JOSÉ LIMÓN: las mujeres de su vida

NTX
09 noviembre 2015

"A 102 años del nacimiento del bailarín sinaloense, fecha que se conmemoró ayer, hoy son recordadas las tres figuras femeninas que fueron determinantes en su vida"

CULIACÁN._José Arcadio Limón Traslaviña (Culiacán, Sinaloa, 12 de enero de 1908- 2 de diciembre de 1972, Flemington, Nueva Jersey, EU) ha sido considerado como el mejor bailarín varón de su época y reconocido como uno de los coreógrafos más importantes de la danza moderna mundial.
Especialistas que han estudiado su obra y analizado sus enseñanzas técnicas y coreográficas han coincidido que su visión humanista e interdisciplinaria así como su amplia cultura dotaron a su obra de vigencia universal; además de que los héroes que son una constante en sus coreografías, y su misma presencia viril en escena revitalizaron la presencia del varón en la danza escénica. Los siguientes apuntes sobre Limón se centrarán en la presencia de tres mujeres que tuvieron una gran influencia en su vida: Doña Francisca Traslaviña, su madre, Doris Humphrey, su mentora coreográfica, así como su esposa Pauline Lawrence.
Cuenta Limón en sus memorias que Doña Francisca Traslaviña venía de una familia burguesa, su padre había sido maestro y su madre Doña Flavia era una matrona imponente. Refiere Limón que cuando su madre conoció a su padre, Don Florencio Limón, ella tenía escasos 16 años y su padre, entonces viudo, 35.
Fue en una fiesta donde su padre se había incorporado a la orquesta para sustituir al violonchelista "…alguien le llevó el mensaje de que el señor don Florencio Limón se sentiría honrado y complacido de tener el ramillete de azahares de naranjo que ella llevaba en el pelo… Así que el viudo de 35 años empezó a cortejar a la joven de 16. Hubo boda en abril de 1907 y, puntualmente, el 12 de enero de 1908, nací usando, fortissimo, toda la potencia de un vigoroso par de pulmones y pateando como un novillo atado. Mi tía Lupe contaría que fui "un fenómeno, un monstruo de energía".1
Su madre llegaría a dar a luz 12 hijos más, en 2 ocasiones gemelos, no todos sobrevivieron, y aunque los doctores habían advertido a sus padres que un nuevo embarazo sería peligroso, y aún fatal, para la madre… A pesar de esto, en su debido tiempo se volvió a embarazar (esa es la voluntad de Dios) y conforme su estado avanzó, se vio sometida a un agudo sufrimiento; finalmente, después de una crisis agónica, partió de este valle de lágrimas a la edad de 34 dejando a un viudo inconsolable, una numerosa prole y un primogénito amargado…Yo la adoraba. Para mi era bella, amable y dulce, siempre amorosa y comprensiva. No se merecía que la mataran de ese modo.
José Limón, entonces de 18 años encaró a su padre en el pasillo del hospital donde acababa de morir su madre:… enfrenté a un hombre destrozado que sollozaba como un niño, y en la fría madrugada de abril cobré una terrible y despiadada revancha. "¿Por qué lloras?", le pregunté. "Tu la mataste, y Dios te lo permitió"1. La muerte de su madre, el antagonismo con su padre, estimulado además por su maestro de artes plásticas y su amistades estetas, bohemios y rebeldes lo llevaron a emigrar a estudiar pintura a Nueva York , en donde descubriría la Danza. Ocho años después Limón regresaría a Los Ángeles bailando con la compañía de Doris Humphrey, y después de haber sido aclamado por los asistentes, entre los que se encontraban su familia y sus antiguos amigos y maestras, su padre complacido le dijo: "Muy bueno Pepe, muy bueno". No recuerdo que nunca se hubiera dirigido a mí con el familiar y afectuoso diminutivo usado por mi madre y mis hermanos y hermanas. Siempre me había hablado con el formal "José". Esta noche, por primera vez, fui "Pepe".
Limón descubrió su vocación en 1928 al asistir por primera vez a una matiné dominical de danza en Nueva York. Quedó impactado con la danza expresionista del alemán Harald Kreutzberg. Con la pasión y determinación que siempre le caracterizó decidió ingresar a la escuela de Doris Humphrey y Charles Weidman, pioneros de la danza moderna, y en corto tiempo desarrollaría sus capacidades artísticas de manera exitosa guiado principalmente por su mentora coreográfica: Doris Humphrey.
Para un bailarín, el nacimiento es como sigue. Te pones un leotardo y temblando de vergüenza y con una terrible timidez, entras al estudio. Doris Humphrey, una diosa, una ninfa, una cariátide, te hace que hagas cosas que nunca has hecho. Te estiras; te doblas y flexionas las piernas, los pies y el torso, cada músculo, tendón, nervio, vena y arteria, todo tú, tu ser entero. Corres, saltas y giras; caes al piso y te levantas de nuevo. En el piano donde está sentada Pauline, suenan Chopin, Brahms y Henry Cowell. Jadeas, transpiras, te duele. Aprendes que eres. Aprendes que el pasado-los jarabes, las corridas de toros, la pintura, el mexicano que hay en ti, el aterrador pasaje a la tierra de los gringos, las heridas, las muertes-ha sido sólo una preparación para esta nueva vida.
