Emigdio Duarte concelebran una misa en Catedral por el aniversario."

Repicaban fuerte las campanas y decenas de cuetes tronaban en lo alto, como un llamando a los fieles al templo. Sacerdotes, religiosas y seminaristas llenaban la Catedral de Nuestra Señora del Rosario. Era una mañana de fiesta.
"Estamos congregados para elevar nuestra gratitud a Dios por estos 170 años de vida de nuestro Seminario, muchas generaciones han sido formadas bajo el amparo de nuestra madre santísima, la Virgen de la Inmaculada Concepción, y nuestro Seminario sirve para que la promesa de Dios, de darnos sacerdotes, siga siendo una esperanza", aseguró el Obispo Benjamín Jiménez Hernández, al inicio.
En la homilía, el presbítero Juan de Dios Robles, recordó momentos importantes de los 170 años de historia.
"Estamos aquí, alrededor del altar, venimos con un corazón agradecido a elevar una acción de gracias a Cristo, sumo sacerdote, pues hoy celebramos 170 años de vida de nuestro seminario, la casa donde nuestro corazón se fue haciendo sacerdotal".
Conminó a todos a recordar sus primeros días de Seminario, cuando seguían las huellas de Jesús con emoción.
"Cuánto tiempo ha pasado después de nuestra vida en el Seminario, 5, 10, 15, 30, 50 años tal vez... Hacemos la historia de donde salen los pastores que conducen a los hombres de nuestra tierra hacia Dios".
A 170 años de distancia de la fundación, recordó a quienes han sido pilares, de su alma mater. Nombres como los de don Lázaro de la Garza y Ballesteros, su fundador, que en 1838 les dejó como patrona a la Purísima Concepción.
"A él le debemos la fundación del seminario y la construcción del primer edificio donde nuestra casa se alojó y de donde surgieron los primeros sacerdotes de la diócesis, hoy está ahí el Palacio Municipal".

Recuerdan la historia
Vino a su memoria don Pedro Loza y Pardavé, uno de los profesores del seminario, que lo rigió en tiempos difíciles para la vida religiosa del país, cuando se promulgaron las leyes de reforma, en 1857, que trajo destierro y persecución.
"Él fue uno de los prelados que mas sufriría, le querían arrebatar edificios, vivía en constante persecución y amenazas a sus sacerdotes; el rector, José de Jesús Uriarte, fue quien salvó con su patrimonio los bienes eclesiásticos", apuntó.
En su recuento, habló del surgimiento de la Diócesis de Sinaloa, proveniente de la de Sonora y recordó a hombres que han dejado, José de Jesús María Portugal, Jesús María y Echeverría, Francisco Uranga, a quien le tocó vivir los tiempos difíciles de la revolución y una pronunciada crisis de vocación.
Y en medio de la inseguridad, los peligros y sin las garantías necesarias para seguir operando, antes de terminar el curso de 1913-14, el seminario fue clausurado y el rector desterrado.
A finales de 1922, Agustín Aguirre y Ramos tomó posesión de la Diócesis y el seminario se trasladó a Nogales, sus bienes pasaron a manos de los triunfadores de la revolución y el edificio quedó en poder del gobierno.
Pero se pusieron de pie y comenzó el éxodo a la ciudad, en busca de un hogar donde los sacerdotes se pudieran formar. Primero en una casa prestada por la calle Obregón, luego una rentada por Ángel Flores, otra en El Barrio, aquí en los altos de Catedral.
Robles conminó a todos a mover esos recuerdos que seguramente guardan vivos en su corazón.
La capilla, los salones, los maestros, el rector, Monseñor Barraza, Monseñor Olvera, don Agustín Aguirre, don Lino, que han dejado la impronta en su formación.
"Cada uno de los rectores y padres formadores han dejado escritos sus nombres con letras de oro, su obra no ha muerto, ni se han echado al olvido los trabajos que han realizado. En cada muro, pared, en los pilares de nuestro seminario están vivos sus recuerdos aún".
Al final, agradeció la labor de Benjamín Jiménez, por procurar que los seminaristas se formen con el corazón sacerdotal de Jesús, por hacerlos confiar en el Dios providente y hacer el bello edificio donde actualmente se forman.


EL RESURGIMIENTO
Don Lino Aguirre, en 1950, inauguró el edificio del Seminario en su casa, en la colonia Tierra Blanca, donde se formaron la mayor parte de los sacerdotes que aún ejercen su misión. Nueve años después, la diócesis de Mazatlán tuvo que crear su seminario. 

"No tengan miedo (seminaristas) de dejarlo todo por Cristo, que no importe el cansancio, los miedos, Cristo lo quiere todo de ustedes, y la gente espera con ansia pastores que los conduzcan a Dios".
Juan de Dios Robles
Sacerdote