Limón inmerso en el asombro ante el ingenio de Doris, siempre admiró su instinto, discernimiento, estilo, su capacidad de disciplinar y dar forma a los tumultos, y de sus recursos coreográficos.
…Con su voz baja pero aún así imponente y su trato sereno, Humphrey nos enseñaba teoría y práctica. Con impresionante lucidez nos explicaba los principios en que se basaban sus ejercicios técnicos: Suspensión de la respiración, caída y recuperación. Tensión y relajación, frase de respiración, ritmo de la respiración, siempre la respiración. Se movía como gacela. Era el viento, una que corría para romper en una rocosa orilla, música y poesía, Ariel, Artemisa y Eco, una criatura enamorada del aire …una mañana, todavía con su ropa de calle, Humphrey se asomó. Yo estaba resoplando, jadeando y empapado. Sonrió y dijo:"Me da gusto que trabajas tanto. Por algún tiempo tuve mis dudas sobre ti, pensaba decirte que no perdieras tu tiempo y regresaras a tu pintura, que jamás serías bailarín. Ahora creo que vas a ser una de las personas extraordinarias del mundo". Y Doris Humphrey tenía razón.
Cuando Limón entró por primera vez al estudio de danza Humphrey-Weidman la primera persona a la que saludó fue a Pauline Lawrence, quién posteriormente sería su esposa. Pero, ¿Quién era Pauline? En 1917, recién salida de la preparatoria Pauline ya tocaba el piano e ingresó como acompañante de ensayos en la escuela de danza Denishawn que dirigían Ruth St. Dennis y Ted Shawn. Su estancia en esta escuela la marcó para toda la vida porque allí descubrió la danza, el arte y el teatro, pero sobre todo porque ahí se encontró con Doris Humphrey y Charles Weidman. Después cuando éstos dejaron Denishawn y formaron su propia compañía y escuela, se les unió en 1927 aportándoles su apoyo incondicional como pianista, vestuarista, iluminadora y hasta gerente, ofreciendo a Doris y Charles la oportunidad de entregarse de lleno a su labor coreográfica, contribuyendo en gran medida a su éxito.
Charles H. Woodford, hijo de Doris Humphrey, revela en un artículo que fue idea de Doris que las figuras principales de su compañía vivieran juntos en un departamento de 7 cuartos , una manera de economizar durante la Gran Depresión, (adelantándose a lo que serían posteriormente las comunas de los años 60 con los hippies). Ya de por si las responsabilidades de Pauline en la compañía eran formidables, y aún así tenía la energía para hacerse cargo de hacer la comida, las compras, y ver que todas las cuentas estuvieran pagadas de la pequeña comuna formada por ella misma, Doris y Charles. La dedicación de Pauline era realmente heroica. Ellos mismos se autonombraron el "trío profano". Más tarde se uniría José Limón a esta comuna, con el que se casó el 3 octubre de 1941 en San Francisco.
Después en 1947, cuando Limón conformó su propia compañía dirigiría esa ayuda a los sueños y necesidades de este nuevo proyecto, y cuando Doris Humphrey ya no fue capaz de bailar y mantener su propia compañía, fue Pauline quién propuso que ella llegara a ser la directora artística de la compañía de José Limón. En esta compañía, Pauline diseñó los vestuarios de las mejores coreografías de Limón, entre las que se encuentran: La malinche, Danzas mexicanas, La pavana del moro, El traidor, El emperador Jones, Ofrenda coreográfica y Hay un tiempo.
Entre los años 1943 y 1945 Limón fue reclutado por el Ejército de EU durante la Segunda Guerra Mundial, y Pauline con ahorros de sus ingresos como soldado compró una granja cerca de Stockton, Nueva Jersey, donde Limón a finales de los 60 escribió la mayor parte de sus memorias, y Pauline pasó sus últimos días dedicada a Limón. Charles D. Tomlinson, colaborador de Limón y amigo íntimo de la pareja asevera que Pauline fue una influencia significativa en la vida de Limón y en su obra. Cuando ella lo vio por primera vez en la escuela Humphrey-Weidman en 1928, ella dijo que el sería el hombre de su vida. Y ciertamente así fue.
La vida de Limón aunque incorporada a la cultura norteamericana, estuvo muy delineada por su herencia mexicana, que se nota no solo por su aspecto físico, sus conceptos y cultura, sino por su relación plena de lealtad y profundamente apasionada que mantuvo con los seres que lo rodearon, sobre todo con su madre Doña Francisca Traslaviña, su maestra Doris Humphrey, y su esposa Pauline Lawrence.

 "Para un bailarín, el nacimiento es como sigue. Te pones un leotardo y temblando de vergüenza y con una terrible timidez, entras al estudio".
Doris Humphrey
Bailarina


Bibliografía
'José Limón, Memoria Inconclusa', ISIC-INBA-Wesleyan University Press, 2009, páginas 2,9, 97,17, 18, 21
Charles H. Woodford, 'My dance family José Limón, The artist re-viewed, June Dunbar, harwood academic publishers 2000, p. 45
Charles D. Tomlinson, Paulina Regina, José Limón, The artist re-viewed, June Dunbar, harwood academic publishers 2000, p. 35